De Facto: déficit financiero, fronteras cerradas y nazi condenado
Alemania comenzó la semana con un censo general, el primero que se realiza después de la reunificación. “Alemania necesita saber cuántos habitantes tiene para saber qué necesitan”, dice el presidente de la Oficina Federal de Estadísticas, Roderich Egeler:
“El objetivo del censo es saber cuántos somos en los campos, ciudades y a nivel nacional. De esto depende la distribución equitativa de los recursos financieros”.
Los datos con los que operan hoy las administraciones en Alemania se basan en censos de 1987.
La crisis financiera de Grecia vuelve a ocupar los titulares. Aunque Atenas registra un tímido crecimiento del 0,7 por ciento, la Comisión Europea cree que el país apenas logrará reducir su déficit fiscal al 9,5 por ciento del Producto Interno Bruto en 2011, de no emprender nuevas reformas.
Ante la prensa reunida en Berlín, la canciller alemana, Angela Merkel, prefiere respaldar los esfuerzos de Atenas:
“Hay que destacar que la Grecia de hoy no es la misma a la de hace un año. Atenas está adelantado valientes reformas. Grecia está dando valientes pasos que los electores apoyaron en las recientes elecciones regionales. Es obvio que este es un camino pedregoso y largo”.
La decisión unilateral de Dinamarca de reinstalar retenes de control de tránsito de personas en su frontera con Alemania ha generado un debate sobre la disciplina de los miembros del Tratado de Schengen sobre fronteras abiertas y el cuestionamiento del mismo tratado.
El ministro alemán de Exteriores Guido Westerwelle ve amenazado el libre acceso a los países adherentes a Schengen que considera uno de los logros de la Unión Europea:
“Exigimos una pronta explicación de Copenhagen. La libertad de tránsito y el Tratado de Schengen son logros históricos de los ciudadanos de Europa que no pueden arruinarse por intereses nacionales”.
15 de los 27 socios de la Unión Europea estarían a favor de una modificación puntual de las reglas de la "zona Schengen" para reinstaurar, de forma extraordinaria, los controles fronterizos. El objetivo es frenar la entrada de inmigrantes ilegales como lo pidieron Francia e Italia ante el temor de nuevas avalanchas migratorias procedentes del norte de África tras la denominada "primavera árabe".
A propósito, la OTAN negó esta semana que sus ataques militares en Libia tengan como objetivo eliminar al dictador Muammar Gaddafi, como lo expresó el general Claudio Gabellini:
“Los objetivos de la OTAN en Trípoli son militares. La OTAN no tiene en su mira a ningún individuo. Nuestro mandato es proteger a la población civil de los ataques de las fuerzas del régimen de Gadafi”.
Por otra parte, la delegada europea de Exteriores, Catherine Ashton exigió desde el Parlamento Europeo en Estrasburgo al presidente de Siria, Baschar al-Assad, corregir su curso violento contra la protesta civil:
“A la Unión Europea le preocupa que Siria le niegue el acceso a misiones humanitarias de Naciones Unidas a ciudades en donde se ha atacado con tanques a los civiles. Pedimos al régimen detener las agresiones”.
Regresamos a Alemania en donde se cerró esta semana uno de los procesos contra uno de los participantes en el Holocausto nazi. El ucraniano John Demjanjuk, guardia en el campo de concentración de Sobibor, fue condenado a 5 años de cárcel, pero debido a su edad - 91 años – quedará libre. El fiscal Hans-Joachim Lutz:
“Lo importante es que se estableció su culpabilidad en la eliminación del pueblo judío”.
La semana culminó con el cambio de presidencia del partido liberal alemán FDP. Philipp Rösler, el nuevo jefe y ahora también ministro de Economía, despidió a su antecesor Guido Westerwelle, de quien algunos dicen que su estrellato llegó a su fin este viernes. Pero Rösler destacó sus éxitos:
“Guido Westerwelle es un buen ministro Exteriores: le dio una perspectiva de regreso a casa a los soldados alemanes en Afganistán. Él representa a Alemania excelentemente”.
Terminamos De Facto en España, en donde el miércoles un temblor en Murcia dejó 9 muertos, 300 heridos, miles de personas sin techo, entre ellos a unos 300 trabajadores agrícolas bolivianos.
Autor: José Ospina-Valencia
Editora: Emilia Rojas