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El basurero nuclear de Asse

El Parlamento alemán ha resuelto el cierre del depósito de basura atómica de Asse. Pero no se ha establecido un plazo fijo, ni qué se hará con los residuos que se allí se saquen.

Imagen: dapd

Asse, uno de los mayores y más antiguos depósitos de residuos atómicos, ha vuelto a estar en primera plana. A fines de abril entró en vigor una ley que ordena retirar los miles de tambores con desechos radiactivos de la antigua mina de sal ubicada en Baja Sajonia. La euforia inicial que eso provocó en los habitantes de la zona ya se ha disipado, y vuelve a cundir el pesimismo.

Hasta su cierre en 1964, la mina de sal de Asse era una de las más productivas de Alemania. En 1965 fue comprada por el gobierno germano federal, y fue utilizada por más de una década como depósito de basura nuclear. Allí se almacenaron 126.000 tambores con residuos de baja o mediana intensidad radiactiva, en cámaras cavadas antiguamente para extraer la sal. Florian Emrich, del organismo federal encargado de la protección de radiaciones, explica que a fines de la década del 70 cesó allí el almacenamiento de basura atómica, porque el lugar ya no cumplía con las condiciones legales para ese fin.

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Peligro latente

Ya no se depositan allí residuos atómicos, pero hay miles de tambores con material radiactivo en las cámaras de sal. Como no se sabe a ciencia cierta en qué estado se encuentran, se están realizando perforaciones para investigar. Muchos barriles podrían estar oxidados y su tóxico contenido podría escurrirse. Además, se teme que todo el sistema de túneles ya no sea estable. Según explica Florian Emrich, desde hace años se filtra agua. Por eso, para poder sacar los barriles será necesario construir otros túneles más seguros.

Nadie sabe muy bién en qué estado se encuentran los barriles.
Nadie sabe muy bién en qué estado se encuentran los barriles. Imagen: picture-alliance/ dpa

En Alemania, en general, hay gran oposición a la energía nuclear. Y, lógicamente, la preocupación es mayor aún en una zona en que se almacenan residuos atómicos. Heike Wiegel vive a unos dos kilómetros de Asse, en la pequeña localidad de Remlingen, y participa en una iniciativa de los vecinos contra el depósito de basura nuclear. “Naturalmente uno no puede pasar todo el tiempo preocupándose. Tendemos a no pensar en el problema. Pero, naturalmente, esperamos que los residuos sean retirados de allí y almacenados cuidadosamente”, dice.

Demasiado tiempo

El problema preocupa al alcalde de Remlingen, Klaus Günter Warnecke, desde hace ya casi 20 años. Y 20 años más podrían transcurrir, de acuerdo con informaciones de prensa, hasta que comience a vaciarse el depósito de Asse.

“El plazo previsto, de aquí al 2033, inquieta a la gente. Es demasiado tiempo”, dice el alcalde y subraya: “La gente quiere que empiecen antes a sacar los barriles y que se tomen varias medidas de resguardo simultáneamente; pero tenemos la impresión de que no pasa mucho”. Florian Emrich explica que los legisladores decidieron vaciar el depósito de Asse de basura nuclear, pero no hay un cronograma preciso para ello.

Y aunque el cierre del depósito sea cosa resuelta, hay una pregunta clave que sigue sin respuesta: ¿a dónde llevar el material radiactivo? Habitantes de la zona temen que el gobierno pudiera optar por construir depósitos sobre la superficie en las inmediaciones. Emrich confirma que tal solución tendría ventajas, porque el proceso legal de autorización resultaría más simple y no sería necesario el complejo transporte de los residuos nucleares al depósito provisional de Gorleben. Esos transportes cuestan millones, en parte también debido al amplio despliegue policial que exige cada uno de ellos.

Autor: Andre Leslie/ ERS

Editor: Pablo Kummetz