1. Ir al contenido
  2. Ir al menú principal
  3. Ir a más sitios de DW

Leche para vestir

La leche, además de ser sana, pronto se usará para vestirse. Una diseñadora y microbióloga alemana produce con caseína, una proteína láctea, textiles especiales para alérgicos.

La empresa Qmilch produce tela a partir de caseína.
La empresa Qmilch produce tela a partir de caseína.Imagen: Jannes Frubel


En la moda actual, la  tendencia a utilizar fibras naturales para fabricar productos textiles y vestimenta es cada vez más grande. En Alemania, una diseñadora ha comenzado a crear telas de leche. Se trata de fibras lácteas, que, además de producirse con técnicas sostenibles y cuidando del medioambiente, tienen el fin de ayudar a las personas que sufren de alergias y otras enfermedades en las que la piel reacciona a los productos químicos usados en la industria textil.

Investigando para hallar fibras naturales, la científica dio con la caseína, una de las proteínas de las que está compuesta la leche. En la Semana de la Moda de Berlín de 2011, el aporte de la diseñadora, de 28 años, fue reconocido con el Premio a la Innovación de la Unión alemana Textil de la Moda. Se calcula que en 2012 ya se podrá adquirir vestimenta hecha de fibras lácteas en las tiendas de ropa.

Fibra láctea de “Qmilch”

Anke Domaske diseña y produce sus modelos de fibra láctea en un taller ubicado en lo que alguna vez fue una enorme fábrica en la ciudad de Hannover. Las paredes son blancas y el piso, totalmente negro. Nada debe distraer la atención. La concentración se enfoca en los colores de la ropa de Qmilch –una palabra que alude a la ‘leche de vaca'.

Textiles de fibra láctea: alternativa para alérgicos.
Textiles de fibra láctea: alternativa para alérgicos. Imagen: Jannes Frubel

Los vestidos, pantalones y casacas confeccionados a partir del líquido proteínico son un éxito. Su creadora, oriunda de Leipzig, proviene de una familia caracterizada por su entusiasmo por la moda. Y a los 19 años, Anke Domaske creó su propia marca, ‘Mademoiselle Chichi', más conocida por las siglas MCC. También había participado del concurso para jóvenes investigadores, ya que también le apasionaba la microbiología.

“Pensé que tenía que estudiar algo útil, ya que no sabía si lo de la moda iba a dar resultado. Y tenía que decidirme. Pero logré, de algún modo, hacer las dos cosas. Y en 2009 terminé mis estudios y dije: ‘ahora me dedico a diseñar moda'. Al mismo tiempo, nos enteramos de la existencia de fibras lácteas. Pero sólo se podían obtener por medio de procesos químicos, lo cual es perjudicial para el medioambiente. Así que, como nos pareció algo tan espectacular, intentamos investigar para obtener una fibra natural”, dice Anke Domaske.

Pero eso no resultó nada fácil. En el sello MCC trabaja un equipo formado por seis especialistas de diferentes áreas. Anke Domaske es la única microbióloga. Ya hubo otros productores que intentaron crear textiles con fibras de caseína, pero la versión ecológica no era lo suficientemente firme. Fue entonces cuando el equipo de Qmilch comenzó a experimentar.

“Tuvimos muchísima suerte, ya que otros lo habían intentado, no sólo con leche, sino también con almidón, y fracasaron porque nunca lograban una fibra resistente al agua. Y esa es una cualidad necesaria para una fibra textil, es decir, que se pueda lavar. Entonces, comenzamos a elaborar y mezclar ingredientes a pequeña escala, y lo hicimos cientos de veces, hasta que, al final, funcionó”, explica la científica y diseñadora.

Moda ecológica e hipoalergénica

El resultado, ya patentado, es revolucionario. Si bien hace años que muchos diseñadores intentan que la conciencia ecológica encuentre un lugar definitivo en la moda, parece que las dificultades son muchas.

En la producción de algodón, por ejemplo -aunque se trate de algodón de cultivo biológico- se gasta muchísima agua. En primer lugar, para el cultivo, y, en segundo lugar, para la producción de vestimenta, ya que muchos de los colores de las telas se obtienen aplicando sustancias químicas que, al final del proceso, deben ser enjuagadas con grandes cantidades de agua.

De la leche no sólo se puede hacer yogur o queso, sino también ropa.
De la leche no sólo se puede hacer yogur o queso, sino también ropa. Imagen: Jannes Frubel

Y eso también vale, hasta ahora, para la moda ecológica, ya que casi no existen colores naturales de buena calidad. En cambio, para producir fibra láctea sólo se necesitan dos litros de agua por cada kilo de fibra textil. Además, la empresa Qmilch se preocupa por emplear sólo la leche de desecho. Para fabricar la fibra, se colocan en una máquina mezcladora la caseína, el agua y otras sustancias naturales, como, por ejemplo, cera de abejas.

“Esta máquina funciona como una gran picadora: adentro hay dos espirales. La masa se calienta y se vuelve moldeable y, al final, se prensa a través de la hiladora, obteniendo una fibra que es más delgada que un hilo. Esa fibra se envía luego a una tejeduría, y, más tarde, a la fábrica textil”, dice Anke Domaske.

Un invento como alternativa a problemas de salud

En el taller de Anke Domaske ya se puede apreciar el prototipo de un vestido hecho de un 25 por ciento de fibra caseínica. La tela es sedosa al tacto. ¿Será por eso que Cleopatra tomaba baños de leche? Quién sabe. Lo que sí es importante para la diseñadora alemana es que la fibra textil fabricada con leche es bien tolerada por alérgicos y personas con enfermedades de la piel.

“En mi círculo de amigos conozco a varias personas que sufren de alergia y, lamentablemente, también de cáncer. Me conmueve ver los problemas que tienen, entre otras cosas, para encontrar algo que ponerse que no les provoque reacciones en la piel. Es a esas personas a las que deseamos ayudar de algún modo, y ese fue nuestro punto de partida”, recuerda la microbióloga.

La moda hecha de leche pronto estará a la venta.
La moda hecha de leche pronto estará a la venta. Imagen: Fotolia/JaNo

Los textiles hipoalergénicos cuentan con un gran mercado potencial. Cada vez más personas reaccionan con alergias a las sustancias químicas utilizadas en la vestimenta, en la ropa de cama y hasta en las telas de los asientos de los automóviles. El interés por nuevas fibras naturales es enorme. A la diseñadora Anke Domaske ya la contactaron empresas automotrices, hoteles y fabricantes de instrumentos para médicos.

En 2012, Qmilch comenzará a producir en serie en Hannover. La fibra láctea ya no sólo se elaborará en el taller de la empresa, sino que se ofrecerá a la venta. Para eso, la diseñadora Anke Domaske primero deberá buscan instalaciones más grandes, ya que se prevé que contará con una gran demanda.

Autora: Johanna Kutsche/ Cristina Papaleo
Editor: Pablo Kummetz