10 razones para visitar Dresde
La belleza de su arquitectura barroca y su ubicación a orillas del Elba hacen de la capital estatal sajona una ciudad única. La lista de sus atracciones es interminable. Acá listamos nuestras favoritas.
El panorama de Canaletto
Usted debería aventurarse y cruzar el puente Augustus e instalarse unos instantes justamente allí donde el artista Canaletto montó su caballete en 1748 para pintar su famosa vista de Dresde. El paisaje urbano, la iglesia, el castillo y la catedral apenas han cambiado desde entonces. Si uno ve la ciudad desde esta perspectiva, comprende de inmediato por qué se la llama la "Florencia del Elba".
Frauenkirche
Sí, es una iglesia, pero también mucho más. Fue destruida durante la Segunda Guerra Mundial y durante 50 años sus ruinas fueron un memorial del conflicto. Tras la reunificación alemana, donaciones llegadas de todos los rincones del orbe ayudaron a reconstruirla. Ahora es un símbolo de la comprensión entre las distintas culturas y un testamento de la reconciliación.
Palacio Zwinger de Dresde
El Palacio Zwinger es uno de los edificios más importantes de la era barroca. Augusto II de Polonia, elector de Sajonia, lo hizo erigir a comienzos del siglo XVIII como un lugar con jardines apropiado para las festividades de la corte. En el siglo XIX, el palacio se convirtió en un museo que exhibe pinturas, porcelana de Meissner y diversos artefactos científicos.
El Gran Jardín
A unos dos kilómetros del centro de la ciudad se encuentra el mayor parque de Dresde, el Gran Jardín. Es un área verde diseñada al estilo barroco con amplias zonas de flores, creada por instrucción de Juan Jorge III, elector de Sajonia. Los gobernantes sajones pasaban los meses de verano en el Palacio del Jardín, donde realizaban opulentas fiestas.
Castillo de Dresde
Es uno de los edificios más antiguos de la ciudad. Durante siglos fue la residencia de los electores y reyes sajones. Actualmente aloja las Colecciones de Arte Estatales. El castillo, como muchos edificios de la ciudad, fue destruido durante la Segunda Guerra Mundial. En 1985, cuando la urbe formaba parte de la Alemania Democrática, comenzaron los trabajos de reconstrucción, que siguen hasta hoy.
La Bóveda Verde
El castillo posee una de las mayores cámaras del tesoro de Europa, donde se encuentran unos 4.000 objetos. Augusto de Polonia fue el primero en presentar estas valiosas piezas al público, en 1724. Estos objetos ahora son exhibidos en la Bóveda Verde y en la Nueva Bóveda Verde. Uno de los elementos más llamativos es el Servicio de Café Dorado realizado por el orfebre Johann Melchior Dinglinger.
La procesión de los príncipes
La Procesión de los Príncipes es un enorme mural que se encuentra en la pared externa del patio de los establos del castillo de Dresde. Allí están los retratos de los antepasados de 35 margraves, electores, duques y reyes. Para hacer que fuera resistente al agua, fue reemplazado por 23 mil piezas de porcelana entre los años 1904 y 1907, haciendo de ésta la mayor obra de porcelana del mundo.
La ópera Semper
La de Dresde es una de las óperas más elegantes de Europa. La construcción neorrenacentista fue terminada en 1878. El arquitecto Gottfried Semper se centró en la perfección de la forma y del sonido, tanto que la acústica de esta ópera es famosa en todo el mundo. Los bombardeos aliados de la II Guerra Mundial destruyeron este espléndido recinto, y hubo que esperar hasta 1985 para su reapertura.
Las orillas del río Elba
En las riberas del Elba el visitante puede disfrutar de una vista panorámica de la ciudad. Durante el verano, se realizan noches de cine, en la que probablemente sea la exhibición cinematográfica al aire libre más bella de Alemania. Los palacios sirven como escenario para festivales y otras actividades veraniegas. Atentos con las Noches del Palacio, que incluyen recitales y fuegos artificiales.
El Elba
El río es un plus para la calidad de vida de Dresde. Sus riberas sirven como extensión de la casa para los habitantes de la ciudad. Aquellos que prefieran escapar del mundanal ruido pueden hacerlo con estilo en los navíos que surcan el Elba, que luce una de las flotas más antiguas del mundo de barcos a vapor.