20 años de Erasmus: movilidad estudiantil en Europa
4 de octubre de 2007“Vete y diviértete”, suele ser el consejo que los profesores de universidad europeos dan a sus estudiantes Erasmus, es decir, a los más de 154.000 jóvenes que cada año reciben de las instituciones comunitarias una beca para cursar de tres a 12 meses en otro país de la Unión Europea.
“El número de becas que se conceden está limitado por el dinero del que disponemos: tienes tantos millones de euros y con eso te da para tantos estudiantes. Nosotros entregamos un presupuesto a las universidades, en función de lo que aprueban el Parlamento Europeo y el Consejo de Ministros, y ellas lo gestionan”, explica a DW-WORLD José Puigpelat, representante de la Dirección General de Educación de la Comisión Europea.
Las universidades reparten los fondos entre sus facultades y escuelas superiores. Éstas se ponen en contacto, en función de las demandas de los alumnos, con centros homólogos en el extranjero europeo. El trato suele ser, aunque no siempre paritario, de plaza por plaza: dos estudiantes alemanes de la facultad de medicina de Heildelberg, por dos estudiantes españoles de la facultad de medicina de Valencia.
Para el estudiante, el proceso no es más complicado que rellenar un formulario en el que puede solicitar cuantos destinos quiera de los que ofrezca su facultad. El centro de origen selecciona a los becarios en función de sus propios criterios. El centro de acogida se reserva el derecho a rechazar al estudiante, cosa que no suele suceder, y a exigir ciertos requisitos, como un nivel determinado de idioma.
Con un poco de papeleo pero sin más esfuerzo, 154.553 jóvenes europeos se beneficiaron en 2006 de uno de los instrumentos más efectivos de la integración europea.
Gastos adicionales
“Desde el principio se dejó claro que el Programa Erasmus era una ayuda financiera, y no una beca completa”, comenta Puigpelat. Para una beca completa, los 140 a 200 euros mensuales que recibe un estudiante Erasmus resultan claramente insuficientes. “La filosofía de Erasmus es: estudiar cuesta, también en tu país. Pero si te vas a otro país te va a costar más, así que con el dinero del Erasmus te cubrimos esos gastos adicionales. Aunque es cierto que los ciento y pico de euros no son gran cosa y deberían de ser más”.
Sin embargo, los estudios desvelan que lo reducido del apoyo financiero no es un obstáculo para los chicos y chicas europeos. “Las encuestas demuestran que en el Programa Erasmus no sólo participan las elites. Sí que es cierto que en cualquier país europeo los estudiantes suelen ser, en general, de una clase social más elevada que los no estudiantes. Pero los Erasmus reflejan la composición social de los estudiantes en general.”
Atravesando Europa
En el Programa Erasmus, España es el país que más alumnos acoge: 26.625 en 2005/2006. “Porque hay mucho interés por aprender español”, dice Puigpelat, y es el tercer emisor de estudiantes. Alemania es el país que más estudiantes envía: 23.848 el pasado año, y es el tercer receptor.
Con las estadísticas como fuente, entre estos dos países y Francia, Gran Bretaña e Italia, circula el grueso de la movilidad estudiantil en Europa, “pero también son países con muchos habitantes”, puntualiza Puigpelat, y no hay que despreciar la importancia de los otros Estados miembros, sobre todo, de los que menos tiempo llevan pudiendo disfrutar de las ventajas del ser europeo.
“La ventaja [laboral] de haber pasado un tiempo fuera, de hablar otros idiomas, es menor para los jóvenes de los países europeos occidentales, como podamos ser España, Alemania, Reino Unido o Francia, que para los chavales de la Europa del este”, comenta a DW-WORLD la economista española y profesora de la Universidad de Castilla la Mancha, María Ángeles Davia.
“En Europa occidental, como cada vez son más los jóvenes que se van al extranjero, el rendimiento relativo de estas estancias disminuye: se han convertido en algo habitual. Pero eso no significa que no sean importantes. En una evaluación reciente del Programa, en la que se encuestó cinco años después del Erasmus a 4.500 ex alumnos, sus empleadores coincidieron en valorar positivamente las habilidades lingüísticas y la experiencia internacional.”
¿Un año de Erasmus en lugar de precariedad laboral? ¡Siga leyendo!
Erasmus, Europa, Empleo
En marzo de 2006, las calles de París se llenaban de estudiantes. Los jóvenes franceses estaban furiosos con el entonces primer ministro galo, Dominique de Villepin, cuyas propuestas laborales, según ellos, iban a contribuir sólo a empeorar el ya precario acceso al primer empleo.
En Alemania, a la “generación Golf” que vivió los buenos tiempos le sucede la “generación prácticas”. A ella pertenecen todos los que se mantienen hasta años en periodo de prueba. En España proliferan los “mileuristas”, jóvenes que por su labor cualificada no reciben más de 1.000 euros al mes con los que tan siquiera pueden costearse una vivienda propia.
A la precariedad laboral se enfrentan los jóvenes mejor formados de la historia europea: hablan varios idiomas, tienen experiencia, son abiertos, móviles, flexibles y están altamente cualificados. A esa formación contribuyen sin duda iniciativas como el Erasmus, programas que crean a los europeos que, política y económicamente, necesita el futuro de la Unión.
“Yo no diría que irse de Erasmus sea una obligación, pero sí ayuda bastante a la hora de encontrar un buen empleo”, dice Davia, que pese a todo es optimista, “es cierto, que el tránsito del sistema educativo al productivo cada vez requiere más tiempo. El llegar a la estabilidad es cada vez más difícil, pero lo cierto es que se llega. Normalmente, cuando los jóvenes cambian de empleo suelen cambiar a mejor, y los salarios mejoran con el tiempo.”
Algunos jóvenes europeos aprovechan la oportunidad que les brinda el Erasmus para retrasar la entrada a ese mercado laboral, haciendo esfuerzos por no aprobar alguna asignatura y seguir matriculados pero cursando fuera de su país. Otros aprovechan para el Erasmus el tiempo de estudio real. Y para la mayoría, el Erasmus es un gran proyecto que les permite abrir horizontes, aprender idiomas, hacer amigos y, aplicando al pie de la letra el consejo de los docentes, divertirse.
“Para Europea, el Erasmus es muy importante, no tanto, aunque también, por su vertiente económica de formar fuerza de trabajo, como por el lado de la integración política. El conocimiento mutuo de los países europeos es necesario y no cabe duda de que, con el Erasmus, la gente se conoce”, opina Puigpelat.