“Solingen es nuestro hogar”
29 de mayo de 2013Las cámaras y micrófonos ya están listos, y Durmus Genç, su esposa, Mevlüde, y su hijo, Kamil, se disponen a hablar ante la prensa. El dolor se trasluce en sus rostros, pero, a pesar de eso, permanecen allí. Incluso Mevlüde Genç, que ya tiene 70 años y perdió a cinco seres queridos en el incendio, tuvo que aprender a vivir con el dolor. Ya pasaron 20 años desde el atentado en el que perdieron la vida de forma horrorosa sus nietas Hülya y Saime Genç, de cuatro y nueve años, así como su sobrina Gülüstan Öztürk, de 12 años, junto con sus dos hijas, Hatice (18), y Gürsün Genç (27). Bekir, de 15 años, sobrevivió al fuego saltando por la ventana, y resultó gravemente herido. El hijo de Mevlüde y Dumus Genç estuvo en coma durante 22 días, y debió ser sometido a múltiples operaciones. Quedó marcado por las cicatrices para toda la vida.
Tres días antes del atentado, el 26 de mayo de 1993, el Parlamento alemán había decidido limitar el derecho a asilo político garantizado por la Constitución.
Antecedentes de ataques xenófobos
En la fecha del atentado, Mevlüde Genç ya vivía en Alemania desde hace 20 años. Llegó a este país siguiendo a su marido, que había encontrado trabajo en Solingen, como tantos otros inmigrantes turcos. Más tarde, lograron traer a sus hijos a Alemania, ya que éstos habían quedado al cuidado de sus abuelos, en Turquía. Mevlüde, que también trabajaba como limpiadora para mejorar los ingresos de la familia, dice que, antes del atentado, nunca había vivido episodios de xenofobia.
Pero ya a comienzos de los 90 se habían cometido en Alemania dos ataques racistas: uno, en septiembre de 1991, en Hoyerswerda, otro en agosto de 1992, en Rostock-Lichtenhagen, y el tercero en noviembre de ese mismo año en Mölln, donde murieron quemadas dos mujeres y una niña turcas. Luego se produjo el atentado de Solingen a la casa de la familia Genç. Pocos días después, la policía detuvo a cuatro sospechosos de entre 16 y 23 años de edad, provenientes del vecindario. El motivo de su crimen fue el odio hacia los extranjeros. Se los juzgó y se los condenó a penas de prisión de 10 hasta 15 años. Dos de los culpables fueron liberados por buen comportamiento antes de cumplir con su condena.
Una vez por mes, los Genç visitan el lugar donde murieron sus hijas, sus nietas y su sobrina, presas de las llamas. Hoy, cinco castaños recuerdan a las víctimas. Para ellos, eso es como visitar el cementerio, ya que los restos de sus seres queridos se encuentran en Turquía. Ahora, la familia Genç vive en una calle muy concurrida de Solingen, rodeada por un cerco de metal y videocámaras que registran todo movimiento. Las ventanas se abren automáticamente en caso de incendio. El dinero del seguro y algunas donaciones hicieron posible que construyeran la vivienda, pero, hasta el día de hoy, no han recibido ningún tipo de indemnización por parte de los responsables.
Un llamado a la conciliación
Mevlüde cuenta que su religión le da fuerzas, y que, para ella, la convivencia pacífica es el mayor de los bienes que posee el ser humano. Concurriendo a la mezquita aprendió que todas las personas son iguales, independientemente de su proveniencia o su religión. Dice que en Alemania rige la ley, y que tiene mucha confianza en el Estado de derecho. Los culpables ya cumplieron con su condena, añade, y todo lo demás está en manos de Dios. Señala que no sigue el desarrollo del juicio a la célula neonazi NSU porque eso la angustia demasiado. Mientras Mevlüde habla con los medios, su esposo, Dumus, y su hijo, están sentados junto a ella, y guardan silencio.
Mevlüde Genç apuesta por los jóvenes
Después de todo el sufrimiento de haber perdido a miembros de su familia en un incendio intencional, perpetrado por hombres llenos de odio hacia los extranjeros, Mevlüde Genç sigue creyendo en la gente. Llama a sus vecinos a llevarse bien, ya que eso es lo que determina la calidad de vida en el lugar. Pero no habla alemán. Llegó a Alemania en una época en la que no era importante que los inmigrantes hablaran bien ese idioma, ya que las autoridades suponían que éstos volverían a sus países de origen.
La mujer cree que la tercera generación de inmigrantes es la que traerá el cambio para una mayor integración a esta sociedad. Como anécdota, Lutz Peters, portavoz de la ciudad de Solingen, dice que cuando se imprimieron las camisetas para recordar el cruento atentado de Solingen, una de las nietas de Mevlüde Genç se ocupó de corregir un error ortográfico en alemán, en la leyenda que decía Laßt uns Freunde sein (Seamos amigos). “Cuando la nieta de la señora Genç la vio, dijo enseguida: 'La palabra laßt no se escribe con ß, sino con ss' ”. Al hablar de sus hijos, Mevlüde esboza una sonrisa. Sus hijos y sus nietos viven en Solingen. Es por eso que, para ella, esa ciudad es "su hogar".
Autora: KarinJäger/ Cristina Papaleo
Editor: Pablo Kummetz