2014: el año del fútbol alemán
28 de diciembre de 2014En su última intervención oficial del 2014, en la rueda de prensa en Vigo, tras la victoria (1-0) sobre el actual campeón europeo España, la primera en los últimos 14 años, el seleccionador Joachim Löw resumió el año diciendo: “Estoy contento, terminamos con una alegría más”.
Tan satisfechos como él están todos los seguidores de Alemania con el balance anual de la selección: 17 partidos jugados, 11 ganados, cuatro empatados, dos perdidos (de ellos solo uno de carácter oficial), 37 goles a favor, 15 en contra, una Copa del Mundo, el primer puesto en la clasificación de naciones FIFA, y un estilo que hoy por hoy es la brújula del fútbol internacional. Deutsche Welle ha preparado un resumen especial de lo más destacado de un año lleno de superlativos en el que no solo se cosechó sino que también se empezó a sembrar para el futuro.
Los preparativos del título
El primer rival del 2014 fue Chile, la selección que durante el Mundial se encargó de eliminar a España, que en Brasil pretendía defender el título conseguido en Sudáfrica 2010. Lo más importante que dejó el 1-0 en el amistoso jugado en Stuttgart fue el premonitorio gol de la victoria anotado por Mario Götze, el debut de Matthias Ginter (1 minuto en la cancha), quien luego viajaría a la Copa del Mundo, y una advertencia del entrenador Löw a los seleccionados que caló muy hondo.
Antes del último partido previo a definir la lista de futbolistas que Alemania pensaba llevar a Brasil Joachim Löw fue implacable al establecer los parámetros de exigencia con rumbo al Mundial: “Aquí todos están obligados a trabajar para mejorar cada día, a velar por su condición física. Los estaré observando intensamente, ya empezó la fase de hacer claridad, la hora de la verdad”, dijo.
En la siguiente cita deportiva a principios de mayo el entrenador alemán se dio el lujo de formar la selección más joven en la historia futbolística del país. Contra Polonia (0-0) se quedaron por fuera los jugadores veteranos por estar aún cumpliendo compromisos con sus clubes. En vez de ellos jugó una selección en la que se estrenaron 12 futbolistas, ocho de ellos como titulares. Al revisar los nombres de aquel equipo se concluye que el experimento no fue tan malo: cuatro de los probados (Jan-Robert Zieler, Matthias Ginter, Christoph Kramer y Shkodran Mustafi) levantarían semanas más tarde la Copa del Mundo en Brasil.
El nerviosismo
A finales de mayo el Mundial empezó a tomar forma para los alemanes. Entonces Löw reunió a todos los jugadores en Italia para la concentración previa al viaje a Brasil enfrentando problemas ocasionados por la salud y condición física de sus estrellas. Ya en ese momento eran bajas sensibles Ilkay Gündogan, Mario Gómez, y los gemelos Sven y Lars Bender; sin ritmo de competencia por culpa de las lesiones llegaron Sami Khedira y Miroslav Klose; golpeados se sumaron también Bastian Schweinsteiger, el capitán Philipp Lahm y el arquero Manuel Neuer, quien durante los primeros días de trabajo guardó reposo pues su hombro había sido inmovilizado.
Ante Camerún, en el primer partido de preparación, los alemanes no solo desilusionaron con el resultado (2-2), sino también con su fútbol. La necesidad de trabajar intensamente antes de empezar a competir en el Mundial fue evidente y la selección, a dos semanas de debutar en Brasil contra Portugal, se vio obligada a renunciar a su condición de favorita a ganar el torneo para pasar a ser una candidata más a la Copa.
Unos días más tarde, en la despedida de su público en el estadio de Maguncia, enfrentando a Armenia, Alemania mejoró la impresión. Más allá de la abultada victoria (6-1), el optimismo fue fruto de las ricas variantes tácticas que el entrenador Joachim Löw introdujo al equipo: una línea defensiva con cuatro defensores centrales (o dos “falsos” laterales”), y un mediocampo estable y muy ofensivo conducido por Toni Kroos. Las buenas noticias, entre las que se contaban también la reaparición de Lahm recuperado de su lesión, fueron de todas formas empañadas por la incertidumbre en torno al hombro de Manuel Neuer, y en especial a que esa noche la estrella Marco Reus se lesionó gravemente en el tobillo, lo que lo marginó del Mundial.
El Mundial inolvidable
En Brasil, la primera victoria de la selección alemana consistió en conquistar los corazones de la nación anfitriona. La amabilidad y el deseo de los alemanes de entrar en contacto con la población de la región donde se alojaron, en Campo Bahía, despertó muchas simpatías entre los brasileros. A lo largo del torneo esta actitud se tornaría en ventaja. Los alemanes no solo se sintieron como en casa, el público también los apoyó como si fueran un equipo local.
Contra Portugal, en el primer partido mundialista, los espectadores estuvieron del lado de Alemania, que se alzó con una clara victoria (4-0) conseguida a partir de las variaciones tácticas introducidas en el amistoso ante Armenia (defensa con cuatro centrales y Lahm de pivote). Los siguientes rivales en la fase de grupos –Ghana (2-2) y Estados Unidos (1-0)- no detuvieron la marcha alemana en dirección a los octavos de final, pero sí develaron algunas de las debilidades del equipo.
En la siguiente instancia del torneo, contra Argelia, el Mundial tomó un nuevo giro para Alemania. La victoria 2-1, obtenida tras 120 minutos de juego, dejó dos cosas muy en claro: la calidad excepcional de Manuel Neuer, que como arquero-libero revolucionó el papel de los futbolistas en su posición, y la necesidad de que el seleccionador Löw plantara de forma distinta a su equipo, pues con Lahm de pivote y dos defensas centrales haciendo de laterales Alemania ganaba en seguridad pero sacrificaba velocidad y verticalidad en el ataque.
En cuartos de final Alemania recobró un par de mecanismos que en los últimos años la había caracterizado (velocidad en la transición, Philipp Lahm como lateral, Schweinsteiger y Khedira en el doble pivote, Miroslav Klose de centro delantero) y derrotó a Francia (1-0). Con este rodaje, en la semifinal, la selección explotaría. La goleada a Brasil (7-1) se constituiría en el tope máximo de rendimiento de Alemania en el Mundial: el anfitrión y favorito al título era eliminado de forma más que convincente en un partido que también pasará a la historia por haber convertido a Miroslav Klose en máximo goleador histórico de las Copas de Mundo con 16 anotaciones en total.
A continuación vendría el gol de Mario Götze en el minuto 113 de la final contra Argentina, en el Estadio Maracaná de Rio de Janeiro, que significó la victoria en el Mundial de Brasil y la cuarta estrella alemana. El partido estuvo lleno de momentos memorables como el golpe a Christoph Kramer que causó en el jugador la perdida total de los recuerdos de esa fecha histórica, o el rostro sangrante de Bastian Schweinsteiger, quien prefirió ser cosido de urgencia, sometiéndose a fuertes dolores, a abandonar la cancha.
El futuro empezó temprano
Con la resaca de la celebración del título mundial aún en el cuerpo, Joachim Löw se vio obligado a empezar la reconstrucción de su equipo tras el retiro de varias de sus más importantes figuras en Brasil (el capitán Philipp Lahm, el defensor central Per Mertesacker, y el delantero Miroslav Klose). Para enfrentar la tarea resultó ser de gran utilidad el partido amistoso jugado en mayo contra Polonia. Varios de los talentos jóvenes que probó en aquella ocasión fueron ascendidos al primer equipo con miras a la eliminatoria a la Eurocopa de Francia 2016 (Antonio Rüdiger, Sebastian Rudy, y Kevin Volland entre los más destacados).
El segundo semestre del campeón del mundo empezó con una derrota ante Argentina (4-2), en un amistoso que ha marcado el abrupto discurrir de una nueva temporada en la que la palabra calve para Alemania ha sido “renovación”. El equipo de Löw trabaja desde entonces en integrar a los nuevos jugadores en la plantilla (Karim Bellarabi), recuperar a otros (Mario Gómez, Marco Reus, Max Kruse), y darle mayor rodaje a los recién llegados (Christoph Kramer, Matthias Ginter, Erik Durm).
El proceso está en plena marcha, al igual que el de las innovaciones tácticas (como la implementación de una línea de tres centrales en defensa apoyados por dos laterales volcados al ataque), y aunque los resultados no han sido siempre satisfactorios (en especial la derrota 0-2 ante Polonia y el empate 1-1 con Irlanda), el 2014 se terminó con una prestigiosa victoria ante España (1-0) que confirmó tanto el buen momento de Toni Kroos como a los alemanes en el primer lugar del escalafón FIFA de naciones, lo que seguramente no cambiará en la primera fecha del 2015, en marzo, cuando el rival es Australia, que visita el estadio de Kaiserslautern.