A la horca “Alí, el Químico” por genocidio contra pueblo kurdo
24 de junio de 2007Al Mayid morirá en la horca culpable de haber ordenado una brutal operación con gas tóxico contra miles de civiles kurdos. La pena capital también fue impuesta al ex ayudante del ex jefe de personal del ejército iraquí, el general Hussein Rashid Mohamed al Takriti. En el juicio, que comenzó en agosto de 2006, están procesadas 432 personas.
De existir en Irak una lista de las personas más odiadas, Ali Hassan al Mayid figuraría en el primer lugar. En tiempos del régimen de su primo el presidente Saddam Hussein, fue el encargado de eliminar a rebeldes y rivales.
Un genocida de familia pobre
Al Mayid fue ministro, comandante y consejero de Saddam y una de las figuras claves del régimen. Participó de forma decisiva en los ataques a los territorios kurdos en los años 80, en la invasión de Kuwait y el sofocamiento del levantamiento chiíta en el sur de Irak en 1991. Desde que coordinara los ataques con gas a la localidad kurda de Halabsha en 1988, el mundo lo conoce como Ali al-Kimawi (“Alí, el Químico”).
Al Mayid, que al igual que Saddam procedía de una familia humilde y apenas contaba con formación escolar, nació en 1941 en Tikrit. Su ascenso en el Partido Baath y en el Ejército se debe sobre todo a su primo, cuatro años mayor, que en los tiempos difíciles confió principalmente en los hombres de su clan.
La justicia tropieza pero llega…
Un papel similar al de Al Mayid desempeñaron en tiempos de Saddam otras dos personas próximas: Taha Yassin Ramadan, ya ejecutado, e Isset Ibrahim al Duri, quien no ha sido capturado y sigue en la clandestinidad, desde donde al parecer está apoyando a los insurgentes sunitas.
Tras el derrocamiento del régimen de Saddam por parte de las tropas estadounidense en abril de 2003, Al-Mayid fue declarado muerto erróneamente. En la lista estadounidense de los hombres más buscados de Irak figuraba en el quinto puesto y fue detenido cuatro meses más tarde. En la prisión estadounidense perdió varios kilos.
Una figura sórdida y tragicómica
El primo de Saddam, que en el pasado siempre lucía en público uniformes militares, durante el proceso llevó casi siempre la túnica típica árabe. De lo que jamás se desprendió el hombre de Tikrit, famoso por su crueldad, fue de su dura expresión.
Pese a los cientos de testimonios, grabaciones y documentos, Al Mayid se negó en el juicio a asumir la responsabilidad por la persecución de los kurdos. Como cruel militar, de cuya boca salieron palabras como “los eliminamos”, adujo que esas manifestaciones tenían sólo “fines propagandísticos”.