¿Adónde va la economía norcoreana?
12 de junio de 2018Este martes (12.6.2018), tan pronto el líder norcoreano, Kim Jong-un, y el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, firmaron una declaración conjunta en Singapur, los analistas económicos comenzaron a elucubrar sobre el futuro del país asiático. Aunque cabe suponer que Pyongyang quiere dejar de estar aislada políticamente e implementar reformas que le den impulso a la economía nacional, nadie sabe a qué modelos puede recurrir para ello.
Corea del Norte ha dejado claro que no desea seguir los pasos de la República Democrática Alemana –la comunista–, que terminó siendo tragada por la República Federal de Alemania. Pero, ¿qué opciones tiene ese país en un momento en que, tanto Estados Unidos como sus vecinos, Corea del Sur y China, lo tienen en la mira por las posibilidades de negocios que ofrece su territorio, rico en minerales? El propio Kim Jong-un alimentó esas esperanzas en 2011.
Tras la muerte de su padre, Kim Jong II, el actual hombre fuerte de Pyongyang anuló muchas de las restricciones que mantenían los mercados locales cerrados herméticamente. También su retórica anticapitalista se ha tornado moderada con el tiempo. No obstante, es muy probable que el régimen norcoreano opte por un modelo económico que garantice el control político desde arriba hacia abajo, a pesar de una apertura económica de cara al mundo.
Siguiendo el ejemplo de Kaesong
Todo apunta a que esa apertura, de consumarse, comenzará enfocada en zonas económicas especiales como Kaesong. Ese paso estaría alineado con el modelo de reforma aplicado en China en la década de los noventa bajo la égida de Deng Xiaoping. Pyongyang obtuvo experiencia en la combinación de mano de obra barata con capital extranjero y know-how con la fábrica intercoreana en la ciudad fronteriza de Kaewong; un proyecto suspendido en 2016.
Corea del Sur dejó de apoyar esa iniciativa cuando cundió la sospecha de que las ganancias de Corea del Norte estaban siendo invertidas en el desarrollo de su programa nuclear. Pero en mayo de 2018, la empresa Hyundai, que solía apoyar la fábrica binacional de Kaewong, anunció que se preparaba para reiniciar proyectos económicos en suelo norcoreano. También el Gobierno surcoreano dijo estar analizando escenarios alusivos a una mayor cooperación bilateral.
Seúl está interesada en la generación de energía en Corea del Norte, en la construcción de infraestructura terrestre que conecte a ese Estado con sus vecinos del norte y del sur, y en el desarrollo de su industria minera: las reservas minerales del país regido por Kim Jong-un están valoradas en seis millones de billones de dólares; en el subsuelo norcoreano se consigue desde oro, hierro, zinc y grafito hasta las tierras raras codiciadas por la industria tecnológica.
El sueño norcoreano
También hay empresas coqueteando con la idea de erigir gasoductos que conecten a las dos Coreas con Rusia. Los precios de las propiedades en las fronteras norcoreanas con Corea del Sur y China se han ido elevando progresivamente en los últimos meses. El pasmo del crecimiento económico en el noreste chino ha estimulado el interés en el fortalecimiento de los nexos económicos con Corea del Norte. Y en Pekín crece el temor a una sola Corea aliada con Estados Unidos.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, le prometió a Corea del Norte que sería "muy rica” si desmantela su arsenal nuclear y le abre la puerta a los inversionistas estadounidenses; pero Washington no quiere terminar proveyéndole auxilios en caso de un súbito colapso económico. ¿Es esa la oportunidad de China? Eso está por verse.
Autor: Jo Bryan Harper (ERC/CP)