Cataluña prohíbe las corridas de toros
29 de julio de 2010Salzburger Nachrichten, de Salzburgo: "El Parlamento de Barcelona logró lo que muchos no creían posible. Las corridas de toros, espectáculo sangriento de cruel maltrato de animales se prohibió en Cataluña; no desde ahora sino a partir del 2012. La medida tampoco va a proteger a muchos toros, ya que las corridas de toros no son tan populares ni tan comunes en Cataluña como en el resto de España. Y, sin embargo, esta resolución del Parlamento es una señal importante. Por una parte, pone en claro con esta prohibición que el trato de los humanos hacia otras criaturas requiere un alto grado de responsabilidad. Tortura y crueldad no tienen cabida aquí. Matar por diversión del pueblo no puede ser un "patrimonio cultural", como argumentan desde los aficionados de las corridas de toros hasta el Rey Juan Carlos. Al contrario: a veces se demuestra el avance del desarrollo cultural por el hecho de que se superen ritos y ceremonias antiguas."
Lucha contra una antigua tradición española
Braunschweiger Zeitung, de Braunschweig: "Que precisamente sean los catalanes los primeros que prohiben las corridas de toros en la península no sorprende a nadie. En el sur de España las corridas de toros están fuertemente arraigadas en la cultura. Los moros las trajeron alguna vez a Andalucía. Pero encontrar una plaza de toros en Barcelona, la capital de Cataluña, es difícil. Los votantes nacionalistas catalanes se dejaron atrapar en la lucha contra una tradición antigua española, aún cuando oficialmente se trata de la protección de animales. Los opositores a las corridas de toros movilizan a directores de cine y filósofos. Apelan al carácter liberal de Cataluña. Nada menos que "la libertad de todos nosotros" está en juego. A los toros les dará lo mismo. Lo importante es que los dejen en paz. Y eso está bien."
Simbolismo versus libertad
El País, de Madrid: "Que las corridas de toros remitan a lo que algunos sectores políticos y de opinión consideran parte de la idiosincrasia nacional española, ya sea para defenderla o para combatirla, no obliga a enjuiciar su prohibición en términos nacionalistas. Sería tanto como plegarse a explicar la decisión del Parlamento en términos de victoria de unos nacionalistas sobre otros, todos ellos de acuerdo en un único punto: en que las corridas son, en efecto, una fiesta nacional. Muchos de los ciudadanos que han apoyado su abolición en Cataluña lo han hecho, sin embargo, por razones que nada tienen que ver con sentimientos identitarios, sino con su rechazo a lo que consideran un culto bárbaro al maltrato de los animales. (…) Combatir la silueta del toro sustituyéndola por la de un burro era hasta ahora una gracieta. Si la abolición de las corridas de toros se interpreta como un medio para convertir la gracieta en prueba obligatoria de la catalanidad de los ciudadanos, todo lo que los catalanes habrán ganado en simbolismo lo habrán perdido en libertad. Porque de lo que se trata es de que los ciudadanos puedan sentirse catalanes, españoles o ambas cosas a la vez con independencia de lo que piensen de las corridas o de su abolición. De la silueta de un toro o de la de un burro."
Triunfo histórico
La Repubblica, de Roma: "La prohibición de la 'Corrida' votada ayer por amplia mayoría no es sólo un adiós a la fiesta de la celebración de sangre y arena, cantada por Hemingway, pintada por Picasso y actuada por Tyrone Power. Es también un adiós a la tortura de los toros y al baile del trapo rojo, con el cual el torero cansa al animal hostigado, para luego propiciarle una estocada final entre los omoplatos. Esta lucha a muerte contra la fiesta sangrienta (...) es también un triunfo histórico, que abre nuevos caminos en la lucha contra el maltrato de animales. Y es también una ruptura política más entre Barcelona y Madrid."
CMW / dpa
Editora: Claudia Herrera Pahl