Afganistán y la batalla contra el terrorismo
7 de noviembre de 2007Luxemburger Wort, de Luxemburgo: “Grupos terroristas organizados y financiados internacionalmente han actuado con éxito para paralizar la reconstrucción de Irak y ahora Al Qaeda y sus redes afines han descubierto a Afganistán como escenario de guerra. A diferencia de lo que ocurre en el país mesopotámico, las células terroristas que operan de forma asimétrica se enfrentan en Afganistán con una alianza multilateral de 26 países de la OTAN y 11 Estados más, que en total han emplazado allí 35.000 soldados. No es que Irak no sea importante para Occidente: el control de los campos petrolíferos de las regiones de Basora y Kirkuk tiene un papel clave para el futuro abastecimiento energético de Estados Unidos y la Unión Europea. Afganistán no dispone de recursos naturales comparables. Pero Occidente no se puede permitir entregar el control de ese país a terroristas y fanáticos guerreros talibanes.”
Guerra fallida
El País, de Madrid: “El peor atentado suicida desde la invasión de Afganistán por Estados Unidos y sus aliados, en 2001, se produjo ayer contra una delegación de parlamentarios que visitaban una fábrica reconstruida en Baghlan, en la supuestamente tranquila región norte. (...) El resurgir de los talibanes, que no forman una unidad compacta y que rechazaron la autoría del atentado de ayer, y el reforzamiento de Al Qaeda, que parece haber desplazado parte de su esfuerzo y sus tácticas suicidas de Irak a Afganistán, han agravado la situación. (...) Afganistán no es todavía una guerra perdida, pero sí fallida, en la medida en que la comunidad internacional es renuente a aumentar los medios militares y financieros necesarios para enderezar el conflicto”.
Europeos de vidrio
Westdeutsche Zeitung, de Düsseldorf: “Ya sea que se trate de direcciones electrónicas, de la cantidad de equipaje o del asiento que se haya ocupado en un avión... ¿que podría objetar alguien que no tiene nada que ocultar a la recopilación de datos tan inocuos como esos? Al fin y al cabo, se trata de la seguridad de los vuelos. La manía inquisitiva de las autoridades provoca sin embargo malestar ya que por doquier se recopilan, almacenan y combinan informaciones. Datos biométricos, contactos personales, movimientos en Internet, todo interesa, como si cada ciudadano fuera un potencial terrorista. No. La sospecha general es un precio demasiado alto por la seguridad. Por lo demás, ¿quién vigila a los vigilantes en Alemania, Europa y Estados Unidos?
Desconfianza mutua
Salzburger Nachrichten, de Salzburgo: “Nuestros políticos encargados de la seguridad quieren saberlo todo. Cada vuelo entre Europa, el norte de África y el Cercano Oriente ha de quedar registrado, cada movimiento de los pasajeros. Incluso los números de teléfono y de tarjeta de crédito, datos de la agencia de viajes, informaciones sobre pasajeros habituales, simplemente todo. (...) Los ministros del Interior de este mundo parecen abrigar una sospecha básica contra toda la gente. Por eso quieren saber lo más posible sobre nosotros. Pues bien, también nosotros podemos desconfiar. Como habitante de Europa, continuamente espiado y observado, uno no puede librarse de la impresión de que los supuestamente nobles motivos de los políticos no lo son tanto. (...) Por eso, los ciudadanos de Europa deben defenderse de la continua ampliación del fisgoneo.”