Agua que no bebas... ¡cuídala!
22 de marzo de 2007El agua escasea. La desertificación avanza. El problema ya está causando estragos en África donde, según el ministro alemán del Medio Ambiente, Sigmar Gabriel, "la falta de agua lleva a más personas a abandonar sus terruños que las guerras". Y todo indica que el problema, lejos de atenuarse, se agudizará: según pronostican los expertos, el cambio climático agravará la situación a nivel mundial, agrandando aún más la brecha entre las regiones que padecen sequías y aquellas que sufren lluvias torrenciales e inundaciones.
Mortífera carencia
Ya en la actualidad, los datos entregados por diversas organizaciones, como UNICEF, son trágicos. Por ejemplo: anualmente muere un millón y medio de niños en el mundo, por beber agua que no es potable. La representante de dicha organización de la ONU en Alemania, Heide Simonis, indicó que diariamente pierden la vida 6 mil personas por la misma causa, exhortando a no conformarse jamás con tal situación.
Según Simonis, en determinadas regiones el problema no radica tanto en la falta de agua potable sino en la carencia de acceso a ella de buena parte de la población. En este contexto, hizo notar que los más pobres suelen pagar los mayores precios por el vital líquido, que para muchos se ha convertido en todo un lujo. Y graficó la situación con un ejemplo: "En Guatemala, el agua cuesta cinco veces más que en Estados Unidos".
Efectos del cambio climático
El panorama que se perfila a futuro será aún más inquietante, si la temperatura promedio del planeta sube entre 1,8 y 4 grados hasta fines de siglo, como lo augura el informe presentado en febrero por expertos de las Naciones Unidas. Según sus estimaciones, de aquí al año 2025 vivirán casi 2.000 millones de personas en regiones con gran escasez de agua. En el peor de los casos, el número de personas afectadas por el problema a nivel mundial podría triplicarse, elevándose a 3.200 millones de personas.
También en Europa se empiezan a sentir los primeros síntomas de la escasez de agua. Y, sobre todo en los países del sur de Europa, como España y Portugal, comienza a cundir el temor a lo que vendrá según los pronósticos de los especialistas. Igualmente en Italia se observa con inquietud cómo los principales ríos del país, el Tíber, el Arno y el Po, presentan los niveles más bajos que se recuerde. Un investigador del medioambiente de la universidad romana La Sapienza lo atribuye a la disminución de las lluvias y al hecho de que este invierno haya sólo 75 centímetros de nieve en los Alpes, en lugar de los habituales 150 y concluye que "el cambio climático ya está en marcha".
Contaminación en Alemania
Tampoco Alemania, situada en latitudes tradicionalmente más húmedas, quedará a salvo del fenómeno, según la organización ecologista BUND. De acuerdo con ella, en un tiempo previsible habrá un 30% menos de agua en las zonas del Danubio y del Elba. Y en regiones como el Palatinado y Brandeburgo, la formación de nuevas napas subterráneas se reducirá a la mitad.
La disminución de los volúmenes de agua disponibles trae consigo otro problema: una mayor concentración de elementos contaminantes. Según BUND, al margen de los nitratos derivados de la actividad agrícola, cerca de 70 pesticidas y 100 diversos elementos químicos se filtran a las napas subterráneas, que son la principal fuente de agua potable. Cada año se vierten además unas 5000 toneladas de metales pesados en la red fluvial. En suma, nadie se libra de este problema, tan global como el cambio climático que amenaza a la humanidad.