Alemania: ¿liberación o derrota?
25 de enero de 2005
Pero desde los años 80 la intensidad del debate ha perdido intensidad. Ahora domina la comercialización de la memoria de la guerra.
La capitulación incondicional de Alemania puso punto final a la II Guerra Mundial en Europa. Como anunció el entonces presidente de EE.UU. Harry S. Truman, el mundo había sido liberado del dictador Adolfo Hitler.
Durante décadas el debate en Alemania se centró en la pregunta si el final de la guerra debía ser considerado una liberación o una derrota de las ideas y las ambiciones nacionales.
Liberación
En un memorable discurso ante el Parlamento alemán, con motivo del 40 aniversario del final de la guerra, el ex Presidente Richard von Weizsäcker puso punto final a este debate. “El 8 de mayo de 1945 fue un día de liberación”, dijo el Presidente. “Todos fuimos liberados del dominio de la violencia nacionalsocialista y su sistema de desprecio del ser humano”, dijo.
A 60 años del final de la guerra, esta postura es compartida por la mayoría, opina el historiador berlinés Wolfgang Wippermann. “Fue un proceso largo y difícil en el debate histórico y político, que tuvo un desenlace positivo”, explica.
Que el 8 de mayo de 1945 sea un día de liberación, no lo convierte en una fecha para celebrar festejos, apunta Weizsäcker. El filósofo Hermann Lübbe insistió en el mismo sentido, recomendando que los alemanes debieran atenerse a este principio. Parece factible que las alianzas políticas actuales con los enemigos de antaño podrían seducir a unirse a las celebraciones. Pero cabe recordar que después de todo, en Gran Bretaña se festeja la victoria sobre Alemania y la liberación que festejan los holandeses, es la del gobierno del terror alemán.
“Volvimos a nacer”
En cambio no existe disenso sobre el alcance histórico de esta fecha, que representa una escisión en la historia, dice el historiador Wippermann. “El 8 de mayo de 1945 comenzó una nueva era y terminó una etapa terrible, la etapa del fascismo”, explica. Ese día marcó el inicio de la historia reciente, una fecha que adquiere el mismo peso que el comienzo de la Reformación, la Revolución Francesa y la Bolchevique.
Al mismo tiempo, la fecha no representa una “hora cero” para los alemanes. Muchos integrantes de las élites del Tercer Reich continuaron sus carreras sin interrupción alguna. Así, después de 1945 el Ministerio de Relaciones Exteriores contaba con más miembros del Partido Nacional Socialista de Hitler, que durante la guerra. “Se trataba de un deseo noble, el 8 de mayo terminaría de alguna manera la historia, y de alguna manera volvíamos a nacer”, dice Wippermann.
La catástrofe del genocidio
En contra de la sensación que dominó durante la posguerra, en Alemania la Segunda Guerra Mundial y su desenlace ya no se perciben como una tragedia para el país. Wippermann no niega el trauma sufrido por las muertes, el sufrimiento, la expulsión, el destierro y la pérdida de la credibilidad moral.
Pero señala que la verdadera catástrofe fue la “Shoah”, los crímenes cometidos contra los judíos. “El genocidio de los judíos no tiene precedente en la historia”, dijo también Weizsäcker en su memorable discurso. Seis millones de judíos fueron víctimas de la maquinaria de destrucción alemana.
Recuerdo vivo
A 60 años del final de la guerra, no se ha producido su olvido como consecuencia de que los testigos directos dejaban de existir, como muchos temían. Así, el semanario “Die Zeit” constató en octubre del 2004 que “Nunca tuvimos tanto Hitler”. La presencia mediática del “Führer” que se vive actualmente en Alemania sería única en las últimas seis décadas. La maquinaria del recuerdo avanza a toda marcha.
El historiador Wippermann comparte esta interpretación. Por un lado considera que a nivel social ha concluido la asunción de las secuelas de la II Guerra Mundial. En su lugar, la comercialización de la Shoah y de la guerra ha ganado en protagonismo. Un ejemplo serían los productos audiovisuales sobre la guerra. Aunque estos trabajos hacen un aporte al acercar la historia a la gente, lo hacen también al precio de una comercialización del pasado.