Entrevista con Westerwelle
23 de agosto de 2011DLF: Señor Westerwelle, el Primer Ministro británico, David Cameron, dijo ayer que su nación podía sentirse orgullosa de haber contribuido a la caída de Gadafi. ¿Le hubiera gustado poder decir lo mismo?
Guido Westerwelle: Nosotros hemos contribuido con nuestros propios instrumentos, es decir, por la vía política, a allanar el camino de Libia hacia la democracia. No nos hemos involucrado en la guerra de Libia con nuestras propias tropas militares, y esta decisión fue acertada, sino que hemos optado por el aislamiento internacional, por sanciones políticas y económicas ante todo. Esta política de sanciones ha sido manifiestamente exitosa, puesto que el régimen de Gadafi no sólo quedó aislado, sino que se le cortaron sus opciones de suministro.
¿Cómo concluye que la política de sanciones supuso el aspecto decisivo en la caída de Gadafi, y no la acción militar?
Debemos entender que la historia de Libia todavía no ha terminado de escribirse; nuestro objetivo es se que establezcan condiciones democráticas en Libia, y después de que el Consejo Nacional de Transición se declaró claramente a favor de la democracia, la libertad y la construcción de una sociedad civil, nosotros lo apoyamos. Ayer, los representantes del Consejo Nacional de Transición y de Alemania firmaron un acuerdo en Bengasi en el que concedemos un préstamo de 100 millones de euros para fines humanitarios y civiles, porque es importante asimismo que el trabajo humanitario y civil pueda continuar realmente con éxito.
Dijo usted que la historia de Libia todavía no ha terminado de escribirse. En su opinión, ¿existe un peligro grande de que Libia acabe convertida en una anarquía tribal?
Esta es una pregunta muy importante. (…) Libia es una sociedad tribal, y eso es algo que aquí se pasa por alto con frecuencia. Es un país enorme con unas 140 tribus, y de ellas 30 pueden considerarse significativas y políticamente muy relevantes. Y por ello es importante que todas se integren; es importante que el futuro de Libia se construya de manera que todos formen parte de la sociedad en el camino hacia una democracia.
¿Es posible que para seguir escribiendo la historia de Libia sea necesaria la acción de los soldados del ejército alemán en una Libia post-Gadafi?
Soy escéptico al respecto. La población libia debe decidirse sobre su propio futuro, puesto que si todo llega a su fin y ocurre en la forma en que todos esperamos, se tratará de una victoria, ante todo, para la sociedad libia, y será una victoria duradera que ayudará también a evitar que el país recaiga en conflictos terroristas. Nosotros queremos apoyar a Libia de forma política, por ejemplo en la formación de un sistema partidista, o de una justicia independiente, o para hacer posible la celebración de elecciones libres y justas.
¿Cómo reaccionaría usted y el Gobierno alemán si recibieran una petición de las Naciones Unidas para el envío de tropas a Libia?
Prefiero no especular sobre ello, porque justo ayer tuve una conferencia telefónica con mis homólogos, Hillary Clinton, el Ministro del Exterior de Francia, de Gran Bretaña, de Italia y de otros estados especialmente comprometidos con el grupo de contacto libio, y tenemos claras prioridades. La prioridad es que la población libia debe decidir sobre su propio futuro. Y, en segundo lugar, podría recurrirse a las Naciones Unidas. Se habla mucho de acciones militares, de la OTAN; nosotros mismos somos miembros de la OTAN, y la consideramos una alianza extraordinariamente importante. Pero las organizaciones políticas –entre ellas, principalmente, las Naciones Unidas- tienen ahora mismo una responsabilidad especialmente grande. Por ello me alegra que el Secretario General de la ONU, Ban Ki-Moon, haya organizado para esta semana una primera cumbre, puesto que las Naciones Unidas tienen la autoridad, no sólo en Occidente, sino también en los países de la Liga Árabe y la Unión Africana. Y aquí hablamos a fin de cuentas de un país africano al sur del Mediterráneo.
Señor Westerwelle, usted ha recalcado que Alemania quiere tomar parte en la reconstrucción de Libia. ¿Es de esperar que, puesto que Alemania no participó en la acción militar, las expectativas cifradas en Berlín ahora son especialmente elevadas para el país? ¿Resultará particularmente caro?
No, porque Libia es un país muy rico. Sólo las cuentas que se congelaron en Alemania en el transcurso de la exitosa política de sanciones suponen ya 7.300 millones de euros. Es mi objetivo y el de los colegas con los que conferencié ayer que estos miles de millones congelados a nivel internacional puedan beneficiar lo más rápidamente posible a la población libia. Además, sinceramente no veo la cuestión económica como prioritaria. Lo primordial es que el Consejo Nacional de Transición pueda llevar a cabo sus labores humanitarias y civiles. Por eso hemos concedido este préstamo del que hablaba antes. Ahora hay que liberar este dinero congelado para que la población libia tenga un buen futuro económico, porque la gente debe volver a llevar una vida normal tras una guerra que ha durado varios meses.
Autor: Peter Kapern / lab
Editora: Emilia Rojas Sasse