Alemania se queda sin Klinsmann
12 de julio de 2006Muchos entrenadores abandonaron su cargo al término del Mundial. Pero pocos lo hicieron por voluntad propia. Menos con un país entero celebrando su gestión. De nada sirvieron los ruegos de los aficionados, que en un coro de cientos de miles le suplicaron a voz en cuello que se quedara, el último domingo del Mundial 2006, en Berlín. Tampoco los pedidos de los jugadores, ni los del Kaiser, Franz Beckenbauer. Jürgen Klinsmann tomó la decisión de abandonar la conducción de la selección nacional germana y nadie logró inducirlo a reconsiderarla.
El mérito de la osadía
Razones no han de haberle faltado al seleccionador para resistirse a semejante presión popular. Sus discrepancias con los funcionarios del fútbol alemán en los meses previos al Mundial fueron evidentes y las críticas contra su estilo personal y su sistema de preparación apenas se acallaron con el puntapié inicial del torneo. Hay, de seguro, también motivos personales y familiares en juego, como su decisión de mantener su domicilio en California. Pero, cualquiera haya sido la causa que prevaleció, el hecho es que Jürgen Klinsmann se retira en su mejor momento, con un país entero lleno de gratitud hacia este personaje conocido por su cabeza dura, que logró lo que meses atrás parecía imposible: conquistar el tercer lugar en el Mundial 2006 y, además, con un fútbol que encantó a los aficionados.
El gran mérito de "Klinsi" fue la osadía. Osadía para apostar por figuras como David Odoncor, que eran una página en blanco en lo que respecta al fútbol internacional. Osadía para despojar a una verdadera institución como Oliver Kahn de su puesto de arquero titular, asignándole el de suplente. Osadía para introducir nuevos métodos de preparación física, importados de Estados Unidos. Osadía para imponer cambios en la estructura del fútbol alemán, afán en el que sólo fracasó cuando intentó poner en un alto cargo a una destacada figura... del hockey.
Löw: garantía de continuidad
La era Klinsmann duró apenas dos años. Pero remeció al fútbol germano hasta sus cimientos. La nueva imagen de la selección lleva claramente su firma: un alto porcentaje de chicos jóvenes, capaces de dejar de lado el personalismo para volcarse en el equipo y, sobre todo, de disfrutar del fútbol. El resultado ha sido un juego atractivo, ofensivo, tan diferente del de años atrás donde la consigna parecía ser sólo conseguir el resultado imprescindible para seguir avanzando en los torneos. Cierto es que a los chicos de Klinsi les falta aún cierto refinamiento técnico y quizá la astucia que da una mayor experiencia. Pero a nadie en Alemania le cabe duda de que esta selección todavía tiene un gran futuro por delante.
Los jugadores son, de seguro, los más decepcionados por el alejamiento de Klinsmann. Pero es de esperarse que su estilo se mantenga bajo la conducción del que fuera su asistente: Joachim Löw. Un hombre de la misma generación, que trabajó codo a codo con el seleccionador en la preparación para el Mundial de Alemania y comparte sus métodos y su visión. La próxima prueba de fuego será la clasificación para la Eurocopa 2008. Y la meta alemana permanece: conquistar la copa del Mundo, quizá en el 2010.