Afortunado empate
21 de junio de 2014
Alemania venía de jugar un partido casi perfecto en su debut en el Mundial contra Portugal, al que derrotó 4-0. Contra Ghana el equipo de Joachim Löw esperaba confirmar que en Brasil era la selección que más convencía del grupo de favoritos al título. Al final, al igual que le sucedió a Holanda, Italia y Argentina, se encontró con un rival que terminó desnudando todas sus debilidades.
Promesas incumplidas
El seleccionador Löw había anunciado que en Brasil la flexibilidad del sistema de su equipo debería ser la gran fortaleza de Alemania. Llegado el momento, sin embargo, prefirió repetir con la formación que le dio el triunfo ante Portugal.
El planteamiento con dos “falsos laterales” en una línea de cuatro defensores centrales que tanto éxito le entregó en el primer partido, se convirtió en una gran carga contra Ghana. Los alemanes tuvieron problemas para construir un ataque ordenado desde el fondo. Sin profundidad por las bandas el equipo se presentó demasiado previsible en el primer tiempo, y los africanos, aprovechando su porte físico, lograron quebrar la creación por el centro del campo.
Alemania se encontró con el balón en los pies, intentando ganar tiempo, controlando los espacios, pero sin acercarse con peligro al arco rival. El equilibrio que tantos elogios recibió en el debut en el Mundial desapareció: Por fortuna para Alemania, esa pérdida la compensó el arquero Manuel Neuer, quien se convirtió en protagonista del partido al salvar en dos ocasiones a su equipo de irse en desventaja.
Para el segundo tiempo, pese a los problemas que Ghana desnudó, el entrenador alemán se apegó a su idea de jugar con cuatro centrales al fondo. Obligado por las molestias musculares de Jerome Boateng, Löw realizó una primera sustitución, pero en vez de enviar al campo a un lateral optó por darle espacio a otro central, Shkodran Mustafi.
Volver al pasado
Alemania siguió acusando los mismos problemas: pesadez, lentitud y un control de los espacios que le resultó inútil. El gol de Mario Götze que colocó a los alemanes adelante en el marcador cambió la poco la estructura del juego, no en vano el empate de Ghana llegaría unos minutos más tarde con el inexperto Mustafi cargando parte de la responsabilidad.
Cuando Ghana se fue adelante 2-1, el entrenador Löw cambió su estrategia. En vez de ganar en llegada por los costados optó por enviar a la cancha al experimentado Bastian Schweinsteiger por un Sami Khedira físicamente muy mermado, y a un verdadero delantero centro: Miroslav Klose.
Al veterano atacante alemán le bastó su primer contacto con el balón para igualar el marcador 2-2 y alcanzar a Ronaldo como máximo goleador de los Mundiales con 15 anotaciones. En vez de un “falso nueve”, Alemania se benefició de uno verdadero en el que lleva depositando su confianza durante cuatro Copas del Mundo.
El 2-2 fue atractivo para los espectadores, con un ir y venir de ambos equipos en dirección al arco contrario. Desde la perspectiva de Ghana se explica por la necesidad de ganar. Para Alemania, en cambio, fue más fruto del completo desorden, algo que muy poco puede satisfacer al cuerpo técnico, que había recomendado dosificar fuerzas y evitar el desgasto físico del equipo en las exigentes temperaturas de Brasil.
Un triunfo sobre Ghana hubiera clasificado a los alemanes directamente a octavos de final del Mundial. En vez de eso el empate ahora demanda que lo deje todo en el campo en el último partido contra Estados Unidos, algo que nadie deseaba. El partido dejó pocas cosas positivas, entre ellas, sin embargo, hay dos para destacar: el punto que se sumó, y el alivio de poder descargar la cruz del favoritismo a ganar el Mundial.