Alemania y la pandemia: "Atrapados en el tiempo"
5 de noviembre de 2021Recientemente, en el aeropuerto de Colonia-Bonn, intentando partir hacia unas vacaciones en Turquía, una empleada del mostrador de registro nos preguntó si estamos vacunados. Afirmamos, y esa declaración le resultó suficiente. Cuando estábamos a punto de mostrarle nuestros certificados de vacunación en el teléfono móvil, nos detuvo: "Les creo", dijo.
Y eso no está bien, sobre todo, porque no es un caso único. El manejo laxo de todo lo que logramos con gran esfuerzo hasta ahora en esta pandemia, lo que nos podría brindar más seguridad, se extiende a través de la sociedad.
Los certificados de vacunaciónsiguen, demasiado a menudo, sin ser controlados debidamente, también en restaurantes, bares, y a la entrada de eventos. En realidad, el código QR debería ser escaneado y comparado con el documento de identidad, para detectar falsificaciones, pero eso no sucede.
En marcha hacia el invierno, sin concepto
Ya sea en comercios, en el metro, en los ómnibus o en las escaleras mecánicas, en los lugares con gran afluencia de público ya casi no se respeta el distanciamiento. Las mascarillas cuelgan debajo de la nariz o del mentón. "Total, yo estoy vacunado", dicen algunos, y los demás no quieren saber nada del peligro o, simplemente, lo aceptan.
¿Dónde estaban en las últimas semanas los políticos que brindan orientación, elaborando conceptos claros y hojas de ruta en la pandemia, que establecen pautas y aseguran que las reglas también se cumplan?
Alemania, en el otoño boreal de 2021, es un país cuyo Gobierno está cayendo en el remolino de la cuarta ola de COVID-19 sin plan alguno. Un país en el cual las infecciones con coronavirus vuelven a subir de manera exponencial, y ya superan a las del otoño de 2020. En el que los hospitales hacen sonar las alarmas. Y en cuyas residencias para adultos mayores decenas de personas mueren por el Sars-CoV-2.
Todo recuerda al otoño de 2020
En la película de los años 90 "Atrapado en el tiempo" (conocida también como "El día de la marmota" en América Latina), un hombre se despierta cada mañana y tiene que vivir exactamente lo mismo que el día anterior, porque comete muchos errores y no aprende nada de ellos. La situación actual en Alemania me recuerda a ese filme, solo que, lamentablemente, no se trata de una ficción, sino de la realidad.
Creer que la vacuna lo solucionaría todo fue engañoso, un gran error. Sobre todo, porque en Israel se pudo ver muy pronto que, justamente, no es suficiente que solo dos tercios de la población estén vacunados. Un mensaje que, si bien fue escuchado en Alemania, no tuvo consecuencia alguna. Entre otras cosas, evidentemente, porque hasta finales de septiembre todos estaban ocupados con la campaña electoral, y, de pronto, el coronavirus ya no era un tema relevante.
¿Cómo reacciona Alemania ahora?
Durante las elecciones generales, a finales de septiembre, la gobernante Unión Demócrata Cristiana (CDU) y su socia bávara, la Unión Social Cristiana (CSU), salieron perdedoras. Angela Merkel y su gabinete gestionan aún formalmente el Gobierno. Pero el Partido Socialdemócrata (SPD), Los Verdes y el Partido Demócrata Liberal (FDP) negocian sobre una coalición.
Entretanto, Merkel advierte y activa las alarmas en vista del aumento dramático de las infecciones. Pero ¿quién la escucha todavía?
Desde hace días se está discutiendo infructuosamente si la canciller y los jefes de Gobierno de los estados federados deberían convocar a una cumbre pandémica. Luego de una conferencia de dos días con los ministros de Salud de los estados federados, el ministro alemán de Salud, Jens Spahn, hace presión para que se respeten mejor las normas y controles, y promueve la tercera vacunapara quienes ya han completado la pauta de dos dosis.
Pero todo esto llega demasiado tarde. Según los cálculos, ya en julio deberían haber comenzado a aplicarse las terceras dosis para los más ancianos y las personas con enfermedades preexistentes. En lugar de eso, en septiembre fueron cerrados todos los centros de vacunación.
Los estados federados decidirán nuevamente
Hasta hace poco se tenía la impresión de que Jen Spahn no contaba en absoluto con que la situación volviera a agravarse. Incluso abogó para que el 25 de noviembre se pusiera fin a la llamada "situación epidémica de alcance nacional" en Alemania, un constructo legal que amplía las facultades de decisión del Gobierno nacional en la lucha contra la pandemia. Y esto es algo que también acordaron los partidos de la futura coalición.
Así que, una vez más, cada uno de los 16 estados federados decidirá por sí mismo. Es decir, que Alemania se ve otra vez amenazada por el mismo caos del otoño de 2020. ¡Tampoco aquí se aprendió nada! Y ya se pueden ver algunos ejemplos de esa incoherencia.
Mientras que, en Sajonia, solo las personas vacunadas y las que ya tuvieron COVID-19 tendrán acceso a todas partes a partir del lunes (8.11.2021), esta semana, el estado de Renania del Norte-Westfalia abolió el requisito de llevar mascarilla en las escuelas.
Incoherencia por donde se mire
En Alemania, no se quieren imponer limitaciones a los vacunados, porque la política les prometió que eso no iba a suceder. Y los gobernantes tampoco se animan a dictar la vacunación obligatoria. Ni siquiera a los trabajadores de la salud ni a los empleados de residencias para adultos mayores.
Al menos en las residencias, los trabajadores y visitantes deberán someterse nuevamente a test de coronavirus gratuitos. Los demás seguirán pagando las pruebas de su propio bolsillo, lo que significa que muchos ya ni siquiera los harán.
¿Cerrar los ojos y seguir adelante? Estamos ante semanas difíciles, dijo el ministro alemán de Salud. Y es cierto. Pero que estemos viviendo el segundo invierno pandémico, y probablemente el más devastador, podría haberse evitado.
(cp/rml)