Alepo o el fracaso de la comunidad internacional
16 de diciembre de 2016A Conny Lennenberg se le nota la conmoción en su voz. Intenta mantener la calma. Trabaja como directora regional de Oriente Próximo para la organización humanitaria World Vision. Desde hace 25 años colabora en el departamento internacional de cooperación al desarrollo. Está consternada con lo que sucede en la actualidad en Alepo. "La situación allí es de momento catastrófica. Los hospitales no están funcionando, no hay servicio sanitario y no se puede garantizar en gran parte el abastecimiento de agua y alimentos”, dice.
Alepo era el último baluarte de los rebeldes sirios. Entretanto, el Ejército sirio ha reconquistado casi totalmente la ciudad con ayuda de Rusia e Irán. A principios de esta semana se acordó un alto el fuego, pero este 14 de diciembre, la batalla continuó. Los periodistas, que trabajan allí, describen Alepo como una ciudad en ruinas.
Miedo por la población civil
La organización World Vision está activa en Siria desde hace cuatro años. No es una tarea fácil. Conny Lenneberg quiere sobre todo asegurar el abastecimiento básico de agua y alimentos. Le preocupa sobre todo la situación de la población civil: "Tenemos mucho miedo por lo que está sucediendo a la población civil. El hecho de que mujeres, niños y hombres, que no tienen nada ver con el conflicto armado, estén entre los dos frentes, muestra el fracaso total de la comunidad internacional”, dice.
Se evaporó una vez más la esperanza de una paz duradera. La situación se halla en un callejón sin salida y la comunidad mundial se muestra reñida ante el conflicto sirio. A principios de octubre de 2016, los Estados Unidos suspendieron las negociaciones directas con Rusia sobre una tregua en Siria. Mientras tanto, la guerra civil sigue viva en Siria con toda su crueldad. Millones de personas han fallecido en el país desde 2012.
El pueblo obligado a huir
La crueldad de las batallas obliga a la gente a huir del país. Desde el comienzo de la guerra civil, 12 millones de personas lo han hecho. Es decir, más de la mitad de la población siria.
Conny Lenneberg, teniendo en cuenta estas cifras alarmantes, no oculta su desprecio hacia la comunidad internacional. "Como ustedes, cuando crecí también me vi confrontada con historias de la Segunda Guerra Mundial. Mi abuela me contaba cómo huyó con cuatro niños pequeños. En medio del invierno, sin saber su destino, dónde se podía alojar, dónde encontraría algo de comer. Tras la Segunda Guerra Mundial, las Naciones Unidas se fundaron por un motivo muy concreto: para evitar que el sufrimiento se repitiera”, dice . En Siria "vemos que desde hace cuatro años, la comunidad internacional no es capaz de cumplir con sus obligaciones”, comenta totalmente desilusionada.