Ambientalistas critican consumo de carne en Europa
9 de noviembre de 2011“El excesivo consumo de carne en Europa fomenta el hambre en el mundo”, advirtió el presidente de la organización alemana de protección al medio ambiente y la naturaleza BUND, Hubert Weiger. En el marco de un encuentro internacional de especialistas en Berlín el experto destacó que para la producción de carne en Europa son necesarias unas 35 millones de hectáreas de tierra cultivable en otras regiones del mundo de manera que se pueda abastecer la demanda de pienso animal.
“Lo que está sucediendo a escala global es una demanda de tierras para satisfacer las necesidades y los hábitos de consumo de países industrializados, y crecientemente de economías emergentes como China e India”, resume el ingeniero agrónomo argentino Walter Pengue, en conversación con Deutsche Welle. El experto añade que en América Latina, cada vez más superficies cultivables son destinadas a lo que se conoce como “cash crop”, monocultivos destinados a la exportación que generan muchas divisas.
Competencia entre alimentos y biocombustibles
Lo que en algún momento fue el café, el cacao o el algodón, ahora es la soya, leguminosa que satisface la creciente demanda mundial de biocombustible y de pienso animal y con ello sostiene la creciente producción agropecuaria de países industrializados.
“Si esto lo extrapolamos a escala mundial estamos viendo que por primera vez en la historia, donde de por sí ya había problemas en la producción de alimentos ahora hay una competencia fuerte entre la industria de alimentos y la industria bioenergética, que genera un aumento en los precios de alimentos”, afirma Pengue. Ello supone un golpe para las economías más débiles, empujando por debajo de la línea de la pobreza y del hambre a más de 100 millones de personas. “Una cosa inverosímil en un mundo que tiene una disponibilidad de biomasa que si fuera distribuida equitativamente podría alimentar a todos los seres humanos”, dice el académico de la Universidad Nacional de General Sarmiento.
La sobreproducción de carne fue el centro de las críticas. Según las cifras de la Oficina Federal de Estadísticas, tan sólo el año pasado Alemania produjo un excedente de 8 millones de toneladas de carne, lo que se traduce en unos 100 kilos de carne por habitante al año, cuando el consumo per cápita es de 60 kilos.
¿Qué pasa con el excedente?
El alemán Francisco Marí, representante del Servicio de las Iglesias Evangélicas Alemanas para el Desarrollo, (EED), explica que lo que comenzó como un fenómeno de precios bajos en Europa se ha transformado en un sistema que recuerda el yugo colonial de hace siglos.
“La situación comenzó hace unas décadas cuando los precios bajos provocaron que en Europa se consumiera preferentemente las partes “nobles” del animal, la pechuga del pollo, el filete, de manera que comiendo el 20% del animal que matamos, quedaban muchos restos para los cuales no había mercado ni en el centro ni en el norte de Europa”, explica Marí. La pechuga de pollo se convirtió en la respuesta de multinacionales que atendían a la demanda de carne baja en calorías, impulsada por la preferencia de las mujeres en los países industrializados.
Los sobrantes que nadie quería se hicieron harina animal, pero ésta dejó de producirse tras una prohibición impuesta a raíz del mal de las vacas locas. Después de venderse en Rusia y países del Cercano Oriente, esos retazos de carne acabaron en África.
Según la Comisión Europea, tan sólo el año pasado fueron exportadas 290 toneladas de carne de ave a África, 90.000 toneladas más que el año pasado. A Rusia y Asia fueron exportadas 2,7 millones de toneladas de carne de cerdo y 1,3 millones de toneladas de carne de ave. En el encuentro en Berlín dichas cifras fueron llamadas “escandalosas”.
No hay suficientes pechugas
“Como los europeos no tenemos suficientes pechugas, tenemos que aumentar nuestra producción para obtenerlas, como no es bastante, entonces importamos de Brasil, pero las partes que no queremos se quedan en Brasil entonces el país sudamericano también exporta esos restos de pollo a África. Y todo por ése hábito de los consumidores europeos de sólo comer pechuga”, advierte Francisco Marí.
El costo de producción por kilo de pollo en Alemania es de 1,50 euros por kilo, pero éste se vende a 60 centavos. “Con la pechuga que se vende a 9 euros el kilo se pagan varios pollos, por eso los exportadores pueden vender más barato que lo que se produce, pero es desleal desde el punto de vista comercial y lo prohíbe la OMC, pero ningún país en desarrollo ha ganado ni ha empezado un proceso contra un país industrializado”, destaca Marí.
El experto critica que para aumentar la producción de carne en Europa, se destruyan selvas y bosques en Sudamérica para destinarlos al cultivo de soya, necesario para alimentar a los animales que se consumen en el Viejo Continente. “Es una cadena increíble. Si consumiéramos el animal completo reduciríamos el consumo y no habría esos desequilibrios y tanta destrucción en África y América Latina”, destaca.
Marí advierte que entre tanto las importaciones de carne no se limitan a Brasil, en los últimos años países como México y Argentina han irrumpido fuertemente con crecientes exportaciones de pechuga a Europa.
El experto concluye subrayando la necesidad, que defienden muchos movimientos en Alemania, de dar una protección a las economías más débiles ante el comercio desleal. “Eso lo prometía Doha, pero como las negociaciones han fracasado entonces no hay protección”.
Autora: Eva Usi
Editor: Pablo Kummetz