Amnistía Internacional presentó su reporte anual
13 de mayo de 2011Amnistía Internacional advierte que el 2010 comenzó con un duro recordatorio de lo frágiles que pueden ser los derechos humanos conquistados con tanto esfuerzo a lo largo de los últimos 50 años. El terremoto que devastó Haití en enero, que dejó un saldo de más de 230.000 muertos y más de un millón de desplazados, también dio paso a un espectacular aumento de las violaciones sexuales, que la organización califica como un fracaso de las autoridades para garantizar la seguridad de las mujeres y las niñas en los campamentos.
En el 2010 se observó que la expansión de las industrias agrícolas y extractivas en América Latina; los enormes proyectos de desarrollo, como embalses y carreteras en territorios tradicionalmente habitados por pueblos indígenas siguen siendo motivo para que ocurran graves y numerosas violaciones a los derechos de esos habitantes en Argentina, Brasil, Chile, Colombia, Guatemala, Panamá, Paraguay y Perú. “Esos grandes intereses económicos influyen sobre el ámbito político y afectan gravemente a estas comunidades, los indígenas siguen siendo considerados ciudadanos de segunda clase en dicha región”, afirma Javier Zúñiga, experto de Amnistía Internacional para América Latina.
En Colombia el conflicto interno que lleva ya 45 años sigue afectando gravemente a la población civil que sufre la peor parte de las hostilidades. Miles de personas fueron víctimas de desplazamiento forzado, homicidio, secuestro o desaparición forzada a manos de la guerrilla, de las fuerzas de seguridad o de los paramilitares. La población más vulnerable fue la más acosada: comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinos.
Los activistas, los más incómodos
Zúñiga destaca que el motor en la defensa de los derechos humanos a lo largo de este medio siglo han sido los activistas, un ejército de héroes anónimos que a menudo tienen que pagar con su vida por defender a las víctimas de injusticias. En Brasil, Colombia, Cuba, Ecuador, Guatemala, Honduras, México y Venezuela la organización registró numerosos reportes que acoso y violencia contra activistas. “Son considerados como lo más peligroso porque dan a conocer la verdad frente a las mentiras de la prensa oficial y por ello callarlos es una estrategia que han seguido la mayoría de los países”, dice.
Adicionalmente la pobreza, la delincuencia organizada así como la proliferación de armas en numerosos países de América Latina han multiplicado los abusos. Los cinturones de pobreza en México, Centroamérica, Brasil y el Caribe tienen atrapada a la población entre la violencia de las bandas organizadas y los abusos perpetrados por las fuerzas de seguridad.
El informe señala que la corrupción endémica de las instituciones del Estado redujo la capacidad de éstas para responder adecuadamente a la delincuencia organizada y han recurrido crecientemente al ejército. “En México el despliegue del ejército para combatir la delincuencia organizada ha dado lugar a numerosos informes de violaciones graves de los derechos humanos, incluídos homicidios, desapariciones forzadas, torturas y detenciones arbitrarias", advierte el reporte.
Libertad de expresión
Una de las cuestiones que aborda el reporte 2010 es la falta de derecho a la libertad de expresión, de asociación y de reunión. “Fue la falta de estos derechos lo que condujo a la explosión popular en África del Norte, comenzando por Túnez y Egipto, que luego se extendió a Jordania, Yemen, Bahréin y Siria. La nueva generación ha dicho: ¡Basta!, ya no queremos seguir viviendo con esta falta de libertad. El internet y los medios sociales, Twitter y Facebook, han jugado un papel muy importante, pero gracias al fermento social que existía previamente”, advierte el experto.
América Latina es una región peligrosa para quienes trabajan en los medios de comunicación. Sólo en Asia hubo más homicidios de periodistas durante el 2010. Casi 400 comunicadores sufrieron amenazas y ataques. Por lo menos 13 periodistas murieron y los agresores no han sido identificados.
“Este año creemos que los gobiernos deberían tomar medidas muy concretas para proteger la libertad de expresión en el continente y proteger a los defensores de ella. Eso sería la mejor manera de detener la espiral descendiente que observamos en América Latina”, señala Zúñiga
Cincuenta aniversario
Amnistía Internacional cuenta hoy en día con más de 3 millones de simpatizantes y activistas en más de 150 países. Cuando la organización comenzó la campaña contra la pena de muerte en 1977 dieciséis países habían abolido la pena capital, hoy lo han hecho 96 naciones. Sin embargo, la organización denuncia que todavía dos terceras partes de la población mundial no tiene acceso a la justicia, pues en muchos países impera la corrupción y la discriminación.
La organización, que recibió el Premio Nobel de la Paz en 1977, se ha ido desarrollando junto con el sistema mundial de defensa de los derechos humanos con la promulgación de una serie de tratados internacionales, desde la convención contra la tortura, hasta la que protege los derechos de la infancia.
Fue un artículo de periódico lo que provocó una reacción inesperada de la comunidad internacional lo que condujo a la fundación de Amnistía Internacional hace 50 años.
La nota titulada "Los prisioneros olvidados", firmada por el joven abogado de origen judío Peter Benenson en el diario The Observer, fue traducida y publicada en otros países. En él abordó el caso de dos estudiantes portugueses que habían sido condenados a siete años de cárcel durante la dictadura de Salazar (1932-1968) por haber brindado en un café de Lisboa por la libertad.
El artículo provocó una avalancha de cartas de protesta con la que la comunidad internacional manifestaba su repudio al régimen portugués. Julio de Peña Valdés, prisionero de conciencia en República Dominicana en 1971 cuenta lo que pasó cuando Amnistía echó a andar una campaña pidiendo su liberación. "Cuando llegaron las primeras 200 cartas los guardias me dieron mi ropa. Cuando llegaron las siguientes 200 me vino a ver el director de la prisión y cuando llegó el siguiente paquete el director le llamó a su superior. Pero las cartas seguían llegando y sumaron unas 3,000, hasta que fue informado el presidente".
Autora: Eva Usi
Editor: Enrique López