América Latina, un continente desunido y sin portavoz
12 de mayo de 2006DW-WORLD: ¿Qué se puede esperar de la cumbre de Viena?
Wolf Grabendorf: Muy poco, porque desde la primera cumbre en 1999 en Río de Janeiro, en donde fue anunciada la asociación estratégica entre la Unión Europea y América Latina, las relaciones entre las dos regiones han empeorado. Dudo mucho que en Viena se viva un recomienzo de éstas.
¿Por qué empeoraron las relaciones? ¿Se debe al hecho de que la Unión Europea ha menospreciado a América Latina entregándola a la influencia de Estados Unidos?
Ése es el reclamo que hacen los latinoamericanos, que han sido menospreciados, que la UE se ocupa demasiado de Asia y China. Pienso que la razón es más profunda. América Latina no ha conseguido acompañar el ritmo de la globalización. No se modernizó como Asia y no consiguió hablar con una voz porque su identidad se deshace.
¿Y por qué los países de la región no consiguen unirse?
Eso es una cuestión que tiene que ver con la cultura política. América Latina es, depués de Europa, el continente con mayor número de propuestas de todo tipo de integración. Sin embargo, ninguna consigue imponerse. Ni siquiera las grandes esperanzas que la UE depositó en Mercosur pudieron ser concretadas, pues en este momento entre Argentina y Uruguay sólo se escuchan declaraciones de odio por cuestiones medioambientales.
¿Por qué el acuerdo UE-Mercosur no será concluido en Viena?
El motivo es que los europeos han subestimado la importancia de la cuestión agrícola para el Mercosur, porque Brasil probablemente será el mayor productor y suministrador de alimentos a nivel mundial. Y justamente a esos productos, ofrecidos en parte también por Argentina y Uruguay, la UE no les ofrece oportunidades. Por otro lado, los países del Mercosur subestimaron los grandes intereses europeos en la apertura del mercado, sobre todo el de Brasil, para sus productos industrializados. Y, en este caso, los brasileños intentan proteger su producción.
¿Qué opina usted de la Alternativa Bolivarina para las Américas (Alba), proyectada por Hugo Chávez, Fidel Castro y Evo Morales?
Esos son proyectos políticos que no dan resultados en el ámbito de la globalización. Por eso es preciso verlos más como una defensa en relación a las intenciones norteamericanas que como algo viable que vaya a traer ventajas económicas para la mayoría de los países. La ventaja económica se queda con Chávez en función a los precios del petróleo.
Hugo Chávez es festejado como la estrella de la izquierda latinoamericana. ¿Va a robarle la escena a Lula en Viena y el papel de liderazgo del presidente brasileño en América Latina?
Chávez no es lo que en Europea se llamaría izquierdista. Es un populista con una gran capacidad pragmática para adaptarse a diferentes situaciones. De cierta forma es comparable a lo que fue Perón. Ciertamente no es un socialista, aunque a él le guste decir que lo es. Chávez es un líder por haber sido el primer presidente latinoamericano en colocar en el orden del día la cuestión de la redistribución de la renta. Eso es hoy es repetido por casi todos los otros presidentes, sin embargo, él es el único que lo hace. Porque dispone de los recursos provenientes del petróleo. Lula no consiguió redistribuir la renta y por eso perdió influencia tanto en el Brasil como en el liderazgo de la región.
¿Lula no consigue ejercer el liderazgo que se espera de él en la región?
Debido al enorme debilitamiento de su partido, envuelto en escándalos de corrupción, Lula perdió mucha legitimidad en su propio país. Y a pesar de su hábil política externa no tiene grandes cualidades de liderazgo en la región en parte debido a que Brasil, en la cuestión de Mercosur, no se comportó como una potencia líder sino que defendió demasiado sus propios intereses. Aparte de eso, Brasil se ocupa hoy en día más con África, China e India que con la propia América Latina.
¿Fue demasiado débil la reacción brasileña ante la nacionalización del gas en Bolivia?
Depende de lo que se considere una reacción débil. La nacionalización en América Latina se ha tornado algo normal en los altos y bajos de décadas de relaciones con los grandes empresarios, mayormente extranjeros. La reacción de los brasileños no fue indolente. Por el contrario, ellos serán quienes mayores probabilidades tienen de llegar a un buen acuerdo con los bolivianos debido a la vecindad y a la dependencia directa del gas de Bolivia. Aparte de eso, Morales señaló que está más dispuesto a negociar con empresas estatales, como es el caso de Petrobrás, que con las grandes multinacionales que corresponden más a su imagen del enemigo.
¿Bolivia es un modelo o un fantasma para América Latina?
Es un modelo en cuanto a transformar en presidente, sin violencia, a un representante de una minoría, los indios, que en la verdad constituyen la mayoría del país. Evo Morales tiene una enorme legitimidad porque venció en las elecciones con 53% de los votos. Eso no debe ser olvidado en el exterior. En este sentido, Bolivia es un modelo para Estados como Ecuador, por ejemplo. Pero es necesario esperar para ver si se trata también de un modelo en cuanto a su relación con los inversionistas extranjeros. Se acabó el tiempo de los grandes lucros que han obtenido en base a los contratos vigentes hasta ahora. Todo depende de que cuáles de esas firmas consigan o no arreglarse con el Gobierno boliviano en los próximos seis meses.
¿Pueden resolverse los actuales problemas económicos latinoamericanos con el populismo y las nacionalizaciones?
Hasta ahora no se ha encontrado ningún modelo capaz de resolver los problemas económicos de la región. El modelo de apertura de mercado, preferido hasta ahora, contribuyó más a la pauperización de la población que a un mejoramiento de la situación social. Lo que tenemos hoy en América Latina es una insatisfacción generalizada en la mayoría de la población con la política económica. Una política que favorece a una pequeña élite, y que aun en los años de crecimiento económico redistribuyó poca riqueza en las capas inferiores. Esa insatisfacción es la que lleva a elegir a los populistas que parecen ofrecer soluciones fáciles, justamente porque pasaron muchos años de promesas incumplidas por los gobiernos.
El neopopulismo despertó el interés de la media europea por América Latina. ¿Eso ayuda o debilita la posición de la región en las relaciones con la UE?
No existe una postura común de la región. Ése justamente es el problema que se ve en la Cumbre de Viena: no hay un portavoz para la región. Existen algunos dirigentes que representan determinadas tendencias, como Chávez y Morales por un lado, y Lula y Bachelet por otro. No existe una tendencia general para la región. Tampoco se puede afirmar que América Latina está girando hacia la izquierda cuando muchas de las políticas económicas no son izquierdistas.
¿Quién es hoy el socio latinoamericano más confiable para los europeos?
Como interlocutor, los europeos consideran a Chile especialmente confiable y estable. Y no sólo es el interlocutor más confiable sino el más fácil. Chile, sin embargo, está relativamente aislado y no representa las transformaciones que aún cabe esperar en la región. Por eso, la Cumbre alternativa de Viena también cuestiona que la UE apueste siempre por los conocidos y plantea la necedad de desarrollar políticas diferenciadas para los países de la región.
¿Y qué se puede esperar de los encuentros bilaterales que tendrán lugar durante la Cumbre de Viena, como es la reunión de Lula con Merkel?
Esos encuentros reflejan una tendencia verificada tanto en la UE como en América Latina, en cuanto al fortalecimiento de los contactos bilaterales. Lo que parece que no tendrá lugar es la pretensión europea de una relación entre bloques. Eso no funciona, porque los esfuerzos de integración en América Latina nuevamente se encuentran en una grave crisis.