La Antártida se derrite
10 de mayo de 2012Pocos se asombran cuando oyen hablar del derretimiento del hielo en el Polo Norte y en el Polo Sur porque ese y otros efectos del calentamiento global han sido discutidos en la arena pública con frecuencia. Pero los hallazgos recientes del equipo liderado por Hartmut Hellmer, del Instituto Alfred Wegener para la Investigación Polar y Marina de Bremerhaven, han sembrado inquietud en la comunidad científica por sus sombrías implicaciones: masas de agua tibia pueden derretir el hielo en zonas hasta ahora insospechadas de la Antártida.
El continente en el Polo Sur y las aguas que lo rodean constituyen eso que llamamos la Antártida. Enormes montañas y valles pronunciados surcan su topografía, pero un manto de hielo atenúa las irregularidades del paisaje, no sólo en tierra firme: unidas a la orilla por un glaciar, placas de hielo se extienden mar adentro formando mesetas flotantes. A pesar del frío que allí impera y de la oscuridad que se cierne sobre esta región durante medio año, la Antártida palpita con vida; ella es el hogar de un ecosistema muy particular.
Hasta ahora, los investigadores creían que era sobre todo el hielo en el mar de Amundsen, en el oeste del continente antártico, el que se estaba derritiendo como consecuencia de los cambios climáticos. Fue por casualidad cuando los colaboradores de Hartmut Hellmer se percataron de un detalle que el resto de los observadores de la Antártida habían pasado por alto. Ellos analizaban modelos computarizados para medir la contribución del hielo en tierra firme al ascenso del nivel del mar cuando notaron algo inusual.
Vaticinios preocupantes
“Por pura curiosidad calculamos el ritmo de derretimiento del hielo y nos dimos cuenta de que la curva correspondiente al año 2090 se disparó hacia arriba”, cuenta Hellmer, un oceanógrafo experimentado. Su equipo buscó el origen de las masas de agua generadas por el derretimiento del hielo y descubrieron que provenían de la meseta de hielo Filchner-Ronne, en el mar de Weddell, una formación descrita por los expertos como robusta de cara a los efectos del calentamiento global.
Los modelos computarizados de los investigadores de Bremerhaven desmontaron esa convicción, demostrando que el mar de Weddell no es inmune al influjo de los cambios climáticos. Las crecientes temperaturas del aire ocasionarán una reacción en cadena: el aire caliente hará que el hielo flotante se vuelva cada vez más delgado y quebradizo, un frente se abrirá y permitirá que agua tibia fluya hacia la parte inferior de la meseta de hielo, y esas corrientes más cálidas hará que la meseta de hielo se derrita por debajo.
“Nuestros cálculos sugieren que ese escenario puede consumarse a finales de este siglo”, comenta Hellmer. Ese proceso podría ocasionar un ascenso adicional del nivel del mar de 4,4 milímetros al año. “Pero ese es el peor de los casos posibles. También es probable que el sistema cambie en algún momento y que el ascenso anual del nivel del mar se reduzca”, agrega el especialista, enfatizando que los modelos computarizados sobre los que se basan estas predicciones son muy precisos.
Autores: Brigitte Osterath / Evan Romero-Castillo
Editor: Pablo Kummetz