Asilo y migración en América Latina: límites difusos
20 de junio de 2017Según ACNUR, en México se registraron en 2016 casi 9.000 solicitudes de asilo, pero el número de migrantes económicos que quieren permanecer en el país o seguir hacia Estados Unidos, creció a medio millón. "Se trata de flujos mixtos. Quienes huyen de la persecución y la violencia dan testimonios horribles, pero muchos no saben de la posibilidad de pedir asilo en México. Por eso, ACNUR lleva a cabo campañas informativas dirigidas a potenciales refugiados" dijo a DW Francesca Fontanini, de ACNUR México.
"Las crecientes actividades de organizaciones criminales, el despojo de tierras, el reclutamiento forzado de menores, la violencia contra las mujeres y las violaciones de derechos humanos hacen que el número de personas que quieren abandonar sus países aumente dramáticamente”, agrega la experta de ACNUR.
"La mayoría de los inmigrantes en México, más de un 90 por ciento, provienen de solo tres países: Honduras, El Salvador y Guatemala”, dice Fontanini. Países, donde la violencia no estatal ha alcanzado en los últimos años dimensiones antes desconocidas y donde el Estado no está en condiciones de frenarla.
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Solo entre octubre y diciembre de 2015, casi 40.000 personas cruzaron la frontera entre México y los Estados Unidos, según cifras de ACNUR. El número de solicitudes de asilo aún no resueltas de personas provenientes de esa región pasó de 21.000 en 2012 a 110.000 en 2015, incluidos Canadá y Estados Unidos.
ACNUR se ocupa de los solicitantes de asilo y refugiados. Pero, lo importante es en todos los casos que no solo se conceda asilo, sino que las personas sean integradas en la sociedad”, subraya la experta.
Instituciones débiles
Un desafío especial representa la gran extensión territorial del "Triángulo del Norte” junto con México. Particularmente difícil es identificar las cambiantes rutas migratorias. Las fronteras son permeables, los flujos fluctúan. Y los diferentes Gobiernos no aplican una política coordinada. Ni siquiera están a menudo en condiciones de aplicar las leyes existentes, poseen escasos recursos humanos y materiales y frágiles instituciones.
En el Caribe se registra un complejo fenómeno de migraciones mixtas, en las que quienes necesitan protección internacional viajan al lado de migrantes económicos. La región produce refugiados y es, simultáneamente, una senda de tránsito para refugiados y solicitantes de asilo que buscan llegar a América del Norte.
El creciente número de llegadas tensa los limitados recursos y capacidades de las pequeñas islas y estados costeños del Caribe. La situación afecta negativamente las posibilidades de que personas necesitadas de protección puedan presentar sus solicitudes de asilo. Bandas de traficantes de personas, que envían en embarcaciones precarias a los refugiados, agudizan aún más la situación.
También hay esperanza
Pero también hay esperanza. El Gobierno de Colombia continuó el diálogo de paz con las FARC para finalizar el conflicto armado de 50 años que ha generado más de 6,7 millones de desplazados internos y cerca de 350.000 refugiados. Las negociaciones concluyeron con la firma de un acuerdo de paz entre el Gobierno y las FARC en junio de 2016.
"En el flujo de refugiados de Colombia, Ecuador ha aplicado una generosa política de acogida de refugiados. De los 60.000 refugiados en el país, el 90 por ciento proviene de Colombia”, dice Fontanini. Por otra parte, la situación en Colombia comienza a normalizarse, con la aplicación de una justicia transicional que trata de terminar con el espíritu de venganza que reinó tanto tiempo en el país.
Las autoridades de la República Dominicana han asegurado que no deportarán a personas indocumentadas que tengan derecho a la nacionalidad dominicana y analizan opciones para hallar soluciones de identificación para apátridas.
En el sur de la región, Brasil y Argentina, con sus grandes comunidades de personas con antepasados en el Próximo Oriente, se han transformado en destino de muchos refugiados actuales de esa región: "Brasil ha acogido a unos 8.000, sirios, pero también colombianos y africanos, y Argentina, a unos 3.000, particularmente de Siria”, dice Fontanini. La integración en las comunidades no debería ser en esos casos problema alguno.