Ataque racista en Potsdam queda impune
15 de junio de 2007En su tiempo fue uno de los temas principales en la agenda política de Alemania. Se acercaba el Mundial de Fútbol 2006, y las autoridades tenían todo preparado para presentar a la nación como "anfitriona del mundo, en paz", y como "país de las ideas".
Se esperaba con ansia, sobre todo, la presencia de millones de aficionados de todo el orbe, quienes asisirían a los encuentros de balompié o participarían en actividades colaterales al torneo. Era la oportunidad perfecta para promocionar una renovada "marca Alemania".
Al borde de la muerte
Todo estuvo a punto de cambiar la madrugada del 16 de abril de 2006, exactamente a las tres y 58 de la mañana. En una parada de autobús de la ciudad de Potsdam, Ermyas M. fue atacado brutalmente por desconocidos que le propinaron una paliza y le dejaron lesiones que pusieron en peligro su vida.
No conformes, los agresores profirieron insultos de corte racista contra su víctima; no dejaron de golpearla, pese a que se hallaba tirada e indefensa, sino hasta que un conductor de taxi se detuvo en el lugar.
Ante esto, los delincuentes huyeron dejando apenas leve rastro de su presencia. Esto último fue lo que abrió las puertas para que el acto quedara definitivamente impune.
El suceso conmovió a la clase política. Por una parte, hubo quienes pretendieron minimizar lo sucedido. El ministro del Interior, Wolfgang Schäuble, puso en duda que la agresión hubiese sido motivada por el racismo.
Por otra parte, se exigió acción inmediata encaminada a resolver el crimen, que amenazaba con dañar seriamente la imagen de Alemania. Voceros del gobierno recomendaron el establecimiento de "zonas peligrosas" para los visitantes.
La investigación fue atraída por la Fiscalía Federal, a cargo del juez Kay Nehm, debido al carácter sensible que en ese momento tenía el caso para las autoridades.
Un expediente más
El asunto nunca dejó de ser grave, pero se diluyó de la discusión pública a medida que transcurrió el proceso jurídico. Las primeras órdenes de aprehensión fueron giradas el 21 de abril de 2006, cinco días después del ataque. Dos sospechosos habían sido detenidos horas antes. Entre tanto, la víctima yacía en estado de coma.
Ya desde entonces, el caso se tambaleaba por el peso, o falta de él, en la evidencia: una grabación poco clara en la que se alcanzaban a distinguir las frases racistas, pero que no permitía identificar al autor.
El 26 de mayo de ese mismo año, la Fiscalía Federal trasladó de nuevo la investigación a la jurisdicción de Potsdam, la cual decidió presentar cargos.
"No estoy en guerra"
El proceso formal contra los dos sospechosos comenzó el 7 de febrero de 2007, y concluyó con la sentencia dictada este viernes. "Fue la aplicación típica del axioma in dubio pro reo", aseveró el juez responsable, Michael Thies.
Todas las partes, incluyendo a la víctima, acataron el fallo. "Si no hay pruebas suficientes, los acusados deben salir en libertad", dijo Ermyas M. "No estoy en guerra con ellos".
El ataque entra de este modo a ser cosa juzgada. Desde el punto de vista jurídico, los acusados no lo son más: están libres de toda culpa.
Pero del mismo modo, durante el proceso se pudo comprobar que en efecto sucedió un ataque racista contra la víctima. Ahí están las grabaciones, los insultos, la agresión física y el odio. Y los responsables, sean quienes fueren, lograron evadir a la justicia.