"Au Pair" latinoamericanas en Alemania: historias no muy felices
1 de marzo de 2005Para Catalina Jiménez Alemania era un país del que sólo había escuchado en las noticias o leído en la carátula de una fábula cuyo nombre no recuerda. Para ella, Alemania estaba perdida en algún lugar de Europa llena de familias con niños sin mamá, o por lo menos con padres muy atareados. ¿Por qué entonces no ayudarles con los chicos y aprender su idioma? Pero tan pronto llegó al aeropuerto de Múnich, proveniente de Colombia, sintió que este país se lo habían pintado de otra forma. La gente no le pareció tan simpática como se lo había contado la persona que la contactó en una apartada provincia andina.
El trato era intercambiar servicios: ella podía aprender alemán a cambio de ayudarle a la ocupadísima señora de la casa con la crianza de los niños, el lavado y planchado de la ropa y la cena para su marido. Catalina se convertiría en "chica au pair". ¡Vaya pomposo nombre!, se dijo entonces. Su significado empero, le era absolutamente extraño. Las cosas empezaron mal…
Crecen las quejas por maltratos
El concepto "au pair", por su voz en francés, no es otra cosa que una forma de intercambio de servicios "a la par", a nivel privado. Hoy, es este un sector comercial en auge en América Latina y en Alemania. Pero al lado de las historias exitosas hay un fondo turbio. El consulado de Colombia, por ejemplo "ha recibido en los últimos días más de 20 quejas", dice Gloria Navarro, encargada de asuntos consulares de ese país en la capital alemana.
Frecuentes reportes de irregularidades han alertado incluso al Gobierno socialdemócrata y Verde que ha emitido una nueva ley para mejorar las condiciones de las/los jóvenes. "Aunque, por lo general, tanto los jóvenes que buscan mejorar su alemán aquí, como las familias anfitrionas dicen estar satisfechos con los servicios prestados de parte y parte, se registran casos de empleo ilegal y hasta de explotación y maltratos por parte de dichas familias", dijo a DW-World un vocero del Ministerio federal de Familia y Juventud.
Nueva ley de protección
La nueva reglamentación exige a los consulados comprobar en los solicitantes de visa para au pair conocimientos básicos de alemán. En otros casos, la Agencia Federal de Trabajo exigirá de los solicitantes un examen de idioma cuando estos se acerquen a solicitar permiso de trabajo. Con ello, se quiere asegurar que los jóvenes estén en capacidad de buscar ayuda en caso de que tengan problemas en/o con las familias anfitrionas.
La protección está plasmada en un folleto informativo "Au pair bei deutschen Familien" que los jóvenes recibirán cuando asistan a oficinas oficiales. Allí se resalta que cuando se tengan problemas jurídicos, pueden y deben comunicarse con las oficinas de extranjería locales o las Agencias federales de Trabajo. Dicho ministerio abrirá una línea telefónica gratuita a la cual los jóvenes podrán llamar las 24 horas del día.
Lo concebido como vía de integración con la cultura y el idioma mediante la convivencia con una familia extranjera se convierte, en ocasiones, en una pesadilla. Catalina había sido asignada a una familia en la provincia bávara. Allí la señora de casa desaparecía semanas completas; no sin antes dejar la administración de la casa y el cuidado de los niños en manos de la joven latinoamericana que, a duras penas, podía saludar en alemán.
Una sobrecarga impensable para una joven que ni siquiera sabía orientarse en la capital de su propio país. Con todo el trabajo por hacer, a Catalina no le quedaba tiempo para asistir a las clases de alemán. Pronto vinieron los gritos, los insultos y, por último, las amenazas de entregarla a la policía. Sin que Catalina se enterara, su visa había vencido y de ello no había sido informada por la agencia que la contactó en América Latina. Lo más paradójico: la misma madre, esposa, profesional y anfitriona que estaba "esclavizando" a Catalina, pertenecía a los altos mandos de la misma policía alemana.
"Tráfico legal de personas"
Para la psicóloga Liliana Gordon, especializada en víctimas y victimización y ex trabajadora social de Caritas International, ciertas agencias han hecho de los servicios au pair "un tráfico legal de personas". El negocio es redondo y sofisticado: "Las chicas pagan en los países de origen altas sumas a intermediarios – a menudo asumiendo injustas deudas – y aquí son las agencias las que reciben comisión por las chicas que "son fáciles de vender".
La ley alemana prevé que las jóvenes reciban 205 euros mensuales. A partir de 2006, los honorarios subirán a 260 euros. Una suma irrisoria si se tiene en cuenta que sólo el transporte público mensual cuesta en ciudades como Colonia o Bonn 64,30 euros. Según las reglas emitidas por el ministerio alemán de Familia y Juventud "los beneficios deben ser mutuos". Así que la relación entre chica au pair y familia anfitriona debe ser "familiar". El ente lo dice muy claro: "las jóvenes au pair no son empleadas domésticas". Pero la realidad es otra: "muchas familias no dejan estudiar a las chicas que se desesperan sin poder comunicarse", dice a DW-WORLD la joven ex au pair peruana Julia Deglane. La televisión es, a veces, lo único que les queda.
Incomunicadas y sin hablar alemán
El monetarismo de algunas agencias es un mal que Heike Majer reconoce. Majer es la propietaria de una agencia de servicios a la par en el sur del país. "Algunas empresas se olvidan de las chicas y sólo les interesa que las familias que las solicitan les paguen su comisión, dejándolas al albedrío de familias que no están preparadas para recibirlas en sus casas y sin que éstas tengan ni siquiera un número teléfonico a donde llamar para pedir ayuda." La misma Asociación alemana de servicios "Au Pair Society", parece haber perdido su crédito por no controlar a sus ovejas.
Para muchas, las reformas llegan tarde o nunca se enterarán, si los consulados alemanes en América Latina no controlan mejor a los intermediarios con Alemania de las aspirantes a au pair y no comprueban los conocimientos básicos del idioma, exigidos por ley. Por su parte, las agencias intermediarias están obligadas a comprobar la idoneidad de las familias anfitrionas. Otro tanto se espera de las autoridades policiales alemanas y las respectivas en los países de origen de las jóvenes que le entregan la responsabilidad de sus diligencias y documentos a explotadores.
El final que Catalina no soñó
Después de unos meses, con visa vencida y sin un euro, Catalina fue obligada a abandonar la Unión Europea. Pero en medio del fracaso, se le reconoce un triunfo: rechazar la ilegalidad y haber preferido regresar a poner la cara a su país en donde le esperaba el escarnio del vecindario y una montaña de deudas.