Balón de oro para Zizou
10 de julio de 2006A los dioses todo se les perdona. También a los dioses del fútbol, como Zinedine Zidane, que partió el corazón de su legión de admiradores con el colérico cabezazo que derribó al italiano Marco Materazzi en el minuto 110 de la final de Berlín. El Balón de Oro que le entregó la prensa deportiva internacional, coronándolo como el mejor jugador del Mundial 2006, por lo menos sirvió para quitarle algo de amargura a la despedida de uno de los grandes de la historia del fútbol. Con 2012 puntos, Zizou se impuso sobre Fabio Cannavaro (1977 puntos) y Andrea Pirlo (715 puntos), y se suma a la honrosa lista de los galardonados con este trofeo, entre quienes se cuentan figuras como Oliver Kahn (2002), Ronaldo (1998) y Diego Armando Maradona (1986).
¿Qué habrá dicho Materazzi?
Es probable que los periodistas que participaron en esta elección oficial, organizada por la FIFA, hayan emitido sus votos antes del incidente que enturbió la final. Es posible también que éste increíble exabrupto de último minuto no haya bastado para opacar la brillante carrera de un hombre que ha ganado todo lo que se puede ganar en el fútbol, incluyendo el título de campeón mundial con la selección francesa en 1998.
Si bien los arrebatos de Zidane no son una novedad y con la expulsión de la cancha berlinesa suman ya 12 las veces en que ha tenido que abandonar el partido castigado, la imagen de caballero del balón se resiste a esfumarse del corazón de la hinchada, que busca explicaciones y disculpas para su ídolo. ¿Qué puede haberle dicho Materazzi para que perdiera los estribos de esa manera? Es la pregunta que todos se plantean. Seguro que fue una provocación mayúscula, aunque nada de eso justifica una reacción semejante.
¿Qué decirle a Zizou?
"¿Cómo pudo pasarle esto a un hombre como tú?", preguntaba el principal periódico deportivo de Francia, L'Equipe, que calificó de "insensata" la actitud de Zizou. "Zidane, tú sabes que lo más difícil no es ahora explicar por qué el equipo, tu equipo, perdió la final. Lo difícil es explicar a millones de personas, en el mundo entero, cómo pudiste dejarte llevar con tu cabezazo contra Materazzi 10 minutos antes del término del alargue. ¿Qué hemos de contarle a nuestros hijos y a todos aquellos para los que te has vuelto un ejemplo para siempre?"
La respuesta es simple: que en el fútbol no hay dioses, sino hombres de carne y hueso, con virtudes y defectos. Y, en el caso de Zidane, las primeras inclinan definitivamente la balanza con creces. No sólo por su maestría con el balón, sino también por haber demostrado que uno puede superarse a sí mismo cuando pone en ello la voluntad y el corazón. El gran mérito de Zizou, que ya había renunciado a jugar con la selección francesa tras la derrota en la Eurocopa 2004, fue volver a la cancha cuando su equipo lo necesitaba para clasificarse para el Mundial 2006. Y remontar desde un débil comienzo en la primera ronda del Mundial de Alemania para convertirse en la figura clave en las victorias sobre España (Octavos de final) y Brasil (Cuartos de final). También en la final fue suyo el sello que marcó a los blues hasta el fatídico incidente. Por eso, pese a todo, Thierry Henry tiene razón al señalar que lo único que habría que decirle a Zidane es "¡muchas gracias!"