El Bayern juega una final
28 de abril de 2014La derrota 0-1 sufrida en el estadio Santiago Bernabéu, ante el Real Madrid en el partido de ida de la semifinal de la Champions League, ha puesto al Bayern entre la espada y la pared. La superioridad futbolística del club alemán sobre casi todos los rivales que ha enfrentado en el último año está fuera de discusión, pero no así la efectividad de su estilo, que en la fase decisiva de la temporada se encuentra en entredicho.
El entrenador Pep Guardiola, tras el traspiés sufrido en Madrid, defendió su filosofía y señaló con acierto que “por eso me contrató el Bayern, porque a mí me gusta este juego de tener el balón”. Lo que la crítica argumenta, también de forma acertada, es que dominar al rival, sin vencerlo, no es suficiente.
Y esto es así porque el Bayern de la temporada pasada es muy diferente al actual. Si hace un año se volvió realidad un sueño con el que nadie contaba, ganar el “Triplete”, hoy, por la calidad de la plantilla, la reputación del entrenador, y los resultados obtenidos, ese triunfo se tiene previsto. En el 2013 conquistar el “Triplete” era solo una posibilidad; en el 2014 es parte del plan, una meta casi obligada que según la opinión general se debería lograr de una forma lógica y natural.
La luna de miel está en peligro
El entrenador del Bayern, Pep Guardiola, es consciente de que el resultado que se obtenga contra el Real Madrid en el Allianz Arena será el que se usará para evaluar su primera temporada en Alemania. Una posible eliminación de la Champions League no pondrá fin al proceso que tiene en marcha, pues para ello la confianza de las directivas del club en su trabajo es demasiado grande, pero si amainará el permanente viento a favor con el que el catalán navega desde su llegada a la Bundesliga.
El apoyo incondicional que hasta ahora le ha otorgado la afición puede tornarse en desconfianza y rechazo. Los inusuales abucheos que se escucharon el fin de semana en el Allianz Arena durante la pausa del partido contra el Bremen, cuando el Bayern terminó el primer tiempo perdiendo 1-2, podrían convertirse en habituales.
Al fin y al cabo, aunque a todos los hinchas del Bayern les gusta ganar, no a todos les gusta el fútbol de control y posesión que practica el equipo. De hecho ya hay voces prominentes, como la del presidente honorario del club, la leyenda del fútbol alemán Franz Beckenbauer, que se han quejado del estilo de juego de los bávaros por encontrarlo aburrido, y considerarlo enemigo del espectáculo.
“Como sigamos jugando así echaremos a la gente del campo porque la aburriremos. Acabaremos llegando a la raya de gol con el balón y nos volveremos atrás para seguir jugando”, sentenció Beckenbauer, a quien el exportero de la selección alemana Jens Lehmann apoyó diciendo “la posesión de la pelota no siempre es sinónimo de peligro o entretenimiento”.
El título de la Bundesliga que el Bayern de Guardiola logró en un tiempo récord, doblegando a los rivales en Alemania con una inmensa superioridad, y no pocas veces por goleada, acalló durante la temporada cualquier posible crítica. Su volumen, ahora, dependerá del resultado en el partido contra el Real Madrid. Una eliminación de la Champions League elevará los decibeles de la oposición y pondrá fin a la luna de miel con Pep Guardiola, cuyo trabajo empezará a ser observado con menos admiración y más frialdad.
El problema, y la solución, son de Guardiola
En Múnich las directivas, el entrenador y los jugadores, han apelado al respaldo incondicional de la afición para crear en el estadio un ambiente que incomode y desconcentre a los huéspedes españoles. “El Allianz Arena va a arder con 70.000 personas apoyando al equipo. Real Madrid va a encontrar un infierno”, dijo Karl-Heinz Rummenigge.
Arjen Robben secundó al directivo del Bayern y anunció que "los jugadores haremos de nuestro estadio un infierno y lucharemos con mucha pasión, entrega y corazón para lograr nuestro objetivo. Creo que llegaremos a la final en Lisboa”. Guardiola, por su parte, explicó que en el partido contra Real Madrid "el equipo necesita de forma especial de la afición”.
Pero al final el resultado no se decidirá en las tribunas del Allianz Arena sino en su cancha. Para llegar a la final de la Champions League será determinante el plan del entrenador, y cómo lo desarrollen sus jugadores.
En el Santiago Bernabéu, Pep Guardiola le guardó fidelidad absoluta a su filosofía y pese a la derrota la elogió, señalando que ningún otro equipo ha sido capaz de imponer sus condiciones al Real Madrid en su propia casa como lo hizo el Bayern, al que a su juicio “solo le faltó el gol”.
Esa evaluación del entrenador, aunque acertada, ignora que su equipo fue predecible al tener el balón, que defendiendo por el sector derecho Rafinha no estuvo a la altura del rival, ni contó con el decidido apoyo de Robben; que atacando por la izquierda Franck Ribbery estuvo deslucido, obligando a David Alaba a hacer un mayor y menos eficiente desgaste; y que los defensores centrales Dante y Jerome Boateng revelaron nuevamente cuál es la diferencia entre “buen jugador” y “jugador de talla mundial”.
Aunque no lo diga públicamente, Guardiola también se percató de todos estos detalles, pero en Madrid tardó en introducir los correctivos. El entrenador del Bayern, que a lo largo de la temporada había exhibido una gran virtud al leer los partidos y en plena marcha modificarlos a su favor con un par de ajustes posicionales, se demoró demasiado en el Bernabéu y el tiempo se le agotó
El Bayern actual está en capacidad de darle la vuelta al resultado y clasificar a la final de la Champions League. El equipo del fútbol vertical y veloz de la pasada temporada bajo Jupp Heynckes ha desaparecido, en su lugar hay ahora un Bayern más paciente, controlado y recursivo, superior sin duda al Real Madrid, pero con el peligro de hipnotizarse a sí mismo, algo que no puede permitirse este martes en el Allianz Arena, donde hay tantas cosas en juego.