Beethoven y más Nr. 11: el arte de la improvisación
7 de octubre de 2010La improvisación se considera la fuente de origen de toda música y, en la época del barroco y el clásico, era una práctica común. Las improvisaciones de Bach, Haendel y Mozart fueron legendarias. Beethoven fue un extraordinario talento de la improvisación al piano y muchas de sus sonatas para este instrumento, si bien enriqueció sus composiciones con extrema precisión, reflejan la fantasía improvisadora de su espíritu libre, con pasajes tempestuosos y una sucesión en cascada de acordes.
Hoy en día, el arte de la improvisación se trabaja sobre todo en el jazz, pero en el ámbito de la música “clásica” o “seria” rara vez se le encuentra, con la excepción de los organistas de iglesia, los preludios o los acompañamientos corales.
El talento de la magnitud del de la pianista venezolana Gabriela Montero es poco frecuente. A Montero, quien empezó a improvisar a la edad de cinco años, se le pregunta una y otra vez cómo lo hace, y no tiene respuesta.
Para demostrar su fantasía espontánea, Montero improvisa piezas artísticas y complicadas, basadas en melodías propuestas por el público. El estilo y el ritmo varían por lo tanto entre el romántico y la rumba o de la tocata al tango. Hemos escuchado una parte de su improvisación en el concierto en el Petersberg de Bonn. Montero juega primero con la melodía de la canción “Guantanamera” y crea luego una estructura musical artística y arreglada con habilidad, a partir de un motivo singular de la canción. Experimentar en vivo a Gabriela Montero es recordar que sin la improvisación no habría música.
Autor: Rick Fulker/Vinicio Chacón
Editor: Emilia Rojas