BMW: el genio que transformó al grupo en imperio
30 de septiembre de 2005Cuando tenía diez años de edad, Herbert Quandt tuvo que abandonar la escuela debido a una incipiente ceguera que apenas le permitía leer. En vez de las clases en colegio recibió una cuidadosa instrucción privada y posteriormente pasó un tiempo de aprendiz de administración y técnica en la fábrica de acumuladores de su padre. Después de varios años en el extranjero, Herbert volvió a la empresa paterna: en 1940 se convirtió en miembro de la mesa directiva y en 1954, con la muerte de su padre asumió la presidencia.
Estigma familiar
Herbert tenía un medio hermano: Harald, sobre el que pesaba un estigma familiar. Era hijo del matrimonio del patriarca de la familia Günther Quandt, con la única mujer a la que el nacionalsocialismo colgó una medalla de oro: de aquella que después se convertiría en la mujer de Josef Goebbels, Magda, entre cuyos datos biográficos figura el haber envenenado a sus seis hijos con el todopoderoso ministro de Propaganda de Hitler, para después suicidarse con él en su búnker berlinés.
Herbert y Harald compartieron el trabajo para sacar adelante un negocio en que se mezclaban varios sectores industriales. Harald dirigió el negocio de construcción de maquinaria industrial, IWKA, mientras que Herbert se hizo cargo de la fábrica de baterías Varta, y de su participación en los consorcios automotrices Daimler Benz y BMW.
Desacreditada tras la guerra
Este último se convirtió en el desafío más grande de la familia Quandt, pero también en su mayor éxito. BMW, Bayerische Motoren Werke, según sus siglas en alemán, fue fundada en 1917 como fabricante de motores de aviones; su famoso logo blanqui-azul representa un propulsor de avión. Con su creciente éxito en 1920 expandió su actividad a la construcción de motocicletas y después a automóviles. Fue en este momento cuando Gunther Quandt, el padre de Herbert, compró una fuerte participación de BMW.
La Segunda Guerra Mundial dejó a la empresa desacreditada y prácticamente destruida. Los Quandt, fueron parte del círculo más allegado a Hitler. El patriarca Gunther Quandt fue su asesor económico y amasó una gran fortuna con la industria armamentística en la que se apoyó el Führer.
Después de la guerra y pese a la licencia para la construcción de automóviles, el consorcio severamente dañado, no se benefició como otros sectores industriales del llamado ‘milagro económico alemán’. BMW se encontraba prácticamente en la bancarrota y su absorción por parte de Daimler Benz ya era un hecho prácticamente consumado. Sin embargo los planes de venta recibieron una firme oposición por parte de los trabajadores, sindicato y pequeños accionistas.
Olfato y arrojo empresarial
En 1959 y actuando en contra de toda recomendación bancaria, Herbert Quandt, jugó su patrimonio personal al decidir ampliar su participación en las acciones del consorcio hasta una tercera parte y posteriormente en un 50%. Un jugoso negocio como se comprobó después.
Con su dirección personal y el nombramiento de figuras claves al frente de la empresa, Herbert logró un rápido saneamiento pese a que el consorcio se encontraba al borde de la quiebra. En 1962 logró salir de los números rojos y sus ganancias fueron creciendo año con año.
Fueron años de gloria de no haber sido porque el audaz empresario se convirtió en foco de interés por parte de la opinión pública. Al igual que su padre, Herbert se replegó lejos de los curiosos ojos de extraños, una tradición familiar exacerbada por su dolencia visual que lo retrajo desde su niñez y lo dejó prácticamente ciego sus últimos días.
Reestructurando el imperio
En septiembre de 1967, murió su medio hermano, Harald Quandt a la edad de 45 años en un accidente aéreo. Herbert Quandt intentó cubrir el vacío reestructurando y distribuyendo nuevamente el patrimonio familiar. Él mismo se quedó con el 70% de las acciones de BMW, 65% de la participación en el consorcio eléctrico Varta y un 40% de las fábricas de maquinaria IWKA. La viuda de Harald, quien renunció a su participación en BMW y Varta, recibió 40% de la participación de IWKA y un 11% del capital accionario de Daimler Benz. En 1974, los Quandt vendieron su participación de Daimler Chrysler al gobierno de Kuwait. La viuda de Harald recibió 800 millones de dólares mientras que Herbert se quedó con 200 millones.
Durante los últimos años de su vida, Herbert reordenó el imperio familiar de tal manera que no hubiera riñas entre sus herederos tras su muerte. A la hija de su primer matrimonio, Sylvia, le dejó un patrimonio consistente en bienes raíces. A los hijos de su segundo matrimonio, Sonja, Sabina y Sven, les dejó la participación en Varta, mientras que a su tercera esposa, Johanna y sus hijos Susanne y Stefan, les dejó la participación completa de BMW y las participaciones restantes en otras empresas. Herbert Quandt murió a los 71 años en Kiel.