Bush y Schröder: cambio de tono, no de política
24 de febrero de 2005No cabe duda, el tono entre los socios trasatlánticos se ha vuelto afable, y los recíprocos votos de causa común fueron evidentes. Sin embargo, un deshielo verdadero aún no ha tenido lugar. Grande era la expectativa por la visita del presidente norteamericano a Alemania, por primera vez desde su reelección, pues ella abrió la posibilidad de iniciar un nuevo capítulo, dejando atrás el de los numerosos disgustos originados en las unilaterales decisiones estadounidenses en cuanto a política exterior.
Cosas del pasado...
El canciller Schröder aprovechó la oportunidad de abrir sus puertas con gesto conciliatorio. Si bien dejó claro que entre Berlín y Washington hubo desavenencias graves, resaltó que ellas son cosa del pasado. De relieve fueron puestos los comunes objetivos trasatlánticos: el que Irán no posea armas nucleares, uno de ellos. Sólo que, en realidad, no existe acuerdo en el método para conseguir esa meta. Pues mientras que Gran Bretaña, Alemania y Francia apuestan primordialmente por una solución diplomática, Estados Unidos considera todas las opciones. Bajo todas se incluye también una intervención militar.
... que no se olvidan
De hecho, numerosas siguen siendo las divergencias en cuestiones de primera importancia. El gobierno de Estados Unidos sigue negándose a ratificar acuerdos internacionales -desde Kyoto hasta la Corte Penal Internacional-, y Alemania lo tiene presente. Que Estados Unidos haya atacado Irak aduciendo un arsenal de exterminio masivo -luego inexistente-, y que en Guantánamo los derechos humanos se violen masivamente, alimenta la posición escéptica de los alemanes frente a las cordiales declaraciones del presidente Bush.
Algo es algo
Sería, no obstante, un error no darle importancia al nuevo tono que presenta el diálogo entre Alemania y Estados Unidos. Al presidente norteamericano no le faltan motivos para resaltar la mutua amistad, aunque a diferencia del canciller alemán, Bush evite pronunciar aquello de la "igualdad de condiciones". Con todo, a Washington le interesa contar con los europeos y ganar su comprensión y su apoyo, para sí y su política.
Alemania, sin lugar a dudas, tiene un papel protagónico en esos planes, de lo contrario la visita de Bush a Europa no habría incluido Maguncia. Posiblemente, en Washington han llegado a la conclusión de que conviene, a largo plazo, tener de aliados a los europeos. La guerra contra Irak demostró que el grado de aceptación internacional de una intervención militar depende de cuánto consenso haya. Ya se verá cuál es el grado de cooperación que alcance el presidente Bush, a más tardar cuando a la retórica sigan los hechos.