Cambio climático en Afganistán: ¿nuevos conflictos?
16 de septiembre de 202140 años de guerra han golpeado con mucha dureza a Afganistán. En el país, están cada vez más preocupados por los efectos del cambio climático: hace más calor y llueve menos. Además, con la llegada al poder de los talibanes, también existe una gran incertidumbre política.
"El país sufre como ningún otro el cambio climático y sus consecuencias. Sin apoyo, se corre el riesgo de que allí se produzca una catástrofe humana", dice Basir Feda, jefe del departamento de Afganistán de la Fundación Berghof de Berlín, una organización no gubernamental que trabaja por la resolución de conflictos y la consolidación de la paz.
Desde mediados del siglo XX, la temperatura en el país ha ascendido en un promedio de 1,8 grados Celsius (3,24 Fahrenheit). En el resto del mundo y durante el mismo periodo, el ascenso fue de 0,82 grados Celsius. Pero, en Afganistán, las sequías son cada vez más comunes, y los expertos asumen que, en el futuro, habrá periodos de sequía extrema cada año.
Según Naciones Unidas, entre 2017 y 2018, en Afganistán hubo más desplazados internos debido a la sequía que a los conflictos bélicos. En la actualidad, el país se encuentra de nuevo en un período de sequía prolongado. Millones de personas podrían pronto padecer hambrunas, advierte el Programa Mundial de Alimentos de las Naciones Unidas (PMA).
El PMA afirma que necesita 200 millones de dólares (170 millones de euros) al año para continuar con su labor en Afganistán. A pesar del cambio de poder en el país, el personal de la organización puede permanecer allí y brindar apoyo humanitario.
Sobre todo, urge transportar alimentos a las regiones montañosas del país, antes de que estas áreas se vean totalmente aisladas y sin acceso a alimentos y a otros productos, en invierno, comenta a DW Oli Brown, miembro del grupo de expertos políticos de Chatham House, en Londres.
"A corto plazo, el gran desafío es proporcionar alimentos al pueblo de Afganistán", asegura Brown. Casi la mitad de los 30 millones de habitantes del país vive por debajo del umbral de pobreza y un tercio sufre una grave inseguridad alimentaria.
"Si la comunidad internacional puede o no ayudar, depende ahora de si los talibanes lo permiten. ¿Permitirán que se pueda abastecer a la población?", se pregunta el experto.
Cambio climático, pobreza, conflicto y opio
También los talibanes tienen que lidiar con el cambio climático a largo plazo, según Brown: "Si se miran los pronósticos, queda claro que el cambio climático restringirá severamente todas las acciones locales en el futuro. Un Gobierno talibán tendrá que lidiar con esto, si quiere crear un país más pacífico, seguro, y al que también pueda alimentar", continua Brown.
Incluso si los escenarios climáticos más optimistas de las Naciones Unidas se materializaran, es probable que Afganistán se caliente otros 1,5 grados Celsius hasta 2050. La nieve en las montañas, que hasta ahora aún alimenta los ríos, continuaría disminuyendo, lo que haría que el agua escaseara todavía más.
Las sequías serán más probables y también aumentarán las lluvias extremas que arrecian en un corto período de tiempo. Esto supondría asimismo el aumento del riesgo de deslizamientos severos de tierra en el país montañoso. Afganistán, debido al largo periodo bélico, no ha podido tomar precauciones para proteger a su población en este sentido.
"La guerra supone un paso atrás", subraya Brown. Los 40 años de conflicto han causado poca inversión en represas o sistemas de riego durante el período.
"Karez” es el nombre de los antiguos sistemas de riego subterráneo en Afganistán. El agua de las montañas se transportaba hacia los campos de los agricultores. Dado que el agua fluía bajo tierra, se podía evitar la evaporación. Muy pocos "karez” siguen en buen estado en las aldeas; la mayoría fue destruida o afectada por décadas de guerra.
Más del 80 por ciento de la población afgana trabaja en la agricultura. Y debido a que muchas personas dependen de ella y de la ganadería, estas son particularmente vulnerables a los impactos climáticos, explica Brown. Esto, a su vez, aumenta el riesgo de pobreza y la probabilidad de desplazamiento, según Action Aid, una organización no gubernamental de Sudáfrica, que hace campaña por la lucha contra la pobreza y la injusticia en todo el mundo.
Ya hay casi cuatro millones de desplazados internos en Afganistán. Un estudio reciente de Action Aid, sobre cambio climático y género, arrojó el dato de que otras cinco millones de personas podrían verse obligadas a migrar debido a desastres climáticos, hasta 2050. Un escenario que la ONG asume incluso si los Gobiernos de todo el mundo tomasen medidas para reducir significativamente las emisiones de CO2.
Debido al cambio climático, los conflictos aumentarán, sobre todo, por la progresiva escasez de terrenos y de agua. Hay cada vez más agricultores que abandonan el cultivo de alimentos como el trigo. En cambio, plantan semillas de amapola, materia prima para el floreciente comercio de opio en Afganistán, y resistentes a los climas extremos.
El país es el mayor productor mundial de opio. Se estima que todo el negocio del opio en Afganistán generó entre 4.100 millones y 6.600 millones de dólares solo en 2017. Los ingresos se destinan, en gran medida, a financiar a los talibanes u otros grupos armados.
"La verdadera pregunta es cómo hay que lidiar con la pobreza causada por el cambio climático”, insiste Basir Feda, de la Fundación Berghof. "Existe un vínculo directo entre conflictos y pobreza. El cambio climático puede actuar aquí como un catalizador, uno bastante significativo", matiza.
¿Cooperación con los talibanes?
Abdul Qahar Balkhi, miembro de la Comisión de Cultura de los talibanes, ha dicho a la revista estadounidense Newsweek que los talibanes luchan por el reconocimiento mundial de su llamado emirato islámico. Al mismo tiempo, describió el cambio climático como un desafío que solo podría superarse mediante el esfuerzo conjunto de todos.
Hasta ahora, solo unos pocos países están dispuestos a cooperar con los talibanes. La pregunta para la comunidad internacional es cómo lidiar con este grupo que acaba de tomar el poder en Afganistán.
"Los talibanes no pueden gobernar el país sin apoyo y lo saben”, dijo Jost Pachaly, jefe del departamento de Asia de la Fundación Heinrich Böll. Esta Fundación, con sede en Alemania, considera que su trabajo se centra, entre otras cosas, en promover la democracia y los derechos humanos, así como la ecología y la sostenibilidad.
"Cómo afrontar la situación es una cuestión delicada para la comunidad internacional: cómo no apoyar a los talibanes, por un lado; y, por el otro lado, cómo no permitir que el pueblo afgano sufra... Es una catástrofe humanitaria", añade.
La situación es particularmente mala para las mujeres. Con el Gobierno de los talibanes, apenas se les suponen derechos. Con el avance del cambio climático, su futuro será aún más incierto, porque ellas son las encargadas de buscar agua o preparar la comida.
Sobre todo en las zonas rurales, las mujeres se ven muy afectadas, porque de ellas se espera que permanezcan en casa o lo más cerca posible de sus hogares. Toda su vida social y económica transcurre allí, y dependen económicamente de sus maridos, describe Basir Feda: "Esto pone a las mujeres en una situación mucho más frágil, porque no solo se encargan de alimentar a la familia, sino que también lo hacen en un entorno en el que sus opciones son muy limitadas."
Algunas organizaciones como el Banco Mundial han suspendido su cooperación en Afganistán. Quieren esperar y ver qué pasos dan los talibanes. Las organizaciones internacionales y humanitarias, por otro lado, quieren quedarse y continuar con su trabajo en el país.
Para Feda, lo ideal sería que los talibanes cumplan su promesa de formar un Gobierno que todos los afganos puedan aceptar. Entonces, el país al fin podría trabajar por la paz y también por su resiliencia climática. Y aunque, hasta ahora, no es eso lo que ha sucedido, asegura: "no puedo creer que todo esté perdido en Afganistán". (rm/rml)