Cambio climático: también desastroso impacto económico
31 de octubre de 2006
Tal la conclusión a la que se arriba en un estudio encargado por el gobierno británico y presentado en Londres. El mundo podría sumirse en una depresión peor que la de principios de los años 30. En el informe, coordinado por el ex economista jefe del Banco Mundial Nicholas Stern, se urge a invertir el uno por ciento del producto económico mundial en la lucha contra el cambio climático.
No obstante, es de dudar, en vista de la defensa cerrada de los propios intereses que realizan varios grandes países, sin reparar en las consecuencias globales y de largo plazo, que los llamados hagan mover alguna pestaña.
Tiempo habría. Stern, que recibió el encargo de elaborar el estudio del primer ministro Tony Blair el año pasado, dijo que "todavía tenemos el tiempo y los conocimientos suficientes para reaccionar, pero sólo si actuamos globalmente y con rapidez".
Blair apeló a la comunidad internacional a actuar contra la amenaza en ciernes. Las consecuencias en caso de no detenerse las actuales tendencias serán "catastróficas", dijo Blair en la presentación del estudio. "Y este desastre no es la amenaza de un lejano futuro de ciencia ficción, sino de nuestra época", agregó.
Datos conocidos
Las sequías, las inundaciones y el aumento del nivel del mar que produce el calentamiento global podrían convertir en refugiados a hasta 200 millones de personas. El derretimiento de los casquetes polares agravaría dramáticamente el peligro de inundaciones y zonas cultivables se transformarían en terrenos secos y estériles, se advierte en el estudio. Además podría desaparecer el 40 por ciento de la flora y fauna.
En realidad, los datos no son nada nuevo, sino que se vienen manejando en diversos estudios de la ONU y agencias nacionales de estudios del clima desde hace tiempo. Prácticamente existe consenso general en que el cambio climático está en pleno desarrollo y que es causado por el ser humano. Lo nuevo es que Gran Bretaña haya salido ahora tan decididamente a la palestra a luchar contra la desidia.
Pero mientras países económicamente fuertes y con grandes emisiones de gases de efecto invernadero, como EEUU, Australia, China y la India, no participen en los esfuerzos globales, las perspectivas para el clima continuarán siendo oscuras.
Grandes diferencias por países
Estudiando las cifras se constata que la evolución de las emisiones de gases de efecto invernadero se diferencia mucho por países. Mientras que en Alemania, por ejemplo, entre 1990 y 2004 las emisiones disminuyeron un 17,2 %, en EEUU aumentaron en el mismo periodo un 15,8 %.
Los mayores crecimientos en esos 14 años, según un estudio del Secretariado del Cambio Climático, de la ONU, se registraron en Turquía (+ 72,6 %), España (+ 49 %) y Portugal (+ 41 %). En el informe no se tiene en cuenta el aumento de las emisiones de países de fuerte crecimiento económico, como China y la India, porque no son Estados parte de la Convención de la ONU para la Protección del Clima. Pero es de temer que en ellos el aumento no haya sido menor.
El primer ministro australiano, John Howard, por su parte, volvió a subrayar que su país no firmará el Protocolo de Kyoto a pesar del nuevo estudio climático británico. "Evidentemente, el cambio climático está ocurriendo", dijo Howard al Parlamento. "Pero no voy a firmar algo que impone cargas a mi país que no se imponen a nuestros competidores", agregó. Howard reafirmó que Australia no romperá filas con Estados Unidos y que por lo tanto no firmará el Protocolo de Kyoto.
Transporte: el gran contaminador
Australia y Estados Unidos se encuentran entre los países desarrollados que rechazaron el Protocolo de Kyoto, negociado entre 140 países en 1997 y que entró en vigencia en febrero. En el tratado se fija que 35 países industriales y la Unión Europea (UE) reduzcan las emisiones de gases de efecto invernadero en un primer periodo de compromiso 2008-2012 un 5,2 por ciento con respecto a 1990.
Pero, según datos del secretariado de la Convención Marco de la ONU sobre el Cambio Climático, con sede en Bonn, si bien las emisiones de los países industriales se redujeron entre 1990 y 2004 en un 3,3 por ciento, ello se debe sobre todo a la caída del 36,8 por ciento en las emisiones en los países del centro y este de Europa por el colapso de muchas de sus industrias. Desde el comienzo de esta década, la tendencia en esos países ya se ha revertido.
Las reducciones en las emisiones de gases de efecto invernadero son especialmente urgentes sobre todo en el sector del transporte, en el que entre 1990 y 2004 crecieron en un 23,9 %. En forma bastante aceptable se clasifican, no obstante, los países signatarios del Protocolo de Kyoto, de los que se espera que, a pesar de un cierto aumento de las emisiones en algunos de ellos, alcancen finalmente los compromisos de reducción fijados.