Casi inadvertidos: inmigrantes ilegales en Estados Unidos
20 de diciembre de 2016El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, le dio a Luis Flores una oportunidad que ahora, a sus veinte años –y ante la inminente juramentación de Donald Trump como nuevo “hombre fuerte” de la Casa Blanca–, puede suponer su ruina: fue uno de los primeros jóvenes indocumentados en acogerse al programa DACA, que les ofrecía un permiso de trabajo temporal y un número de Seguridad Social.
Desde que Obama inició el programa en 2012, da cobertura legal al trabajo de más de 700.000 inmigrantes. El problema ahora es que DACA (Consideración de Acción Diferida para los Llegados, por sus siglas en inglés) es la base de datos perfecta para las deportaciones que Trump anunció contra los inmigrantes ilegales.
Pero Luis quiere quedarse. Ha hecho su vida en Estados Unidos y ahora trabaja en la oficina del alcalde de Los Ángeles. Vive en California desde los dos años, adonde sus padres llegaron procedentes de México en busca de mejores perspectivas de vida. Las consecuencias de no tener permiso de residencia pasaron inadvertidas para él durante mucho tiempo.
Hasta que fue a la Universidad. "Sólo entonces me di cuenta de lo que significa no tener papeles", dice a DW. Y encontró a otros en su misma situación. "Sólo tenemos que hacernos escuchar. No es nuestra culpa que estemos aquí sin estatus legal", reivindica.
Si Trump cumple sus promesas electorales, Luis y su familia podrían tener problemas. Su intención es deportar inicialmente a hasta tres millones de inmigrantes con cuentas pendientes con la Justicia. ¿Pero seguirá con el resto?
El experto en migración Edward Alden duda que pueda expulsar a tantos millones de personas tras su toma de posesión. "Para eso necesitaría muchos más funcionarios: un máximo de medio millón de deportaciones al año es actualmente mucho más realista", explica a DW. No obstante, la amenaza de Trump antes de su elección fue clara: cualquiera que entrara ilegalmente a Estados Unidos estaría sujeto a una potencial expulsión.
Por amor
Esta amenaza pesa también sobre Madai Ledezma Domínguez. Su historia, si no fuera tan trágica, sonaría hasta romántica. Hace once años siguió a su gran amor hasta los Estados Unidos. Dejó a sus padres y hermanos en México, y cruzó la frontera del estado de Texas para terminar viviendo en un suburbio de Washington DC.
Su hija Heather nació allí hace ocho años, por lo que sí obtuvo la nacionalidad estadounidense. Pero sus padres continúan sin papeles. "Por amor", es por lo que llegan la mayoría de las mexicanas a este país. Los hombres suelen llegar antes en busca de trabajo. "Si vienen a deportarnos tendré que dejar a mi hija aquí", dice. Tendrá más oportunidades de futuro en Estados Unidos.
El difuso miedo a ser deportada la acompaña desde hace tiempo. Bajo la administración de Obama, al que algunos medios llaman el "deportador en jefe", dos millones y medio de indocumentados han sido expulsados. Pero con los anuncios de Trump el miedo se ha vuelto más real.
De momento Luis y Madai están obligados a vivir en la incertidumbre. Ambos han decidido defender públicamente los derechos de los migrantes. Ellos quieren aprovechar las oportunidades que Estados Unidos ofrece. "Aunque yo espero que todo va a salir bien –dice Luis–, nuestra comunidad tiene miedo".