Cataluña asfixiada: nuevo desafío para España
25 de julio de 2012Mientras la mayoría de los funcionarios de la Unión Europea están de vacaciones, España continúa bregando con las condiciones de ahorro que le ha impuesto Bruselas. El gobierno debe seguir recortando gastos y aumentado impuestos. Los planes de ahorro puede sufrir ahora un nuevo sacudón: Cataluña ha anunciado tener que recurrir a la ayuda del gobierno central.
Hace pocos días, ya Valencia y Murcia había dado manotones de ahogado en busca de la cuerda salvadora de Madrid, ya que sus arcas están vacías y no pueden pagar las obligaciones corrientes. Que otras regiones de España deban recurrir también al gobierno central parece ser solo cuestión de tiempo.
Para España, la declaración de bancarrota de Cataluña sería sobre todo un golpe psicológico. La región, con su orgullosa capital, Barcelona, es uno de los polos industriales del país. Sus plantas textiles, químicas, farmacéuticas y automotrices se cuentan entre las más importantes de España. También la viticultura, con una gran producción de espumante, y el turismo hicieron de Cataluña una de las regiones más florecientes de España.
No obstante, Cataluña viene arrastrando déficits presupuestarios desde hace años. En 42.000 millones se estima actualmente la deuda pública de la región, imposible de financiar ya en los mercados. Si Cataluña solicita ayuda, el poco espacio de maniobra financiera que le queda a Madrid desaparecerá. ¿De dónde sacar el dinero?
Mariano Rajoy tiene que afrontar un enorme desafío ya sin el problema catalán: reducir el déficit presupuestario en nada menos que 65.000 millones de euros. El plan, diseñado bajo la presión de la Unión Europea, es reducir la deuda nueva anual a 2,8 por ciento del PIB hasta 2014. Y el jefe del gobierno español sabe que no tienen todos los ases en la mano.
Las variables desconocidas
Walther von der Plettenberg, gerente de la Cámara de Comercio Germano-Española, indica que el logro de los objetivos de ahorro depende también de factores que Madrid no domina. “Si la economía mundial entra en recesión, España tendrá problemas con sus exportaciones y los ingresos impositivos se verán reducidos. En ese caso, la meta de ahorrar 65.000 millones será inalcanzable”, dijo a DW.
Hace pocas semanas, España había logrado un respiro. Debido a su peso económico y político, pudo negociar condiciones especiales para la ayuda de la UE. Por primera vez, un Estado no debió someterse al control total de Bruselas, como en el caso de Grecia, Portugal e Irlanda, que también solicitaron asistencia.
Los hasta 100.000 millones de euros que pone a disposición el fondo de rescate europeo están destinados al saneamiento de los bancos españoles. Si bien Madrid asume la deuda --la ayuda no va directamente a los bancos, como había exigido Rajoy, sino que pasa por el Estado español--, la entrega de soberanía e independencia a Bruselas en cuestiones económicas y financieras no es dramática.
Crédito sin deudores
Con las ayudas del fondo de rescate se esperaba que los bancos dieran nuevamente crédito a las empresas. Stefan Schneider, economista de “DB Research”, el “think tank” del Deutsche Bank, duda que el plan pueda llevar al éxito. “Un crédito tiene que ser siempre demandado para hacerse efectivo. Un fenómeno de la crisis en España es que el sector privado, tanto las empresas como los consumidores, ya están sumamente endeudados, en más de un 200 por ciento del PIB. En consecuencia, la disposición a tomar nuevos créditos es muy reducida”, dijo en declaraciones a DW. Por ello es improbable que la economía española mejore a través de una masiva oferta crediticia.
¿Qué puede hacer entonces España para volver a llenar sus arcas? Todas las medidas tomadas hasta ahora son buenas y efectivas, dice von Plettenberg. No obstante, acota, algunas de las regiones autonómicas podrían ahorrar más. Y subraya: “el gobierno debería comprometer más a las regiones en el esfuerzo solidario y exigirles que recorten más radicalmente los gastos y quizás cesen también a más funcionarios”. Ello no ha ocurrido hasta ahora. No es de extrañar, ya que en España, con su estructura federal, el gobierno central pocas posibilidades tiene de incidir sobre los presupuestos de las autonomías.
Autor: Ralf Schauff/PK
Editora: Emilia Rojas