Centrales nucleares alemanas: ¿seguras ante ataques externos?
11 de agosto de 2010Una valla y personal especializado son las medidas de protección visibles alrededor de las 12 centrales nucleares y los 17 reactores atómicos que permanecen activos en Alemania. Pero no las únicas. 19 reactores se han ido desconectando paulatinamente de la red al no poder cumplir con los nuevos estándares de seguridad, la mayoría de ellos construidos en los 60 y los 70.
Después del 11 de septiembre, el Gobierno alemán encargó un estudio sobre lo seguras que eran sus centrales atómicas en caso de que fueran víctimas de ataques aéreos o agresiones con vehículos acorazados. El informe resultante recomendaba el refuerzo de las paredes de los reactores con capas de hormigón de dos a tres metros y la instalación de cercados eléctricos y de máquinas de niebla. Cuánto de todo esto se ha llevado realmente a cabo se desconoce: las autoridades nucleares, los grandes consorcios eléctricos y quienes otorgan las licencias y supervisan las plantas, guardan silencio. El tema es secreto.
Sin protección contra los aviones
"Ninguna de las centrales nucleares alemanas está protegida contra el desplome de un avión", asegura Tobias Riedl, de Greenpeace. Las ONG y los institutos especializados son los únicos que parecen dispuestos a hablar abiertamente sobre la seguridad en los centros que almacenan material radioactivo. "Y en las plantas antiguas, el peligro es todavía mayor. Aquí las carcasas de los edificios son aún más finas e incluso una aeronave de pequeño tamaño podría provocar enormes daños", añade Riedl.
Mala nota en seguridad sacan, sobre todo, las centrales de Biblis A y B, en el Estado federado de Hesse; Brunsbüttel, en el norteño Estado de Schleswig-Holstein; Isar 1, en la Baja Baviera, y Krümmel, en Renania Palatinado. La germana Asociación de Plantas y Seguridad en los Reactores pidió por ello la instalación en aviones de pasajeros de un mecanismo que, en caso de detectar problemas técnicos, desviaría automáticamente el aparato a una ruta lejos de plantas atómicas.
Sin embargo, tampoco sobre la aplicación de este sistema se quiere pronunciar ninguna instancia oficial. En lugar de eso, se comunica con orgullo que los helicópteros tienen prohibido el aterrizaje en las inmediaciones de este tipo de instalaciones.
Demasiado frágil para los temblores
Ni siquiera hace falta imaginarse el peor de los escenarios. Un fuego, se genere éste a consecuencia de una pequeña avioneta accidentada o por cualquier otro motivo, puede llegar a poner a cualquier central atómica en serias dificultades y acabar incluso en "súper GAU", el mayor desastre radioactivo que se contempla, dice Henrik Paulitz, de la organización Médicos contra la Guerra Nuclear.
Pero si las autoridades competentes y las empresas operadoras no dan información, ¿de dónde extraen las ONG sus datos? "Principalmente, de los informes que publican los organismos oficiales. Es decir, que no se trata de las manifestaciones de un grupo de chiflados, sino de la opinión de reconocidos expertos, muchos de los cuales se encargan ellos mismos de la supervisión de las plantas y que suelen ser, por lo general, bastante condescendientes con la energía nuclear", explica Paulitz.
Con dichos documentos sobre la mesa, el activista considera irresponsable que actualmente se discuta en Alemania una posible postergación de la vida de la central Biblis B. "Las cifras lo demuestran. Biblis B está construida para soportar temblores de tierra de 1,5 metros por segundo, pero los estudios revelan que en el lugar en el que está asentada los temblores pueden alcanzar el doble, esto es, 3 metros por segundo, lo que nos hace concluir que sus paredes son demasiado finas, sus tuberías excesivamente débiles y sus sistemas de sujeción no lo suficientemente resistentes."
5.600 fallos en centrales nucleares han sido dados a conocer desde 1965. Dar parte de los mismos es obligatorio. Pero entre tanta mala noticia, tranquiliza un cálculo de la Asociación de Plantas y Seguridad en los Reactores: según el organismo, alteraciones graves en plantas germanas se dan en un promedio de una vez cada 33.000 años.
Autor: Wolfgang Dick/ Luna Bolívar
Editor: José Ospina Valencia