Chile: ¿revolución o mini reforma?
13 de diciembre de 2013En Chile, la gente tiene mucho de qué hablar por estos días. Además de la Navidad, se acercan también las vacaciones de verano y, por supuesto, el Mundial de Fútbol 2014, en el que Chile deberá jugar contra España –nada menos- y Holanda, dos súperequipos. También las elecciones del próximo domingo, 15 de diciembre, están a la vuelta de la esquina. Sin embargo, de eso casi no se habla.
¿Qué sociedad quiere Chile? “Eso no le interesa a nadie”, asegura el economista y analista Cristóbal Huneeus, no sin un dejo de preocupación. Tal vez se deba al bullicio de la campaña electoral, o tal vez a la recientemente conquistada libertad de los chilenos, ya que hace poco se derogó la ley que sobre el voto obligatorio. Durante la primera vuelta, en noviembre, la participación fue del 49 por ciento.
A todo esto, la segunda vuelta será decisiva para el futuro de Chile. “En estos comicios, lo que se decide es qué tipo de sociedad queremos los chilenos”, señala el sociólogo Eugenio Tirnoi. Las dos candidatas que pasaron a segunda vuelta son la conservadora Evelyn Matthei -que anunció algunas reformas, pero ningún cambio fundamental- y la socialista Michelle Bachelet, quien sí piensa llevar a cabo modificaciones profundas en las estructuras del Estado, ya que según ella, el futuro del país sólo puede cimentarse en base a reformas masivas.
Plan de reformas ya está listo
“De ganar las elecciones, Bachelet seguramente comenzará con una reforma impositiva para luego financiar cambios más profundos a fin de reducir el déficit fiscal. Después viene la reforma educativa, para que todos los chilenos tengan igualdad de oportunidades en cuanto a la calidad de su formación. La reforma constitucional será la más difícil, porque el partido de Bachelet no cuenta con la mayoría de votos en el Parlamento. Es decir, que deberá negociar con la oposición”, pronostica el politólogo Cristóbal Huneeus. Se estima que Michelle Bachelet será la vencedora en estos comicios, ya que puede contar con los votos de las filas de aquellos candidatos que debieron abandonar la carrera electoral en la primera vuelta. Evelyn Matthei, por el contrario, casi agotó por completo su potencial de voto con un nada despreciable 25 por ciento.
A pesar de eso, los conservadores siguen luchando hasta el final. En el último duelo televisivo entre ambas candidatas, el martes pasado, Matthei puso a la gran favorita entre la espada y la pared gracias a una excelente preparación y a la presentación sin falla de datos concretos. “Me gustó que diera respuestas bien concretas. No esquivó las preguntas ni se refirió a resultados de análisis, sino a medidas claras y reales”, elogió una seguidora de Evelyn Matthei. También a los ojos de observadores neutrales, la candidata de la izquierda tuvo dificultades en explicar cómo piensa financiar sus reformas.
Bachelet y su experiencia con las protestas civiles
Mientras los institutos económicos de Chile están preocupados por el futuro de las inversiones y temen un giro demasiado drástico hacia la izquierda, la sociedad civil sigue demandando cambios y amenaza con más presión en las calles si éstos no se llevan a cabo rápidamente. La gente exige educación gratuita y de calidad para todos, una redistribución de la riqueza y más prestaciones sociales de parte del Estado. Michelle Bachelet tiene mucha más experiencia que Evelyn Matthei en cuanto al descontento social, explica Huneeus: “Ya hubo protestas cuando fue presidenta, y ella las supo afrontar; no importa si bien o mal, pero aprendió su lección. Por eso podrá manejarlas mejor esta vez.”
Incluso muchos chilenos que se beneficiaron con el éxito económico del país en los últimos años y que, bajo el Gobierno conservador, pudieron acceder a un nivel de bienestar económico bastante elevado para América Latina sienten simpatía por Bachelet, la carismática líder socialista. El actual presidente, Sebastián Piñera, es considerado un frío y duro hombre de negocios. Sin embargo, aún no está claro esa simpatía se traducirán en más votos para Bachelet. Su victoria está casi asegurada, y eso hace que la motivación a participar en las elecciones disminuya en ese grupo. Y es eso justamente lo que menos necesita Michelle Bachelet para poder llevar a cabo sus proyectos de reforma, es decir, ganar por una mayoría correcta en lo numérico, pero que simbólicamente no convence a nadie.