Sin cambios en Cuba
3 de febrero de 2013En julio de 2012, un cabaret en el corazón de La Habana se transformó en noticia en Cuba. La economía de la isla comenzaba su proceso de apertura, y esa casa de espectáculos fue descrita como el mayor negocio privado de la capital cubana, un ejemplo prodigioso de las reformas promovidas por Raúl Castro, y una especie de retorno a la vida nocturna de La Habana que reinaba antes de la Revolución Cubana de 1959. Entretanto, a menos de un mes de esa noticia, el cabaret debió cerrar sus puertas al público.
Su dueño, un músico de unos 50 años, fue sometido a interrogatorio por el departamento ideológico del Partido Comunista y acusado de “enriquecerse”, además de retirársele la licencia para su negocio, fundado menos de diez meses atrás. El lugar, llamado El Cabildo, era un restaurante-concert muy exitoso en el que trabajaban cerca de 150 personas, y algunas de ellas percibían un salario cuatro veces superior a la media en esa capital.
El cierre del cabaret El Cabildo es un símbolo de las señales disonantes que Raúl Castro envió a los cubanos desde que asumiera oficialmente la presidencia, en febrero de 2008. En esos cinco años promovió reformas sin precedentes en la historia cubana, modificaciones que, sin embargo, acabaron siendo asfixiadas por una estructura estatal viciada, por la burocracia y por la resistencia de las alas más conservadoras del régimen.
“La economía cubana demuestra hoy más vigor y está mejor de que hace cinco años, pero las reformas aún no son suficientes. El Gobierno tendrá que llevar a cabo cambios más profundos, sobre todo porque todavía no se concretó una transición hacia otro modelo de país. Todos los defectos de una típica economía de comando aún están presentes”, dijo Arturo López-Levy, analista político cubano radicado en EE. UU., en entrevista con DW. López-Levy es, además, coautor del libro “Raúl Castro y la nueva Cuba”, aún sin fecha de venta.
Principal obstáculo: modelo centralista
Sumadas, las reformas políticas y económicas anunciadas durante la gestión de Raúl Castro, llegan a más de trescientas. Castro asumió el poder interinamente en julio de 2006, y llegó a la presidencia de facto en 2008. Uno de los cambios más notorios fue que logró que la nueva cúpula cubana discutiera menos sobre los objetivos revolucionarios, y más sobre el desarrollo de la debilitada economía del país.
En el campo político, sustituyó a algunos de los octogenarios dirigentes del Partido Comunista, estableció un límite de dos mandatos de cinco años de gobierno, abrió el diálogo con la Iglesia Católica y emprendió una campaña contra la corrupción estatal. En el plano económico, inauguró la creación de un pequeño e inédito sector económico privado, permitió la compra y venta de automóviles usados y viviendas, e inició un proceso de autonomía de las industrias públicas.
Según López-Levy, entre 2010 y fines de 2012, el número de trabajadores autónomos en Cuba pasó de 160.000 a 400.000. Sin embargo, la ineficiencia del sistema y las riñas internas en el Gobierno acabaron por minar esos progresos, generando insatisfacción entre los cubanos, cansados de ser testigos de casos como el del local nocturno El Cabildo.
“Se tomaron algunas medidas racionales, pero las reformas aún son lentas, limitadas e insuficientes”, subrayó el economista cubano Oscar Espinosa Chepe, uno de los 74 disidentes presos en la llamada “Primavera Negra”, de 2003, en conversación con DW. “No sacaron al país de la crisis, y lo que se logró es crear un sector no estatal, porque no se lo puede llamar sector privado. Se trata de un sector casi marginal, para el cual se implementaron una serie de medidas políticas, como la impositiva, para que no crezca demasiado y siga subordinado a los intereses del Estado”, asegura Espinosa Chepe.
Parte del problema reside, según los expertos, en el hecho de que Raúl Castro no está llevando a cabo una transición real del modelo económico, y que el propio Gobierno maneja los cambios como si fueran “actualizaciones” del socialismo. Todavía no se perfila ni de lejos una descentralización del poder, y la Constitución sigue representada por una sola persona –por Raúl Castro-, figura del presidente del Consejo de Estado y del Consejo de Ministros, lo cual hace inviable la puesta en marcha de un proceso de cambio democrático.
Este domingo, 3 de febrero, los cubanos están convocados a elegir a los diputados de la Asamblea Nacional. Como son exactamente 612 candidatos para 612 bancadas, no se está cuestionando el poder ejercido por el Partido Comunista, y Raúl Castro, a pesar de sus 81 años, será reelegido presidente de Cuba. El recientemente impuesto límite de dos mandatos, por otro lado, puede marcar el punto final en la política para la generación que fue la base de la Revolución.
Continúan las violaciones a los derechos humanos
Las expectativas de la población cubana son bajas, en especial en lo que respecta a las sociedades civiles. En ese aspecto, Raúl Castro dio pasos positivos, como la liberación de decenas de presos políticos, la mayoría, hoy radicada en España. Pero las medidas más relevantes, como la autorización de viajes al exterior, aún son vistas con escepticismo, tanto en Cuba como en el exilio.
“Raúl Castro presentó recientemente cambios administrativos en su política migratoria como si fuesen concesiones, cuando, en realidad, se trata de un reconocimiento al derecho de los cubanos de ir y venir como se les plazca”, dijo Elizardo Sánchez, presidente de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional a DW. “El Gobierno aún viola de manera minuciosa todos los derechos civiles, políticos, culturales, económicos y sociales de los cubanos”, remarcó Sánchez.
En la isla hay consenso acerca de que la ya frágil economía cubana puede sufrir todavía más a causa de la inestabilidad de Venezuela, su principal patrocinadora. Espinosa Chepe dice que la incertidumbre en torno a la salud de Hugo Chávez y al futuro de Venezuela es un tema que preocupa a los cubanos, ya que la pérdida de ese apoyo podría afectarla incluso peor que el fin de la Unión Soviética.
López-Levy, por su parte, prefiere evitar esa analogía, pero no oculta que el panorama también es motivo de preocupación. “La estructura económica cubana actual es muy diferente de la de la época del fin de la Unión Soviética. Pero Cuba no puede esperar nada positivo de la incertidumbre en la política venezolana”, afirma.
Autor: Rafael Plaisant Roldão (Cristina Papaleo)
Editor: Diego Zúñiga