Las FARC sin Cano
8 de noviembre de 2011Los europeos apenas comienzan a digerir las implicaciones de la muerte de Alfonso Cano, líder del grupo guerrillero más antiguo de América Latina, acaecida el 4 de noviembre. El vertiginoso ritmo de esa novela de suspenso que es la crisis financiera acapara de tal forma su atención, que hasta la desaparición física del jefe de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) ha tendido a ser analizada, sobre todo, desde una perspectiva económica.
Los empresarios extranjeros, informan algunas agencias de noticias, perciben el suceso como un paso más hacia el reestablecimiento de la seguridad para las inversiones en el país suramericano.
Mientras tanto, buena parte de la población colombiana está tan preocupada por la posibilidad de que se recrudezcan los ataques de las FARC, que el eventual auge de las inversiones foráneas puede parecer un motivo de optimismo demasiado lejano.
Aunque el presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, se dirigió públicamente al grupo guerrillero, instándolo a decidir entre sentarse a dialogar con el Estado y enfrentar una ofensiva militar inmisericorde, voceros de las FARC anunciaron el 5 de noviembre que continuarían su lucha armada. El nombramiento del sucesor de Cano es inminente, enfatizaron los portavoces de la organización.
¿El fin de los guerrilleros politizados?
De ahí que cuando Santos afirma con tono triunfante que la muerte de Cano cambiará la historia del país, muchos se pregunten inquietos por la naturaleza de esos cambios, a corto y largo plazo.
“La guerrilla está frente a un dilema: aceptar la derrota y hablar de paz o convertirse en una banda criminal dedicada al narcotráfico, lo cual sería terrible porque sus miembros terminarían siguiendo las órdenes de distintos jefes”, señalaba recientemente Juan Carlos Palou, de la Fundación Ideas para la Paz, una asociación de empresarios colombianos que desde 1999 plantea propuestas para solucionar el conflicto político-militar del país.
El analista colombiano, Jorge Restrepo, coincide con Palou en este punto. "Las FARC van a ser otra cosa de ahora en adelante", sostuvo Restrepo al ser entrevistado por el semanario alemán Der Spiegel. A su juicio, Cano era el último de los líderes míticos del grupo con capacidad para darle cohesión interna y sentido político a su lucha.
El vacío dejado por la muerte de Cano obligará a los distintos bloques que conforman las FARC a concentrar sus energías en el tráfico de drogas, para poder subsistir de manera autónoma, indicó Restrepo. Sin un líder que los aglutine ni estrategias de acción comunes, los guerrilleros politizados, tal como se les conocía en Colombia, pueden desaparecer pronto.
La paz como desafío para la sociedad colombiana
También Günther Maihold, subdirector de la Fundación Ciencia y Política (SWP), de Berlín, está convencido de ello. “Aislados como están geográficamente, cada uno de estos ‘frentes’ buscará su propia manera de sobrevivir y de resistir la presión de los militares", prevé el investigador.
"Pero, aún si llegan a elegir a un sucesor para Alfonso Cano, las probabilidades de desmovilizar a las FARC seguirán aumentando; bien sea a través de la disolución de unidades determinadas, bien sea porque los combatientes abandonan la lucha o porque aceptan la oferta de paz extendida por el Gobierno”, explica este conocedor del acontecer latinoamericano.
“El desafío que el presidente Santos tiene en sus manos ahora es el de aprovechar la debilidad de las FARC para conducir a su país por el camino de la paz”, añade Maihold.
“Santos deberá desmovilizar a las fuerzas irregulares para poner fin a la violencia como experiencia cotidiana de sus compatriotas. Esto ameritará que todos los colombianos se muestren dispuestos a enfrentar ese reto, a superar el pasado, a permitir que sus heridas se cierren y a desarrollar nuevas perspectivas de futuro. Esto no será posible si no tienen lugar cambios estructurales en el país”, dice Maihold.
La “Operación Odiseo” duró 180 segundos
Alfonso Cano, cuyo nombre verdadero era Guillermo León Sáenz, murió a los 63 años en el departamento colombiano de Cauca; varios soldados le dispararon cuando intentaba huir. El Ejército tenía por objetivo atrapar a Cano. La misión se denominaba “Operación Odiseo” y duró apenas 180 segundos; en ella participaron 969 agentes.
En su edición del lunes (7.11.2011), fuentes militares anónimas citadas por el diario local El Espectador informaron que fueron los encargados de la seguridad de Cano quienes les entregaron datos precisos para que dieran con el paradero del líder guerrillero. El pasado domingo (6.11.2011), el Ministerio colombiano de Defensa sopesaba la posibilidad de entregar una recompensa de 5.000 millones de pesos a los informantes.
Autor: Evan Romero-Castillo
Editora: Rosa Muñoz Lima