Sin vuelta atrás en Burundi
15 de mayo de 2015El otrora líder rebelde Pierre Nkurunziza ha demostrado una vez más ser un militar que sabe cómo mantener unidas a sus tropas. Logró evitar su expulsión por la fuerza. África no quiere líderes que tomen el poder "empuñando las armas", aclaró el ministro de Exteriores de Tanzania, Bernard Membe.
Sobre el papel esto suena plausible… si África fuera un remanso de líderes democráticos. Pero no lo es, por desgracia. El nonagenario presidente de la Unión Africana, Robert Mugabe, es el mejor ejemplo. Ninguna institución africana ha sido hasta ahora capaz de detener sus campañas antidemocráticas.
Nkurunziza, un ganador fallido
Si se recorre el mapa de África con el dedo de este a oeste a la altura de los Grandes Lagos, se pasa por cinco países cuyos jefes de Estado no están dispuestos a dejar el poder. El todavía legítimo presidente de Burundi, Nkurunziza, es uno de ellos. A pesar de su victoria sobre los golpistas, es un presidente fracasado.
Nkurunziza ha amenazado a jueces, militares, políticos y periodistas. Ha hecho a su policía disparar sobre civiles, echado al traste tras diez años de estabilización y militarizado de nuevo a Burundi. Ha hecho propagar el terror por sus milicias para asegurar su reelección. Y ha roto un tabú acusando a la minoría tutsi de conspiración.
Esta etnización del conflicto es una de las principales amenazas para la región. Despierta recuerdos de los años más oscuros de la guerra civil en la que, entre 1993 y 2000, en la vecina Ruanda, comandos hutus masacraron a cientos de miles de tutsis.
Fantasmas del pasado
El presidente de Ruanda, Paul Kagame, tutsi, está siguiendo la situación con gran recelo. Teme que el núcleo duro de las sanguinarias tropas hutus de entonces, las FDLR, que permanecen hasta hoy escondidas en el este del Congo, tomen parte en el conflicto. Kagame ha demostrado en el pasado que no vacila ante sus enemigos.
Así, el conflicto en Burundi finalmente podría cruzar la frontera. El problema humanitario hace tiempo que lo ha hecho. Ruanda, Tanzania y Congo registran ya a más de cien mil refugiados. En un solo pueblo a orillas del lago Tanganica esperan más de cincuenta mil burundeses a cruzar en barco a Tanzania. Una nueva crisis de refugiados está en ciernes.
Las elecciones libres son actualmente impensables
El tratado de paz de Arusha del año 2000 establecía claramente un límite de dos mandatos. La Corte Constitucional de Burundi, sin embargo, dictaminó lo contrario a través de una maniobra legal. Sólo renunciando a cualquier nuevo mandato, con diálogo y con señales de reconciliación hacia sus oponentes, el presidente Nkurunziza lograría enderezar la cuestión.
La clave estará en cómo trate a sus enemigos, incluidos los golpistas. Las elecciones son impensables en ese ambiente. Sí sería posible una fase de transición que inicie un proceso electoral justo. Sin embargo, para el presidente Nkurunziza ya no hay vuelta atrás. A no ser por la fuerza.