¿Competencia para el Canal de Panamá?
15 de junio de 2013La idea estuvo engavetada durante doscientos años, pero, ahora, las circunstancias parecen propicias para que vea la luz: en Nicaragua se quiere construir un canal transitable que comunique las aguas del océano Atlántico con las del Pacífico. Contar con esa infraestructura le permitiría al pequeño Estado centroamericano cambiar su posición en la periferia de la escena internacional por una en el corazón de la economía global. De momento, Nicaragua es el país más pobre de América Latina y el Caribe, después de Haití.
Viejos sueños, problemas actuales
Su actual presidente, Daniel Ortega, está haciendo todo lo posible para que este proyecto, que nunca ha estado ni remotamente cerca de convertirse en una realidad, se materialice. Hoy, pese a las acusaciones de corrupción administrativa y enriquecimiento ilícito en su contra, Ortega está más cerca que nunca de la realización de su viejo sueño. Y es que el Congreso, en donde el Frente Sandinista ocupa 63 de los 92 puestos, ya otorgó la concesión para construir el canal a una empresa china.
El plan contempla construir el canal, dos puertos para aguas profundas, un oleoducto, una vía de ferrocarriles y un aeropuerto internacional. A cambio de hacerse cargo de esas obras, China pide que se le permita operar el canal durante cien años y quedarse con parte de los ingresos que genere el tránsito por ese estrecho artificial. La reacción del Gobierno nicaragüense a esa propuesta de negocios fue celebrar los pronósticos de crecimiento económico que este megaproyecto suscita.
Se estima que la economía local podría duplicarse de aquí al año 2015. “Este acuerdo cambiará la historia de Nicaragua”, proclamaba el secretario de políticas públicas de la presidencia nicaragüense, Paul Oquist, agregando que el canal impulsaría el desarrollo de la nación. Pero existen dudas razonables sobre el poder de persuasión de estos argumentos. Y es que, de los casi 6 millones de habitantes de Nicaragua, poco menos de la mitad vive en condiciones de pobreza y exclusión social.
El canal como mina de oro
En lo que al futuro “Canal de Nicaragua” se refiere, nadie consultó a las poblaciones indígenas del país, pese a que el canal en cuestión pasará por sus territorios ancestrales. En una carta abierta dirigida al presidente Ortega y publicada en varios periódicos de la capital, Managua, un ciudadano le recordaba al mandatario que, cuando la gente se quejaba por la falta de insumos básicos en los hospitales, la respuesta del Gobierno era siempre la misma: “no hay dinero ni para las cosas fundamentales”.
La posición del Gobierno es que el problema de la pobreza es precisamente lo que se busca resolver con la construcción del canal. A partir del año 2023, se supone que los barcos contenedores pasarán por allí con 570 millones de toneladas en mercancía; casi el 5 por ciento del comercio marítimo, según los cálculos más optimistas. Los nicaragüenses saben que un canal como el que se ambiciona puede traer mucho dinero: los operadores del Canal de Panamá ganan mil millones de dólares al año.
Y las tendencias son prometedoras para Panamá: se están desarrollando trabajos de excavación para que barcos más grandes puedan pasar por su canal a partir de 2015. Eso sí, pagando tarifas más altas que las usuales. El objetivo es que, desde el principio, el Canal de Nicaragua sea más grande, más profundo y –con 200 kilómetros de longitud– más largo que el de Panamá. El Gobierno de Ortega enfatiza además que la construcción del canal promete generar 600.000 nuevos empleos.
Sin duda se trata de un proyecto ambicioso, pero Nicaragua insiste en que no busca hacerle competencia a Panamá, alegando que su canal sólo será un complemento necesario. Después de todo, se espera un marcado incremento en el comercio marítimo en los lustros por venir.
Muchas incógnitas, ninguna respuesta
Tanto optimismo tiende a opacar otras cuestiones importantes. Como, por ejemplo, si la empresa HK Nicaragua Canal Development Investment Co. está realmente en capacidad de desarrollar este colosal proyecto. El director ejecutivo de esa compañía, un empresario chino de 40 años, dirige no una sino varias firmas adicionales, incluida una de telecomunicaciones. Y no son pocos los nicaragüenses que se preguntan qué papel juega el Gobierno chino en este proyecto.
El tema es delicado porque Pekín podría incrementar su influencia en América Central y cambiarle la cara a la región, también políticamente. Otro punto incierto es la trayectoria exacta del canal: el presidente Ortega está empeñado en que cruce el Gran Lago de Nicaragua, como es conocido el lago Cocibolca. Pero esa idea no es compartida por Jaime Incer Barquero, el ecólogo más prominente del país y asesor ambiental de Ortega. Barquero le recuerda con frecuencia que fue el propio Ortega quien declaró por ley el uso exclusivo de ese lago como reserva de agua potable para consumo humano.
“La tarea del Gran Lago de Nicaragua es servir como fuente de agua para Nicaragua y Centroamérica”, cita Barquero al hombre fuerte de Managua, intuyendo que también el floreciente turismo en torno a este lago podría extinguirse si se construye el canal. Al parecer, la idea del Canal de Nicaragua no ha madurado demasiado en doscientos años.
Autor: Marc Koch desde Buenos Aires (ERC)
Editor: José Ospina-Valencia