Con una mano en la Copa
10 de julio de 2014Alemania va al partido del domingo en Río de Janeiro con una enorme carga a cuestas: ser favorito al título. Los partidos de la semifinal han colocado a los europeos en esta incómoda posición, pues su categórica victoria 7-1 sobre el anfitrión del Mundial, Brasil, comunica un sentimiento de superioridad del que Argentina está libre. El equipo sudamericano llega a la final tras obtener sobre Holanda un triunfo muy trabajado, acompañado por la suerte desde el punto penal, pero para nada intimidante.
No son pocos los que esperan ver en el estadio Maracaná a la Alemania punzante, letal y en éxtasis colectivo que los entusiasmó en la goleada sobre Brasil. Esos son quizás los mismos aficionados que se preguntan si Argentina saltará a la cancha en Río de Janeiro con la misma precaución y timidez que la obligó a desgastarse 120 minutos ante Holanda, y a esperar a que el azar de los penaltis resolviera un partido que ella misma no se decidió a finiquitar con atrevimiento.
A todos ellos el jugador alemán Toni Kroos les ofreció una acertada respuesta cuando declaró a la prensa: “A las cosas hay que darles su dimensión real: los títulos se obtienen en las finales, no en las semifinales, así estas se ganen por 7-1”. La reflexión también es válida para los argentinos. Las semifinales ya no valen.
Ventajas y desventajas
Hay pocas certezas al abordar el estudio de la final del Mundial 2014. Entre ellas hay que anotar que Alemania llega en con una ventaja física, y una desventaja emocional. La primera se explica por las casi 26 horas más de descanso que ha disfrutado antes del partido en el Maracaná. Argentina no solo jugó un día más tarde su semifinal, sino que ella se extendió a lo largo de 120 exigentes minutos que dejaron huella en los músculos.
Pero los sudamericanos tienen a su favor la ventaja anímica. El triunfo sobre Holanda fue la recompensa a un plan, y esto eleva la convicción de estar haciendo lo correcto. El orden defensivo de Argentina rindió frutos, y la selección “gaucha” sabe también que en materia ofensiva tiene aún mucho más para ofrecer, que en sus filas se esconde un potencial que todavía no ha explotado al máximo.
Estos son factores emocionales con un efecto positivo. Entretanto, la parte negativa, la de la presión de ser favorito, queda del lado alemán, que fue el equipo que deslumbró y ahora está en la obligación de ratificar que su extraordinario rendimiento no fue “flor de un día”.
Argentina previsible
El equipo del entrenador Alejandro Sabella ha ganado todos sus partidos en Brasil 2014. Pero si bien eso es cierto, también lo es el hecho de que entre las dos aspirantes a la Copa del Mundo, es Argentina la que ha conseguido los resultados con un margen exageradamente estrecho, siempre con lo mínimo, con el escaso “gol de más” que le permitió celebrar la victoria. Así las cosas, se entiende que Argentina no sea considerada la gran favorita a la Copa del Mundo.
Hasta ahora, los sudamericanos han aprovechado al máximo el prestigio de Lionel Messi, más que sus virtudes futbolísticas. Él anotó cuatro goles en la fase de grupos y desde entonces no se hace presente en el marcador. La estrella argentina ha asumido muy bien su papel como “factor de distracción” del rival, siendo el jugador que camina con gran libertad por la cancha y cuando toma el balón amontona defensas a su alrededor creando espacios para sus compañeros. Además, llegado el momento explota y genera él solo más peligro que sus otros diez compatriotas juntos.
Pero, por fortuna, los argentinos también cuentan Javier Mascherano, el hombre que tiene todas las respuestas, y el que las comparte con el equipo, bien sea atacando, o mayoritariamente defendiendo.
Alemania desconcertante
Por el lado de los dirigidos por Joachim Löw las cosas lucen mejor, pero tampoco son del todo color de rosa. Alemania ha logrado hacer de su pregonada flexibilidad un credo. Unas veces es Philipp Lahm el que se echa el equipo al hombro, otras Toni Kroos, y en el partido más reciente el turno fue para Sami Khedira.
Con ellos al timón el colectivo luce ordenado, contundente, disciplinado, peligroso, paciente y maduro. Pero todas estas virtudes, que serán importantes contra Argentina, solo han salido a relucir juntas cuando los partidos se le dan. Contra selecciones que salen a enfrentarla de tú a tú (Portugal, Brasil), Alemania ha brillado gracias a su eficiente frialdad. Contra aquellas que se lanzan “suicidas” a la cancha, porque no tienen nada que perder y sí mucho que ganar (Ghana, Argelia), los alemanes pierden el control, se desesperan y se dejan arrastrar por un loco remolino que pone en riesgo el buen resultado.
En la disputa por el título las cartas se barajan de nuevo. Argentina y Alemania tienen ya una mano en la Copa del Mundo. Aferrarse a ella, y quedársela, dependerá de qué equipo reduce sus debilidades y aprovecha mejor sus fortalezas. Los sudamericanos tienen a Messi, los europeos tienen mucha cabeza fría. El resultado final dirá qué pesa más.