Consumidores alemanes, ¿una bomba de tiempo?
31 de diciembre de 2013
Los bancos emisores vienen inundando el mercado con dinero barato desde hace años y se esmeran en mantener bajos los intereses básicos. Eso es beneficioso para los empresarios y, hasta cierto punto, también para los consumidores: obtener créditos para realizar inversiones o adquirir bienes y servicios es extremadamente fácil. Esto salta a la vista, sobre todo en territorio germano. En comparación con la población de otros países europeos, la de Alemania está menos preocupada por sus puestos de trabajo y menos motivada para depositar sus ahorros en el banco. Después de todo, los intereses están por el suelo.
De ahí que en Alemania se consuma tan intensamente. Así como la capacidad de los Estados para honrar sus deudas es medida por agencias de calificación de riesgos, en Alemania existe una agencia de referencia crediticia denominada Schufa que recopila información de diferentes fuentes para determinar la fiabilidad de una persona cuando ésta pide que se le permita pagar a plazos. Según la Schufa, en este momento circulan 17 millones de créditos en la tierra natal de Karl Marx; un 50 por ciento más que los que circulaban hace una década. ¿Debe ser éste un motivo de preocupación? Algunos expertos sostienen que no.
Michael Bretz, de la agencia de reporte crediticio Creditreform, alega que la tendencia de los consumidores a pagar sus deudas puntualmente ha aumentado en Alemania. “En 2012, el 79 por ciento de las cuentas pendientes fueron canceladas en un lapso de treinta días. En 2013 fue el 83 por ciento”, comenta Bretz, acotando que también las empresas honran sus deudas a tiempo. La cantidad de compañías que se declaran en bancarrota ha vuelto a bajar a los niveles registrados hace catorce años. No obstante, unas 6,5 millones de personas en Alemania tienen una deuda promedio de 33.000 euros a mediano o largo plazo.
Un sistema complejo
La Federación Alemana de Empresas de Cobranza está integrada por 560 compañías dedicadas a recaudar el dinero que otras empresas o personas le adeudan a sus 500.000 clientes y preocupadas por la intensificación del desafío que tienen por delante. Kay Uwe Berg, director ejecutivo de la federación, describe a los consumidores alemanes como “una bomba de tiempo” que puede explotar cuando la situación económica sea menos espléndida. Más deudas y más personas incapaces de pagar sus créditos. Ese parece ser un escenario prometedor para las empresas de cobranzas, pero las apariencias engañan.
Berg teme que el objetivo principal de los cobradores –conseguir que las deudas sean canceladas– pueda verse obstaculizado por un cambio de vientos en la economía alemana y por la inminente oferta de pago a plazos más allá de las fronteras germanas. “El cambio demográfico que se observa en Alemania llevará a que el mercado interno deje de crecer y a que las empresas locales intenten hacer negocios en los vecinos”, explica Berg. Y con las oportunidades vendrán también los riesgos: la Comisión Europea ha advertido que tanto los hogares como las empresas de España, Portugal, Irlanda y Chipre amasan deudas muy grandes.
Si a eso se suman los altos índices de desempleo e incertidumbre económica que se registran en otros países comunitarios, empiezan a hacerse evidentes los motivos por los cuales las empresas de cobranza alemanas atisban nubes oscuras en el horizonte. A un hombre desnudo no se le puede pedir que vacíe sus bolsillos.