Sin Gadafi
29 de agosto de 2011Publicidad
Salvo algunos reductos de la resistencia favorable al régimen, los rebeldes controlan prácticamente toda Trípolis y avanzan hacia Sirte, la ciudad natal de Muamar el Gadafi, el dictador libio en paradero desconocido. Con la tierra del país norteafricano todavía humeante, y aún no pacificada por completo, los bombardeos de la OTAN se celebran ya como un éxito, y a medida que el Gobierno provisional comienza a asumir sus funciones, empieza a enfrentarse a las dificultades.
La tarea de la transición en Libia supone un “reto enorme”, advirtió el secretario general de Naciones Unidas, Ban Ki Moon, a representantes de la Unión Europea, la Unión Africana, la Liga Árabe y la Organización para la Cooperación Islámica, reunidos el pasado viernes (27.08.201) en videoconferencia. Berlín, especialmente en el punto de mira al haberse abstenido en la votación de la Resolución del Consejo de Seguridad que ejerció de base legal para la intervención internacional contra Gadafi, trata de hacer ahora de la cooperación una manifestación de lealtad a sus socios: 100 millones de euros en créditos para proyectos civiles y humanitarios, siete millones en ayuda de emergencia y el rápido flujo de los fondos libios congelados por sanción al régimen anterior componen la primera promesa de los alemanes.
Ayuda de emergencia
Este domingo (28.08.2011) muchas tiendas volvían a abrir en Trípolis. Jóvenes recogían escombros, deshechos, y limpiaban las calles de las huellas de la guerra. El Consejo rebelde que ha asumido temporalmente la administración de Libia llamaba a los ciudadanos a regresar al trabajo, como señal de normalidad, pero apelaba al mismo tiempo a los médicos libios en el extranjero a viajar a su país.
Los hospitales necesitan personal y sobre todo medicamentos. “Faltan antibióticos, analgésicos, vendas y todo tipo de material para atender a los muchos heridos, y eso no sólo en la capital”, explica Dirk Angemeer, jefe de sección de Action Medeor, una ONG germana que ofrece apoyo sanitario de urgencia a lugares en crisis y forma con otras diez agrupaciones parte permanente de Aktion Deutschland Hilft (Acción Alemania Ayuda). La llegada de productos médicos al Norte de África coordina Action Medeor: “lo hicimos en Misurata y ahora estamos respondiendo a la petición del director de una clínica de Trípoli, que habla alemán porque ha pasado temporadas aquí y nos ha hecho llegar una lista con las cosas que requiere”, dice Angemeer.
Con sus ricos recursos naturales, Libia no es un país en desarrollo, se apresuró a dejar claro el Ministerio de Cooperación Económica y Desarrollo berlinés. Aún así, tras meses de conflicto escasean el agua y la electricidad, los precios de los alimentos y la gasolina se han disparado, el suministro de gas ha quedado en muchas zonas interrumpido, y la Cartera germana ha aprobado una ayuda de emergencia por valor de siete millones de euros, que sólo podrán ser empleados en proyectos civiles. “A nosotros no nos importa lo que el Gobierno alemán aporte o no”, indica Angemeer, “independientemente de eso y del modo en que económicamente se catalogue al país, nos vemos en la obligación de ayudar allí donde exista gente que lo necesite”.
Colaboración en la era post-Gadafi
Entre el júbilo diplomático, sin embargo, resuenan las palabras de los expertos. “El conflicto en Libia todavía no ha terminado”, escriben Annegret Bendiek y Wolfram Lacher, de la alemana Fundación Ciencia y Política (SWP por sus siglas germanas). “Es posible que a la caída del dictador le sigan nuevos enfrentamientos por el reparto del poder”, añaden.
La estabilización del país es una de las labores que se escribe, y probablemente se escribirá en lo sucesivo, con mayúsculas. Para ello son varios los pasos a dar. Una policía capaz de recuperar el control de las calles y reducir el alto número de armas actualmente en circulación, por ejemplo, tiene que ser formada e instruida. Esta función ya la asume Alemania en Afganistán y podría llevarla a cabo igualmente en Libia, ha puesto la canciller, Angela Merkel, como posible oferta sobre la mesa.
Además, el país, que estuvo regido únicamente sobre la base del Libro Verde de Gadafi, deberá dotarse -si realmente quiere seguir el anunciado camino democrático- de una Constitución. En la redacción del documento y en el Gobierno que dirija el cambio de sistema es importante que la representación social sea amplia. El dominio de grupos del noreste libio, como sucede en el Consejo rebelde, puede generar nuevos conflictos, advierten los politólogos de la SWP. También la justicia será necesaria y un repaso sosegado de los crímenes cometidos por el régimen saliente, a fin de evitar los actos de venganza al margen de la Ley.
De la comunidad internacional espera Ban Ki Moon, declaró el secretario general en la videoconferencia, un programa efectivo y coordinado de ayuda a Libia. El apoyo externo se perfila de utilidad, reconocen en su escrito Bendiek y Lacher: siempre y cuando, puntualizan, éste asesore y no se concentre en influir, lo que podría debilitar la credibilidad del proceso ante la población, ya que “la desconfianza hacia el extranjero, especialmente hacia Occidente, persistirá en Libia probablemente más allá de la era Gadafi”.
Autor: Luna Bolívar/ dpa/ afpd
Editor: José Ospina Valencia
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