Cuando los niños... y los adultos leen

"Hace de esto muchos años, había un Emperador tan aficionado a los trajes nuevos, que gastaba todas sus rentas en vestir con la máxima elegancia. No se interesaba por sus soldados ni por el teatro, ni le gustaba salir de paseo por el campo, a menos que fuera para lucir sus trajes nuevos. Tenía un vestido distinto para cada hora del día, y de la misma manera que se dice de un rey: "Está en el Consejo", de nuestro hombre se decía: "El Emperador está en el vestuario...". Hans Christian Andersen (1805-1875), el fabulista y poeta danés, autor de este maravilloso cuento cumpliría este 2 de abril 199 años. Se dice que los daneses conocen a Andersen mejor que a sus propios vecinos. La universalidad de Andersen es indiscutible. Sus obras se leen en 80 idiomas y han sido adaptadas al teatro, al ballet, al cine, así como representadas en la escultura y la pintura.

Haciendo pues honor a la vida y obra de Andersen la International Board on Books for Young People (IBBY) declaró todos los 2 de abril como Día Internacional de la Literatura Infantil. Chicos y grandes deben, según la idea inicial, valorar la importancia de la lectura y reconocer la influencia del libro en la niñez y la juventud.

¿Existe un mundo sin enchufes?

Según los expertos, la lectura sigue siendo un "factor importante en el desarrollo de los niños". Esto, a pesar del poderío de los medios electrónicos de comunicación, estudio y diversión. Además del televisor y el radio, la mayoría de chicos alemanes de hoy tiene acceso a videos, internet, cassettes, CDs y CD-ROMs. Según el "Estudio KIM" realizado en 2002 por la Asociación de Pedagogos Investigadores de Medios (MPFS), el 42% de los niños y jóvenes alemanes no lee muy a gusto. Para el 82% la televisión "es la ocupación preferida en el tiempo libre y cuando hacen los deberes escolares", revela KIM.

Leer es saludable

A pesar de lo atribulante de las anteriores cifras, la fundación alemana Leer cree que la clave está en que los adultos deben hacerle más atractiva la lectura a los jóvenes. Christoph Schäfer, vocero de Leer, está convencido de que "la literatura juega aún un gran papel en la vida de los párvulos". La importancia de la lectura no se agota en el simple transporte de contenidos. Los estudiosos aseguran que la mente puede ser "entrenada a través de la lectura". La lectura parece tener gran influencia en la vida emocional y el desarrollo de la personalidad, tanto de chicos como de grandes. Los niños que leen, dice Schäfer, "aprenden vocabulario y estimulan su propia fantasía".

La omnipresencia de los medios electrónicos no es, necesariamente, nociva. La Fundación Leer lo reconoce así. Sólo que estimar las dosis ideales de ordenador, videos y libros es difícil para algunos de los que buscan la receta de la felicidad familiar en el mundo mediatizado de hoy. Por eso, Leer recomienda a los padres leerle interesantes historias incluso a los bebés.

El libro vive y reaviva

Un buen libro - así como una buena película - logra atrapar hasta al más reacio lector, sin importar su edad. "El libro empero, tiene una ventaja", agrega Schäfer, "el libro es un objeto real, palpable, legible, de posponer si se quiere, pero también retomable, reanimable y disfrutable", concluye Schäfer su insólita caracterización del libro. Así que debemos imaginarnos el libro como un objeto vivo con el alma en letras. Nada desdeñable es que el libro puede ser también un instrumento de ayuda al niño o la niña, los jóvenes y los adultos.

Fábulas: las primeras lecciones de la vida real

Dejando a un lado el monstruoso espectáculo comercial en torno a Harry Potter, lo cierto es que sus historias han interesado a muchos niños - y a no pocos adultos - por la lectura. Los medios electrónicos no son pues, por sí mismos, una amenaza para la niñez y la juventud. Son muchos aún los chicos que se resisten a apagar la luz atrapados por una aventura, una biografía, una fábula, una poesía o un cuento como el del "Traje nuevo del Emperador" que aquí termina...

"¡Es un traje precioso! - ¿Verdad que me sienta bien?, dijo el Emperador y volvióse de cara al espejo, para que todos creyeran que veía el vestido. Pero no permitía que los demás se diesen cuenta de que nada veía (porque nada tenía), para no ser tenido por incapaz en su cargo o por estúpido. ¡Pero si no lleva nada! -exclamó de pronto un niño. Y todo el mundo se fue repitiendo al oído lo que acababa de decir el pequeño.

- ¡Pero si no lleva nada! -gritó, al fin, el pueblo entero. Aquello inquietó al Emperador, pues presumía que el pueblo tenía razón; mas pensó: «Hay que aguantar hasta el fin». Y siguió más altivo que antes; y los ayudas de cámara continuaron sosteniendo la inexistente cola". Una deliciosa alegoría de la vida real.