Cumbre UE-Ucrania: entre Sebastopol y Bruselas
9 de septiembre de 2008“En mi opinión, sólo la estabilidad política y una coalición democrática pueden servir como base al desarrollo en Ucrania. Nuestros dirigentes van a hacer todo lo posible para que vayamos en esa dirección”, declaró la primera ministra ucraniana, Julia Timoshenko.
Sin embargo, la Revolución Naranja, Timoshenko y sus trenzas al frente de los manifestantes en Kiev, quedan hoy lejos en el tiempo. Occidente apoyó, monetaria y moralmente, el cambio político en Ucrania. Pero en Europa no está la cosa para ampliaciones. La UE se dice abierta a un aumento de la cooperación económica. El ingreso del país en la comunidad prefiere postergarse para un futuro sin fecha. Y las palabras de la primera ministra suenan a vacía retórica.
Un sesgo político
“Las relaciones bilaterales entre Ucrania y la UE van por buen camino. La economía en Ucrania mejora, se genera crecimiento y poco a poco se está controlando la inflación”, asegura el jefe de la diplomacia europea, Javier Solana, “pero, en lo que a la situación política se refiere, tenemos nuestras dudas: la vida parlamentaria tiene que normalizarse.”
En Ucrania, la jefatura del Gobierno y la jefatura del Estado, es decir, Timoshenko y su antiguo aliado, el presidente Victor Yushchenko, se mantienen en situación de crisis constante. Y si entre los “occidentalistas” las posturas divergen, éstos y las fuerzas pro rusas libran un enfrentamiento que sesga al país en dos grupos de intereses irreconciliables, pese a la imagen de unidad contra el dominio moscovita que se trata de exportar.
“La UE puede esgrimir todas las dudas que quiera, pero yo creo que el principal motivo es el miedo a Rusia. Otorgar a Ucrania la perspectiva de una posible entrada en la UE, de un acercamiento a Occidente, no agrada precisamente a Moscú. Y eso genera, como es natural, temores en algunos países comunitarios”, dice Amanda Akçakoca, experta en Ucrania del Centro de Política Europea de Bruselas.
Después del Cáucaso
Sobre todo el reciente conflicto en el Cáucaso empuja a los mandatarios de Kiev a buscar cobijo en los brazos de la UE. Ucrania teme que el Kremlin pudiera proceder en Crimea como acaba de hacerlo en Abjazia y Osetia del Sur. Similitudes no faltan.
En la península de Crimea, a orillas del Mar Negro, se sitúa un puerto de estratégica importancia para la Marina rusa: Sebastopol. Oficialmente Sebastopol es territorio ucraniano, pero las raíces del 80% de la población se extienden aquí hasta Rusia. Ucrania se queja de que Moscú lleva años, como ya lo hizo en las provincias separatistas georgianas, repartiendo en Crimea pasaportes rusos.
Al igual que en Georgia, la tendencia pro occidental del Gobierno ucraniano no gusta en el Kremlin. Las rencillas de baja intensidad y los pequeños sabotajes se repiten como manifestación del descontento moscovita. Cuando las tropas rusas traspasaron la frontera con Georgia, Ucrania se solidarizó con Tiblisi y trató de presionar a Moscú vía Sebastopol. Ahora dice Kiev que quiere repensarse el tratado por el que permite a los buques de guerra rusos anclar en sus embarcaderos, y las consecuencias del replanteamiento son imprevisibles.
“Espero que la crisis del Cáucaso anime a la UE a profundizar sus relaciones con Ucrania, y quizás incluso se le plantee la posibilidad de un ingreso en la UE. Ucrania es un país que se encuentra a medio camino entre Occidente y Rusia. Una señal de Occidente, especialmente de la UE, sería importante para que no caiga de nuevo en el ámbito de influencia de Moscú. La última crisis de Gobierno demuestra que esto aún es posible”, comenta Akçakoca.
Desde 2005 existe un plan de acción entre la UE y Ucrania destinado alinear al país política y jurídicamente, y también con vistas al respeto de los derechos humanos, con los estándares comunitarios. En 2007 se empezó a negociar el siguiente paso, principalmente económico, que prevé una asociación en el ámbito de la energía y el establecimiento de una zona de libre comercio. Seguramente sea en los segundos aspectos, más que en los primeros, en los que la UE incida esta tarde en París.