De Kafka a Borges
3 de junio de 2004Franz Kafka nació el 3 de julio de 1883 en Praga, era hijo de un comerciante judío y estudió Germanística y Derecho. Durante toda su vida fue un solitario, incomprendido. La vida del torturado Kafka estuvo marcada por la compleja relación con su padre y con las mujeres. Entre sus pocos amigos se encontraban Max Brod y Franz Werfel. Fue Brod quien, luego de la muerte de Kafka, se decidió a publicar obras como “El Castillo” o “El proceso”, contradiciendo el testamento del autor, que preveía que los textos fueran quemados. La sabia y valiente decisión de Max Brod le trajo fama mundial póstuma a Kafka y lo convirtió en uno de los grandes literatos del siglo XX.
Desde Praga hasta Buenos Aires
Incluso hoy en día hay muchos que opinan que el nivel de excelencia literaria del autor praguense no ha podido ser alcanzado aún por ningún otro novelista europeo. Es, en cambio, en la literatura latinoamericana donde hay un escritor de la talla de Kafka: Jorge Luis Borges. Con motivo del octogésimo aniversario de la muerte de Franz Kafka comienza hoy el festival cutural “Kafka-Borges-Buenos Aires-Praha”. Durante todo el mes de junio una diversidad de eventos rendirán homenaje a los dos grandes escritores del siglo XX. El festival cuenta con el patrocinio del ex-presidente checo, Vaclav Havel.
La Sociedad Franz Kafka está a cargo de la organización de las tertulias literarias, exposiciones, representaciones teatrales y películas que se podrán disfrutar a partir de hoy en toda Praga. Como co-organizadores figuran la Embajada Argentina en Chequia, el Centro Franz Kafka y el Museo Judío. “Los argentinos admiramos mucho a Franz Kafka, a quien consideramos uno de los más grandes escritores del siglo XX”, dijo el embajador argentino, Juan Eduardo Fleming, durante la inauguración del festival. Fleming explicó el nexo con el escritor argentino de este modo: “En el mundo hispanoamericano, Borges fue el primero en leer y difundir la obra kafkiana”.
Siglo XX Cambalache
Según Josef Cermak, catedrático emérito de Literatura Comparada de la Universidad Carolina de Praga, el interés por Kafka sigue vigente porque el autor “no fue un realista, sino que extrajo información de la realidad, transformándola de manera hiperbólica”. En cristiano quiere decir que “el hecho de que existan tantas interpretaciones permite mantener vivo el interés” por este escritor. Más allá de las explicaciones de los expertos, alcanza con ir a una oficina pública para reconocer la vigencia de “El castillo” o “El proceso”. Sin importar si se vive en Europa o en América Latina, pasó un siglo y seguimos sucumbiendo ante la asfixiante burocracia, que Kafka supo describir tan bien hace más de 80 años.