Fútbol a prueba de dudas
5 de febrero de 2011Para la televisión alemana, el fútbol es uno de los espectáculos que mayores índices de sintonía garantiza. De ahí que los canales estatales y privados no escatimen en recursos a la hora de presentar a la audiencia transmisiones en vivos de partidos, narrados por carismáticos expertos en la materia y analizados sin demora con ayuda de animaciones tridimensionales, acercamientos y gráficos que diseccionan cada jugada para que el espectador sepa exactamente qué pasó, cuándo, cómo y hasta por qué.
Los árbitros no tienen el respaldo de esta parafernalia técnica, pero tienen la autoridad para decidir cuándo ha tenido lugar una falta o no, cuándo se ha consumado un gol o no, y su veredicto es el que cuenta, aún cuando a quienes contemplan el partido desde los estudios de televisión y desde los hogares no les quepa la menor duda –gracias a los avances de la tecnología– de que el árbitro se ha equivocado. Errar es de humanos y nadie puede esperar más de ellos, a menos que a los árbitros se les permita hacer uso también de técnicas como las que emplean los narradores omniscientes de la televisión.
Un chip electrónico dentro de los balones
Entre los hinchas del balompié, las acaloradas discusiones en torno a los goles que no han sido validados o no han debido serlo, siempre terminan girando alrededor de una pregunta: ¿debe la técnica jugar un rol más importante en los partidos de fútbol? Si le preguntan a David Abend, no será él quien diga que no. Abend trabaja para la empresa alemana Impire AG y vive de calcular distancias de tiro o montar gráficas virtuales sobre las imágenes que le llegan directamente desde los estadios en donde se juegan los partidos de balompié.
Son personas como Abend, que pasan horas sentadas frente a un puñado de televisores, quienes proveen a los canales de televisión con esas imágenes impresionantes para que sus comentaristas deportivos hablen como dioses del Olimpo que todo lo saben porque todo lo ven. Pero, ¿qué pasaría si un sistema mucho más sencillo y menos abstracto sustituyera a los servicios de Impire AG, por lo menos cuando de determinar la consumación de un gol se trata? Eso se pregunta el equipo de Cairos, la empresa que desarrolló la idea del chip dentro del balón.
Goles a prueba de duda
El objetivo de esta innovación es uno solo: determinar cuándo ha tenido lugar un gol y cuándo no. Eugen Strigel, miembro de la comisión de árbitros de la Federación Alemana de Fútbol (DFB), sostiene que el chip insertado en la pelota sería un instrumento de gran ayuda para ellos. “Nosotros nos alegraríamos mucho si se usara este recurso. Después de todo, el acto de cantar un gol es la decisión más importante del juego”, comenta Strigel, confiando en la promesa de Cairos de que la técnica ofrecería un cien por ciento de seguridad.
Oliver Braun, portavoz de la empresa Cairos explica cómo funciona este dispositivo: delgadísimos cables eléctricos colocados en la zona de penalty y detrás de la portería crearán un campo magnético. En cuanto el balón entre a la zona de penalty, su trayectoria será medida y los datos registrados serán enviados a un sistema computarizado. Con base en esa información, el sistema determinará sin ambigüedades si la pelota traspasó la línea de la portería o no. “Cuando el balón entra en la portería, el sistema le envía una señal al árbitro en un lapso que dura medio segundo”.
“El fútbol vive de los errores”
Si se aprueba la reforma de los reglamentos vigentes, los quince balones que se utilizan en cada partido de la Bundesliga estarían equipados con su respetivo chip electrónico. Braun aclara que los costos de implementar este nuevo sistema se fijarían en proporción con el dinero que reciben los árbitros por su labor, para que las ligas con menos recursos económicos también puedan tener acceso a las ventajas que ofrece el chip. “En Alemania los árbitros cuestan casi 10.000 euros por partido. La liga alemana pagaría más porque también recibe mayores ingresos por concepto de transmisiones televisadas y patrocinantes”, explica Braun. Una liga en el este de Europa pagaría menos, pero, hablando en términos porcentuales, todos pagarían lo mismo, asegura Braun.
A pesar de que el chip pasó la prueba a la que fue sometido en Japón en 2007, durante la Copa Mundial de Clubes de la FIFA, el organismo que rige a las federaciones de fútbol en todo el mundo se resiste a implementar esta innovación tecnológica. El argumento: “demasiada técnica”. Y es que, a juicio de la FIFA, como espectáculo, este deporte vive también de las decisiones erradas de los árbitros. Su mayor concesión en este sentido ha sido la de introducir en los partidos la figura de los “jueces de goles” que asisten al árbitro en caso de duda.
Movimiento reformador en el balompié.
Sin embargo, la del chip no es una innovación que se haya engavetado. En 2010, durante el Mundial de Sudáfrica, los árbitros tomaron decisiones erradas tan célebres que no hubo manera de acallar el clamor de los fans por la introducción de soportes técnicos; el caso más prominente fue la renuencia del árbitro a conceder el gol que metió Frank Lampard en los octavos de final, durante el partido que enfrentó a Inglaterra y a Alemania. Strigel dice que la discusión en torno al chip volverá a la agenda de la DFB en marzo, cuando se reunirá con la International Football Association Board (IFAB), el gremio de mayor jerarquía en lo que a la definición y modificación de las reglas del juego se refiere.
Autor: Olivia Fritz / Evan Romero-Castillo
Editor: Enrique López Magallón