Decidir cuándo nacer, un primer acto de libertad en Colombia
24 de octubre de 2023Naomi nació en Pereira, en el eje cafetero de Colombia, el 2 de abril de 2022. Su madre, Marcela Rojas, es química farmacéutica. Su padre, Fabián Vélez, un abogado que había tenido en sus manos casos de bebés fallecidos por negligencias médicas. Por eso, decidieron "aprender" sobre el proceso del parto y sobre sus derechos, en cursos prenatales públicos y en cursos privados como los de la plataforma en torno a la maternidad Acunar.
A Fabián, le sirvió para entender "que yo tenía un rol importante en el parto, de acompañamiento físico y emocional". A ambos, para planificar y tener su "parto soñado", gracias a la "lucha de contrapesos con los médicos" llevada a cabo en los últimos años por plataformas y activistas como las de Acunar, dice.
Otra vez, otra mujer que parió sola
Isabel nació en Bucaramanga, a casi 400 kilómetros de Bogotá, poco después que Naomi, el 20 de abril de 2022. Su madre, Paola Barrios, es abogada de familia y docente universitaria. Su padre, Santiago Sequeda, economista. Cuando se decidieron a buscarla, en el verano de 2021, habían perdido la batalla legal por conseguir un parto acompañado para una amiga y vecina.
Aún traumatizada por la violencia obstétrica sufrida con su primer hijo diez años antes, su vecina no quería volver a parir sola, que le hicieran otra cesárea médicamente injustificada, o que la volvieran a separar por cinco días de su recién nacido, cuenta Paola a DW.
Pero había una pandemia de coronavirus. Colombia aún no tenía su "Ley de parto digno, respetado y humanizado", aprobada en julio de 2022. Y todos los recursos jurídicos presentados -basados en las recomendaciones de la OMS- fallaron. La vecina parió sola, por cesárea y con las manos atadas. La separaron de su bebé al nacer y la mantuvieron nueve horas incomunicada con su pareja, rememora Paola.
Pedagogía jurídica, en redes sociales y aulas
Antes de quedar embarazada de Isabel y todavía en pandemia, Paola lanzó convocatorias en Instagram ofreciendo ayuda legal gratuita a mujeres gestantes que quisieran tener un parto respetado. Respondieron más de 90 mujeres de Boyacá, Pereira, Amazonas, Medellín, Barranquilla, Tolima y otros puntos de Colombia. Esta iniciativa la puso también en contacto con Acunar y, junto con la plataforma, comenzó a trabajar con algo que ya existía en Colombia hace más de una década: el "plan de parto".
Paola repartió entre sus estudiantes de Derecho los casos de las mujeres que solicitaron su ayuda legal en Instagram. La nota del semestre dependería de obtener una decisión de garantía de derechos para esas familias que deseaban vivir partos respetados.
Los estudiantes "se pusieron la camiseta" y, al final del primer semestre, obtuvieron las primeras 20 respuestas favorables a sus peticiones. "Yo ya tenía a Isabel conmigo, y le decía: ‘Isa, lo vamos a lograr, estamos haciendo justicia, tú eres la inspiración. La mamá no trabaja, la mamá cambia el mundo’. Y la niña se movía en mi barriga", recuerda Paola.
Lo más conmovedor era que "mis estudiantes -hombres estudiantes de derecho- hablaran de corte tardío del cordón, contacto piel a piel en la primera hora de nacido, lactancia materna, o de que cuando ‘yo sea papá voy a entrar al parto porque es mi derecho’. Que se cuestionaran cómo, pese a lineamientos internacionales y pronunciamientos del Ministerio de Salud, los jueces les daban la razón a las clínicas, por encima de los derechos de la mujer".
Además, "se conectaban con su bebé interior", preguntaban a sus mamás cómo nacieron. Maestra y alumnos se dieron cuenta de que sus madres "habían sido víctimas de violencia obstétrica, que era algo cultural, normalizado", dice Paola, mientras esperaba no llegar a ser ella, esta vez, "la abogada vulnerada" durante su propio parto.
Boca a boca, en las salas de maternidad
Mientras aguardaba a Isabel, hacía también "pedagogía jurídica en las salas de espera", recuerda. Ofrecía descargar el formato de "plan de parto" gratis en Instagram, citando las normativas legales o recomendaciones internacionales que hasta entonces justificaban sus peticiones. Más de 900 mujeres lo hicieron. Más de 14 mil lo han descargado hasta hoy desde la plataforma de Acunar.
Lo mismo hacían Marcela Rojas, a la espera de Naomi, y otras madres asesoradas por Paola o Acunar. Los cursos prenatales del Estado, en ese entonces, ni siquiera mencionaban la posibilidad de presentar un "plan de parto", para establecer un diálogo con los proveedores de salud sobre las necesidades, preferencias y expectativas de las gestantes respecto a la atención. Así que la voz se fue corriendo de boca en boca.
"Si a ellos les iba bien, a nosotros nos iba a ir bien"
"Creo que no hubiera sido lo mismo no estar embarazada. Eran sus bebés y mi bebé, y si a ellos les iba bien, a nosotros nos iba a ir bien", recuerda Paola. "Y a Isabel se le nota, la personalidad de Isabel es muy contestataria, muy autónoma", dice. "Y creo que es por toda la lucha por los derechos de las mujeres que vivimos durante la gestación", asegura.
Finalmente, Santiago y Paola, como Marcela y Fabián, radicaron su "plan de parto" en clínicas públicas, donde aceptaron todas sus peticiones. No querían que Isabel llegara al mundo disfrutando de privilegios que otros bebés no tenían.
Naomi nació tras un corto trabajo de parto natural de Marcela, apoyada por Fabián, con música, masajes, compresas calientes, un humidificador de lavanda, una pelota de gimnástica y algunos ajustes con el equipo médico, que intentó dirigir los pujos mientras Marcela intentaba parir.
"Gracias a Dios, mi esposo estaba ahí", recuerda Marcela. "Fue una experiencia tan hermosa, que queremos repetir", asegura Fabián. "Empoderada", se considera Marcela, "porque el conocimiento es poder". "Privilegiado", se dice Fabián, porque apenas conoce otros papás que hayan vivido, como él, el nacimiento de sus hijos.
"La energía de muchas mujeres"
Unas semanas después, pese a que le habían pronosticado una posible cesárea programada, Paola reventó fuente: "Para nosotros, que Isabel hubiera decidido cuándo nacer, era su primer acto de libertad", celebran, aún hoy, Paola y Santiago. Sentimos que "todo en nuestro parto salió tan bien porque teníamos la energía de muchas mujeres que habían sido beneficiadas", dice Paola.
Al final, Isabel nació por cesárea, con el consentimiento informado de sus padres, porque Paola no dilataba y -con la fuente rota por demasiadas horas- había un peligro de infección. Pero Santiago estuvo con ella, no le ataron las manos y Paola pudo ver nacer a Isabel durante la cirugía, "no porque tuviéramos el privilegio de haber pagado una ginecóloga particular, sino por la respuesta que la clínica nos había dado al derecho de petición", se enorgullece Paola.
Isabel y Naomi tenían tres meses cuando se expidió la ley colombiana de parto humanizado. Con ella, se ha vuelto más fácil radicar "planes de parto" y exigir los derechos de las gestantes y los recién nacidos a las clínicas. Algunas aún se niegan, pero "ahora es la excepción", asegura Paola.
De hecho, lo nota en sus convocatorias semestrales, cada vez menos mujeres le solicitan ayuda. "Estamos normalizando lo que siempre ha sido normal, sin que el privilegio sea una excusa para diferenciarnos al nacer", valora Santiago, y Paola cierra su frase: "Porque la ley dice 'para todos los colombianos'".
(ms)