Del adiós de Musharraf Alemania espera más democracia
19 de agosto de 2008“Nuestra esperanza es que el próximo presidente de Pakistán sea alguien capaz no sólo de tener en cuenta la situación del país, sino también la estabilidad de toda la región, y que contribuya a establecer la paz en Afganistán”, declaró Stefan Bredohl, portavoz del Ministerio de Exteriores alemán.
Quién será el hombre que asuma tal ardua tarea, en un Estado lindante con Afganistán y en abierto enfrentamiento con la India, aún es una incógnita. Pero candidatos no faltan. Al mismo tiempo, queda por determinar el futuro del propio Pervez Musharraf, el mandatario en retirada: con él se marcha un importante aliado de Estados Unidos pero, según diversos políticos alemanes, también un obstáculo para la democracia.
Demasiado tiempo con Musharraf
“Estados Unidos ha apoyado a Musharraf durante demasiado tiempo”, dijo Kerstin Müller, parlamentaria alemana de Los Verdes y recién llegada de un viaje a Pakistán. De la misma opinión es su colega conservador Karl-Theodor zu Guttenberg. “Occidente ha evitado, con la excusa de una supuesta estabilidad, posicionarse claramente con respecto a Pakistán”, comenta zu Guttenberg, “a partir de ahora, Alemania debería hacer depender la venta de armamento y el envío de ayuda humanitaria de los avances que el país demuestre en materia de seguridad y democracia.”
En lugar de irse, Pervez Musharraf podría haber esperado a que lo echaran. Pero el presidente decidió evitarse la votación parlamentaria en su contra y despedirse sin apremios del pueblo que ha dirigido durante nueve años y ahora le da la espalada. El discurso televisado duró una hora, hubo algo de mea culpa o “perdónenme si erré”, pero básicamente Musharraf se declaró inocente de cual cargo pese contra él, incluido el de mala gestión económica.
Quedarán problemas por resolver
Como suele suceder en estos casos, el adiós del general no será la solución mágica para todos los problemas de Pakistán. La situación de la economía no mejora con el mero cambio de presidente. Y habrá que ver si lo que unió a la coalición gubernamental no la separa ahora: tanto el líder de la Liga Muslmana-N, Nawaz Sharif, a quien Musharraf expulsó del poder con su golpe de Estado en 1999, como Asif Zardari, el viudo de Benazir Bhutto y hoy jefe del Partido Popular de Pakistán (PPP), aspiran a ocupar el asiento que queda vacante.
Aparte está la influencia de los talibanes, las luchas tribales en la frontera con Afganistán, y el terrorismo que una y otra vez golpea al país y ya le costó la vida a Bhutto el pasado diciembre. Sin embargo, “no creo que en los próximos días vayamos a vivir una nueva oleada de atentados en Pakistán”, dice Christian Wagner, de la Fundación Ciencia y Política de Berlín, “el ejército pakistaní y las diferentes tribus se enfrentan desde hace semanas, por lo que esta situación, por desgracia, ya es una realidad.”
“La pregunta es más bien cuál va a ser el papel de Musharraf”, continúa el experto, “si se queda o no en el país, y si decide quedarse, si se puede o no garantizar su seguridad”. Al parecer, el presidente puso como condición para retirarse del poder no tener que comparecer ante tribunales y ni marcharse de Pakistán. Pero Sharif ya se ha pronunciado en contra de la concesión de inmunidades y Arabia Saudí se especula como posible destino para un exilio.
Un mandatario con bomba atómica
Tanto el presidente estadounidense, George W. Bush, como su secretaria de Estado, Conodoleezza Rice, han alabado a Musharraf como un aliado en la lucha contra el terrorismo. En el diagnóstico coincide Bredohl, el portavoz del Ministerio de Exteriores alemán, aunque hace sólo una semanas su jefe, Frank-Walter Steinmeier, se quejara de los limitados esfuerzos de Pakistán a la hora de combatir a los islamistas.
Para Occidente es de vital importancia que el presidente pakistaní, sea quién sea, esté de su parte: por Afganistán y porque Musharraf es el único mandatario de un país musulmán que posee, mientras no se demuestre lo contrario, una bomba atómica. “Los partidos realmente islamistas son en Pakistán muy débiles”, recuerda Wagner, “no creo que exista un peligro real de que el armamento atómico caiga en manos de grupos extremistas.”
Wagner coincide en el análisis que de la retirada hace mayoritariamente la prensa alemana: “con la dimisión de Musharraf, los partidos democráticos logran una importante victoria.” A lo que Bredohl añade: “en el futuro, Alemania seguirá apoyando el desarrollo del país y el establecimiento de la democracia en Pakistán.”