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Dos mundos, dos discursos

15 de septiembre de 2002

A diferencia de Estados Unidos, que centra su atención en los peligros provenientes del régimen de Bagdad, Alemania se concentra en los efectos y riesgos de un ataque militar contra Irak.

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El Ministro de Relaciones Exteriores alemán, Joschka Fischer, frente a la Asamblea General de la ONU en Nueva York.Imagen: AP

No se trató de un discurso de rutina el que hizo el ministro de relaciones exteriores alemán, Joschka Fischer, frente a la Asamblea General de la ONU. Fue un discurso caracterizado por un temor muy profundo ante el dramático desarrollo que se vive en el Cercano Oriente. El peligro de una guerra en Medio Oriente es cada vez mayor, una guerra que podría desembocar en un descontrol total. A diferencia de la guerra en contra del régimen Talibán en Afganistán, la guerra contra Bagdad no cuenta con el apoyo unido de la coalición antiterrorista.

Mucho más dramático resulta el hecho de que la situación de por si precaria en el Cercano Oriente, se desestabilizaría aún más. En Jordania la Casa Real se enfrenta a una mayoría palestina cada vez más insatisfecha y amargada. En Egipto el descontento de la población ya sólo se logra aplacar mediante la intervención de la policía. Siria por su parte se prepara para ocupar el liderazgo de las masas árabes descontentas.

Y finalmente tenemos el caso de Israel: En Jerusalén gobierna un gabinete que presiona a EE.UU. a iniciar una guerra contra Bagdad, que en su opinión podría darle más seguridad a Israel. El problema palestino, el principal conflicto en el Cercano Oriente, no se resolverá sin embargo, con una intervención militar contra Irak.

Un tigre de papel

Para el ministro de Relaciones Exteriores Fischer, presentar la posición alemana en Nueva York, frente al auditorio de la comunidad internacional y en la ciudad en la que se perpetraron los ataques terroristas más cruentos de la historia de nuestro planeta, no resultó una tarea fácil. La negativa de Berlín a la política estadounidense puede ser interpretada fácilmente en Washington como falta de lealtad. La misión de Fischer resulta complicada por la posición en la que se encuentra Alemania. Una de las naciones más poderosas tanto desde el punto de vista político como económico en Europa, Alemania es en Nueva York , sólo una pequeño tigre de papel, pues no es miembro permanente del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, y sólo esos 5 miembros decidirán los futuros acontecimientos.

Repercusiones inimaginables

Aún así resulta positivo que Fischer haya dado a conocer las dudas del gobierno alemán, después de todo en el seno de la comunidad internacional aún no reina unidad sobre la intervención militar contra Irak. Tampoco en la Unión Europea existe una opinión común al respecto. E incluso se escuchan tonos críticos entre los políticos estadounidenses.

Alemania hombro con hombro con Estados Unidos. Esta fue la solución hace un año. Este año Alemania es amigo crítico, que hace hincapié en los peligros y repercusiones inimaginables que podría tener esta guerra.